My dueño y señor

6

 

 

Narrado: .*Victoria*:

 

    Me sentí tan mal después de lo que me dijo mi papá que pedí permiso para retirarme a mi habitación. Necesitaba estar sola. Necesitaba pensar, analizar mi situación para saber cómo debía proceder. Sin embargo, mis planes se vieron frustrados cuando Lore entró con un enorme tazón de palomitas y eso solo podía significar una cosa: “¡NOCHE DE PIJAMADA!”.

    Intente de muchas maneras convencerla de que estaba muy cansada y que necesitaba dormir, pero se hizo de oídos sordos, porque según ella pensaba recuperar cada segundo que habíamos pasado separadas.

    —No puedo creer que aún conserves esa cosa  —comentó mi prima sin dejar de observar la enorme camisa, que me llega por debajo de las rodillas, de Pucca.

    —¿Qué tiene? Es mi pijama favorita.

    —Qué no tiene debería ser la pregunta —se levantó de mi cama. —Uno, esa muñeca está muy pasada de moda. Dos, la camisa es horrible. Tres, la tela ya está vieja y cuatro —buscó entre mis cosas uno de los Baby Doll que me regaló en mi cumpleaños pasado — estas son los pijamas que debemos usar las mujeres.

Miré con asco su regalo antes de arrojarlo a la basura.

    —Recuerda mi lema: "la comodidad, la comida y el sueño antes que todo" —ella rueda los ojos y no volvió a pronunciar palabra hasta que la tercera película de la noche terminó.

    Nuestra pijamada comenzó con la película "Yo antes de ti", en donde mi prima lloró como Magdalena cuando Will murió, yo por el contrario ni me inmuté, puesto que me pareció que él fue un cobarde al tomar el camino fácil.

    Por fin había encontrado a alguien que le amaba sin condición y no lo supo aprovechar. La segunda fue una película asiática llamada "Casado con  mi antifan". Y la tercera fue mi película favorita, "Rocky".

    —Ahora llegó el momento de las confesiones y vas a comenzar tú.
    
    Este era el momento que más temía porque ella podría descubrir mi más oscuro secreto en cualquier momento.

    —Yo no tengo nada que confesar —ella eleva una ceja y lanza su típica mirada de "a mí no me engañas". —Te estoy diciendo la verdad.

    —Ya cuéntame todo, porque esa cara de tragedia que tuviste cuando íbamos a cenar solo puede significar algo —guardo silencio unos segundos. —Hay un chico que te mueve el piso.

    —¡Claro que no! —me apresuro a negar. —¿Qué te hace pensar que es eso?

    —Te conozco muy bien. —aseguró. —Así que dime qué tienes. Quizás yo te pueda ayudar a resolver tu problema amoroso.

    —¿Desde cuándo te volviste una experta en la materia?

    —Desde que comencé a escribir novelas en una plataforma online —respondió con una gran sonrisa.

    —¿Qué tú qué? —pregunte.

    —Estoy escribiendo una historia en una plataforma digital para lectores y escritores. Allí los escritores, como yo, podemos publicar nuestras historias para que otros lectores las lean y den su opinión.

    —¿Y hacer eso te hace una experta en el amor?

    —Claro, he leído muchos libros, más de 250 obras, y he escrito 2 historias. —admitió muy orgullosa.

    —¿De qué tratan tus novelas?

    —No trates de desviar el tema —me advirtió.

'Que astuta'.

¿Qué hago?

'Ella no descansará hasta que le digas la verdad'.

¿Será buena idea contarle a Lore lo que me pasa con su hermano?

'¡Por supuesto que sí! Si quieres que te lance a la hoguera por hereje'.

¿Entonces qué hago? No quiero tener secretos con ella.

'Solo no le digas toda la verdad y ni se te ocurra dar nombres'.

    —El día que me fui de la mansión un chico se me declaró, pero en vez de decirle algo salí corriendo y rompí su corazón —mi prima se golpeó la frente con la mano.

    —¿Por qué hiciste eso? —inquirió.

    —Porque aunque en ese momento los dos sentíamos lo mismo no podía existir nada entre nosotros, él era prohibido para mí —me límite a decir.

    Gracias a la diosa ella entendió que no iba a ondear más en el asunto y se mantuvo en silencio, a la espera de que yo continuara.

    —Mientas estuve afuera, él me escribió, casi que a diario, pero yo nunca le respondí. Es más no leí ninguno de sus mensajes, porque tenía miedo de que mi determinación flaqueara.

    —Continua, Viki —me animó, luego de que permaneciera unos minutos en silencio.

    —Creí tontamente que si ponía distancia entre los dos mis sentimientos iban a desaparecer, pero ocurrió lo contrario.

    —Y supongo que lo viste hoy ¿no? —yo asentí con la cabeza.

    —Y cuando estuve frente a él sentí las misma mariposa en mi estómago y lo de… —me callé abruptamente en lo que sentí calor en mis mejillas.

    —Que no te de vergüenza decirlo, estamos en confianza —interviene ella. — ¿Lo deseaste?

    —Sí —admito cabizbaja.

    —¿Cómo reaccionó él? —cubrí mi cara con las mano.

    —Me trato con la punta de su zapato.

    —Es lógico, lo lastimaste.

    —No me hagas sentir peor —me acosté en la cama.

    —¿Cuándo lo volverás a ver?

    —Mañana.

    —¿Es por él que quieres ir al entrenamiento? —preguntó con el ceño fruncido.

    —¡No! —me apresure a decir. —De hecho ni me acordaba que él iba a estar allí. —Ella se acostó a mi lado y ambas miramos el techo.

    —¿Qué piensas hacer cuando lo tengas enfrente? —Volvió a hablar después de un rato.

    —No sé, tengo miedo de lo que siento cada vez que lo veo —ella me escudriñaba con su azul mirada.

    —¿Desde cuándo no tienes relaciones sexuales?

    —¡¿Qué clase de pregunta es esa?! —exclamo muerta de vergüenza, obviamente no me gusta hablar de esas cosas con nadie.

    —¡SOLO RESPONDE! —me gritó. Y yo puse a trabajar a mi cerebro, para hacer memoria.




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