Muñecas de porcelana

Capitulo Octavo

Lucas corrió hacia mí y se quitó la camisa para amarrarla en mi muñeca. Me cargo en sus brazos, me subió a su auto y condujo hasta un hospital ilegal. Hizo que me atendieran de inmediato y soborno a cualquier persona que se atravesara en su caminó.

Me dormi cuando el cirujano me aplicó anestesia, ya que coceria mis venas. al parecer hasta este momento ni siquiera la muerte estaba de mi lado.

— La cirugía fue un exito, a pesar de qué perdió un litro de sangre— Escuché medio dormida.

—No servirá de mucho si lo intenta de nuevo — Dijo una enfermera pesimista.

Abrí los ojos y me levanté despacio.

— Quiero ir al baño —

La enfermera me acompaño hacia el baño, y yo observaba a cada persona en mi camino. Era emocionante ver personas de nuevo, yo sonreía hasta que al mirar a través del vidrio de una puerta ví a alguien acostado, mi mirada se clavó en su rostro.

—¡Oh por Dios es Richard!—  Dije en mi mente.

Richard volteó a verme, pero su mirada ya no era la misma, había perdido el color que tenía. Ni siquiera al verme hizo alguna expresión facial. Volteo su mirada a un ave que había en esa habitación blanca.

Se levantó de su cama y caminó hacia ella, era un alivio verlo caminar y seguir con vida, saco el ave de la jaula y apretó con ambas manos el cuerpo del ave.

Vi en el reflejo de el espejo como sonreía, 
se erizo mi piel por completo y caminé hacia la enfermera que estaba observandome desde lejos.

—Ese tipo — Refiriéndome a Richard— ¿Por qué está aquí?

La enfermera se quedó callada y no me quería responder.

— Tranquila, no lo diré a nadie — Traté de convencerla.

—Ese chico perdió la memoria, fue arrollado por un carro hace tres meses— Dijo a enfermera suspirando — Quién lo arrolló fue el director del hospital y mencionó que parecía que el chico huia de algo, y antes de perder la consciencia repetia una y otra vez un nombre.

Me miró asustada a ver qué la lengua se le había soltado.

— No te preocupes, no diré nada —

— Ahora tú dime, ¿por qué querías morir? esa es una duda que tengo desde que llegaste—

Era justo que resolviera su duda, ya que ella me había resuelto la mía. Pero yo no la pondría en peligro revelando el hecho de que legalmente estaba muerta, y que era parte de la colección de unos psicópatas.

— Estoy irremediablemente rota—

— Pero eres hermosa— Dijo la enfermera creyendo qué me estaba halagando.

— Pero la belleza no lo es todo, cambiaría mi belleza por libertad —  Dije sonriendo ante el espejo del baño.

— Muriendo no obtendrás la libertad que deseás — Dijo la enfermera enseñándome sus cicatrices de autolesiones — Solo si sobrevives tendrás libertad.

Asentí con la cabeza, fingiendo tomar su consejo. ¿Realmente se mantendría cuerda en mi lugar? Nadie lo haría, sobre todo cuando la persona que más amas está de acuerdo en hacerte pasar por muerta. Y la persona que te amo con toda su alma te ha olvidado y ha perdído su escencia.

Regrese a mi habitación de hospital y ahí estaba Lucas. Lucas había pedido que nadie entrara a la habitación hasta que el diera la orden.

— El doctor te ha dado de alta— Dijo emocionado.

Saber que me habían dado el alta, y tendría que volver a esa mansión de locos, erizo
— ¿Realmente soy la mujer que más has amado o mentiste para que volviera a confiar en tí?—  Dije alejándome de Lucas— Me volveré loca tratando de descifrar quién eres.

Lucas rompió uno de los floreros de vidrio que había en la habitación, recogió un pedazo de vidrio y comenzo a cortar su brazo como si se tratara de un papel.

— Esta herida dejará una cicatriz enorme, sólo tu y yo sabremos de ésto—

Corrí y apreté su herida con fuerza, ahora todo era aún más confuso.

— ¡¿Por que hiciste eso?! —

— Es la única manera de que me puedas distinguir, siempre que este contigo te enseñaré mi brazo — Dijo tranquilo.

Voltee los ojos y me senté frente a él.

— ¿Si realmente me amas por qué no me dejas ir?

— Es lo que mi padre nos enseño, el día que mi madre huyó de casa con su amante,— Dijo Lucas derramado lágrimas por sus mejillas— nos dijo que si amamos algo no debemos permitir que nadie nos lo arrebaté.

— ¿ Pero por qué tienen una colección de mujeres? —.

Continuaráaaa...

¿Ustedes por qué creen?

 

 

 

 

 

 

 




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