My dueño y señor

17

.*Victoria*.

    Gracias a lo sucedido con Keila y Daniel me llene de valor y decidí preguntarle a mi papá de una vez por todas sobre lo que me había  dicho el vampiro de mierda la otra noche, pero como lo esperaba no dijo nada, al igual que mis tíos. Y por ese mismo hermetismo que mostraron me quedó más que claro que Vladimir había dicho la verdad y eso me consternó aún más.

    Yo quería, anhelaba y deseaba con todas mis fuerzas que las acusaciones de Vladimir fueran una cruel infamia, un engaño, porque de ser ciertas, tanto mis tíos como mi papá, me han mentido todos estos años. Y no hay peor dolor que sentirse traicionado por tu propia familia.

    Después de intentar hablar con ellos comprendí que el único que podría esclarecer todo este asunto era Vladimir y corrí a su recámara, pero cuando le pregunte si su propuesta seguía en pie me dijo: ‘‘ ¿Cuál propuesta?” y en lo que le refresque la memoria el muy infeliz se rio en mi cara antes de decirme que “esa promoción era por tiempo limitado”.

    Esa respuesta me frustro, me enojo y aumento mi odio por el vampiro de mierda, así que pasé los siguientes dos días encerrada en mi recámara, viendo TV, para tratar de olvidarme un momento de todo lo que me pululaba en la cabeza.

    Eran tantas emociones, tantos pensamientos, tantas preocupaciones que no me percate cuando mi prima Lorenza abrió la puerta de mi recámara y 25 bailarines entraron cantando y bailando al ritmo de la canción de BTS “Dynamite”.

    Cada uno llevaba vaqueros de cuero bastantes ajustados y su torso estaba completamente desnudo, pero lo que más me llamó la atención no fueron sus impresionantes músculos o la belleza de sus rostros, sino los enormes carteles que cargaban en sus manos con las palabras: “Perdoname, Viki” “Lo siento, Viki”, “Sorry, Viki”, “No me odies, Viki”, “Yo te amo, Viki”, “I love, Viki”...

    Por la forma en que ondeaban los carteles blancos, como si fuesen una especie de bandera de paz, y la combinación de eso sumado a los movimientos graciosos de la coreografía, me hicieron reír tanto que en lo que terminaron de danzar y desaparecieron de mi habitación me dolía el abdomen y un par de lágrimas se había escapado de mis ojos.

    —¿Aún estás enojada conmigo? —Es lo primero que dice mi prima luego de asomar la cabeza y una pequeña bandera blanca con su brazo derecho en la puerta.

    Si se tratase de otra persona no dudaría en echarlo a patadas de mi habitación, pero tratándose de Lore no, porque cómo te podías enojar con ella que siempre encontraba la manera de sacarte una sonrisa con alguna tontería. Además de que la metida de pata que cometió fue para ayudarte o al menos intentarlo.

    —No estoy enojada contigo, Lore. —Ella toma eso como un: "pasa, Lore, estás en tu casa" porque termina de entrar, camina hasta mi cama y se acuesta a mi lado. —Pero si me molestó que gritaras a los cuatro vientos que Tobías y yo éramos pareja cuando no es así. —Ella me quitó el control remoto de las manos y apagó el televisor.

    —Lo hice por su bien, no es justo que un amor tan bonito como el de ustedes tenga que vivir bajo las sombras. —Se limpia una lágrima imaginaria. —Merecen ser felices y todos los tenemos que apoyar.

Sus palabras lograron conmoverme porque estaba segura que eran genuinas.

    —No dudo de tus buenas intenciones, pero ya ves las consecuencias que tu declaración trajo —menciono con nostalgia al recordar que Tobías sigue desaparecido.

    —¿Qué paso? —preguntó sin una pizca de burla. —He estado tan ocupada con los preparativos de mi desfile que no le he prestado a lo que ocurre a mi alrededor.

<<Eso explica la ausencia de mi prima estos días>>.

    —A Tobías se lo llevaron de la casa, no sé a dónde, y nadie quiere decirme. —Declaro mientras juego con mis dedos, debatiéndome entre contarle la verdad o quedarme callada por más tiempo.

    —No lo sabía —dijo acongojada. —Y yo que quería que él acompañara a una de mis modelos en el desfile. —Añadió con pensar.

Frunzo el ceño ante su comentario.

    —¿Tobías es modelo? —pregunto muy sorprendida.

    Mi hermano no es el tipo de chico que se prestaría para modelar en una pasarela, pero como estuve lejos tanto tiempo quizás Lore lo metió en ese mundo y nadie me comentó nada.

    —No, pero me dijo que quería participar hace un mes —entrecierro los ojos y la miro fijamente porque sé que me está mintiendo. —Está bien lo fastidie hasta que aceptó —una risotada escapó de mis labios.

    —Pobre Tobías, así lo habrás fastidiado que aceptó semejante petición —digo entre risas.

    —¿Él no te lo comento? —inquirió con el ceño fruncido.

    —No, él me dijo que ibas a visitarlo todas las noches, pero no mencionó que ibas a molestarlo para que aceptara ser uno de tus modelos.

    —Yo no fastidio a nadie. —Se cruza de brazos y hace un puchero, como una niña pequeña.

    —Entonces… ¿qué estás haciendo aquí? —ella abre la boca y me mira con indignación antes de darme un golpe, que ni sentí, en el brazo.

    —Pegas como niña —me burlo y ella vuelve a golpearme.

    —Soy una niña —dice con una voz muy aguda y vuelvo a reírme.

    Por cosas como estas es que adoraba a Lore, ella tenía la capacidad de hacerme olvidar todo lo malo que me estuviese pasando y sacarme una sonrisa.

    —Supongo que mi modelo ahora tendrá que desfilar sola —dice pero algo en su mirada, quizás la diversión en sus ojos, me dio mala espina por lo que dejé de reírme.

    —No has venido a hablar de mi romance con Tobías ¿cierto? —ella niega con la cabeza, sin dejar de sonreír. —¿A qué has venido entonces?

    —Vine por ti —contesta como si nada. —Hoy te vienes conmigo a mi desfile de modas y de allí nos iremos a celebrar el éxito de mi nueva línea, porque ambas sabemos que será todo un éxito —comenta muy emocionada y yo hago una mueca de asco. —Así que escoge tus mejores "garras", como dirían en mi México querido, y vámonos.




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