My Beast Friend

Capítulo II

Despertarme temprano es una costumbre que he adquirido desde pequeña, y, aunque a muchos les parezca extraño, a mi me gusta bastante. Miro al techo acostada en mi cómoda y espaciosa cama. Hoy será un grandioso día, me digo a mi misma. Me siento en la cama y posteriormente me pongo de pie para encaminarse al baño, tarareando Don't stop belevin', la versión Glee, obviamente. Observo en el espejo el reflejo de mi figura en las mañanas: mi pelo rubio castaño enmarañado y enredado, mis ojos inexpresivos verdes lucen descansados, la marca de la almohada en mi mejilla derecha, evidenciando lo bien que dormí, y el rastro de saliva seca en la comisura derecha de mis labios. En verdad, me despertaba horrible. Puse los ojos en blanco y tomé el tubo de pasta dental, esparciéndole un poco al cepillo de dientes, para proceder a mí aseo bucal matutino. Me despoje, luego de esto, de mis andrajos nocturnos y me metí a la ducha. Ya vestida con el uniforme, y con mi pelo desenredado, peinado y liso, tomé mi mochila y bajé las escaleras, yéndome directamente a la cocina para desayunar y encontrarme con mi madre hablando por teléfono como siempre.

No es se me sienta incómoda con mi forma de vivir los años posteriores a la partida de papá, pero, aunque no recuerde mucho, toda el aura familiar de esta casa, que era un hogar, ha cambiado demasiado. Mamá siempre está ocupada, y yo, casi todo el tiempo, estoy sola. en mi cabeza me repito una y mil veces que ella me ama, que no la puedo culpar por estar así, pero ya hace trece años que mi papá se fue, creo que ya es hora que lo supere. La vida está llena de constantes batallas, no es bueno que en la primera que nos hieran, nos quedemos en el suelo esperando a que la herida se cure sola. De vez en cuando necesitamos ser como los perros: lamernos la llaga hasta que sane con nuestra propia saliva.

Amo a mamá con toda mi alma, y la quiero ver bien, quiero que sea feliz, porque, aunque la felicidad sea momentánea, es necesaria para sobrevivir. La miro a ella, es tan hermosa, con el cabello pelirrojo y largo hasta la cintura, con los labios carnosos pintados de un rojo escarlata y la piel tan blanca como la porcelana, con un cuerpo para nada voluminoso pero con las curvas necesarias para no notarse de que tiene una hija, los ojos color avellana y una infinidad de pecas esparcidas por su cara, su cuello, hombros, y quien sabe que otras partes de su cuerpo, unas pestañas sumamente largas y naturales. No se como un hombre aún no se ha fijado en ella, porque tiene lo que pocas tienen: belleza por fuera y por dentro. A pesar de que su presencia carece en la casa, y que no está tan dedicada como antes, sigue siendo tan ella, risueña, amable y muy inteligente.

En cambio yo, lo único que puedo decir que saqué de ella fue su hermosa sonrisa con hoyuelos, y la personalidad e inteligencia, después en todo me parezco a mi padre de genes poderosos, incluso, un poco en el carácter fuerte. Piel blanca un tanto oscura, mi pelo rubio natural casi llegando al castaño que me llega hasta los hombros, un cuerpo para nada flacucho y con muchas curvas voluminosas: la prominencia notoria de la montaña de mis pechos para nada pequeños, mis anchas caderas y muslos, y un gran trastero que a muchos les parece sexy y a mi me parece horrendo; mis ojos son verdes, pero un extraño tono verde que viene de los genes paternos: mi abuelo, mi papá, sus hermanas y mis hermanos, tienen el mismo tono, al igual que las mujeres tienen la herencia del cuerpo llamativo de mi abuela. No suelo usar nada de maquillaje, ni siquiera bálsamo labial, por lo que mi mamá pelea, pensando en que dejaré que el tono rosáceo de estos se vuelva opaco.

Salgo de mi ensoñación al escuchar que mi madre me llama para irnos, asegurando que es demasiado tarde, y para ella algo tarde es a las 7:05 de la mañana. Me encojo de hombros y me voy tras ella, para subirme al auto en el asiento del copiloto y aprovecharme el cinturón de seguridad.

El camino fue en completo silencio, de mi parte claro, porque mamá se la pasó enfrascada en una conversación de negocios por teléfono con un "importante" inversionista. Ella trabaja vendiendo casas, es decir, en bienes raíces. Se le da demasiado bien. Todo el mundo tiene un talento, aunque no lo conozca, porque hasta lavar un auto es un talento. El de mi madre es vender casas, el mío es cocinar.

Como de costumbre llegué temprano a la escuela, aunque para mamá eso ya era llegar tarde. Le dije un beso en la mejilla y me despedí deseándole mucha suerte en este día. Camine hasta la entrada de la institución y me quedé parada en la puerta sola, con la espalda apoyada en un muro, mirando constantemente hasta el estacionamiento y a la entrada peatonal, esperando a que alguno de los chicos llegara. Divisé a lo lejos el auto de Joel: un sonata negro brillante. Él se desmontó de su vehículo, tomando su mochila y enganchándosela de un hombro, mascando chicle y caminando a paso decidido, casi en cámara lenta, hacia mí. Sus ojos azules dieron con los míos, y me dedicó una sonrisa ladeada, una hermosa sonrisa que me mata... Dios, que bueno esta el condenado, pensé, aún sabiendo que no podía tener pensamientos indecorosos o sentimientos amorosos hacia mi mejor amigo, porque él es MI MEJOR AMIGO. Es que no puedo evitarlo. Jesús. Es tan bello... Llegó hasta mí, me abrazo y beso en la mejilla, dejando un hormigueo en el sitio, y una anticipación extraña que comenzó a extenderse en todo mi cuerpo.

-Hola- dijo- ¿has visto a Lina? - negué con la cabeza. Estaba sin habla, él me roba el aliento- dijo que llegaría temprano hoy, para practicar lo de biología... - Me volvió el alma al cuerpo. Esperen. ¿Había tarea de biología?

-¿Bilogía? ¿qué pasa con biología? - de un momento a otro se me encendió un bombillo en la cabeza, ya recordando a qué se refiere- ¡es cierto!, ustedes tienen presentación hoy, gracias al cielo la mía es mañana- suspiró aliviado, dedicándole una sonrisa.



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En el texto hay: fantasia, amor, mejores amigos

Editado: 27.12.2023

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