My Medical Romance

018-Esclavos

—¿Y bien?

—Bueno es que…

Las palabras no me salían, estaba demasiado nerviosa.

—No tengo todo el tiempo del mundo Daena, si no lo sientes entonces no lo digas —confesó Eddie—, no aceptaré una disculpa falsa y Gaena tampoco.

Situé mis ojos en la asiática, estaba con los brazos cruzados mirándome fijamente.

—Lo siento, estoy apenada por lo que dije de ambos, no tenía fundamentos para decir algo tan horrible y aun así lo dije.

Eddie trató de decir algo más, pero Gaena lo detuvo.

—Creo que sabes que entiendo tu dolor, por eso me sentí tan ofendida —suspiró—, pero entiendo que somos personas diferentes y tenemos distintas formas de reaccionar, espero también hayas entendido nuestras razones.

—Sí.

—Daena —habló Eddie—, ¿sabes lo que hice después de que pasara el incidente de Demian? tú sabes que fui llamado a W, pero no ejercí esos años, ¿sabes por qué? Porque estaba envuelto en el estrés y la preocupación, ¿crees que no me importó lo de Demian?, ¿sabes cuanto tiempo que tomó salir de esa habitación en un país desconocido?

Estaba poniéndose colorado.

—No eres la única lidiando con cosas, tú no sabes nada de mí y si Gaena no lo dice, yo sí lo haré —se levantó de la silla—, deja de aferrarte a estar en la miseria.

—Eddie. —replicó mi compañera.

—Ella debe saberlo —dijo con enojo—, debe saber que tiene aliados, debe saber de seguro tuvo muchos más en el pasado, pero como siempre tomó una decisión precipitada, debe aprender a escuchar, de lo contrario perderá a todos los que se preocupan por ella, incluso a su familia.

Aquello me había tomado por sorpresa, jamás había pensado recibir esas palabras de Eddie; mientras hablaba recordaba que jamás le había preguntado nada de su estancia en W, solo quería que me escucharan, solo quería mis problemas importaran. Gaena había vivido una de las situaciones más difíciles, y aun así, después de que me había contado como su padre la había ayudado, había saltado con suposiciones llenas de rencor, me sentía tan avergonzada.

El beeper de ambos vibró.

—Es Michael —dijo Eddie—, debo ir.

Ambos tomaron sus cosas, pero antes de irse se detuvieron en la puerta.

—No estás sola Daena, aún somos tus amigos —dijo la chica haciéndome suspirar tranquila.

Recosté mi cabeza en la cama inferior, los lentes me molestaban y los hice a un lado, aún recordaba las palabras de Taylor y Chris.

—El contrato es confidencial, por lo que si decides abrir la boca y decir algo relacionado a nosotros, debe ser con palabras confiables, nada negativo que venga de tus opiniones personales.

—Aunque —intervino Chris—, lo mejor sería que te mantuvieras callada, todos son sospechosos realmente.

Me di la vuelta en la cama tratando de descansar mi mente. Pensé en las heridas que había curado en Colette, en las heridas de Taylor, probablemente en las de Chris.

¿Acaso moriré?, pensé.

Cerré los ojos y me entró un recuerdo borroso, estaba tirada en el suelo de mi cuarto mientras Rachel trataba de inducirme el vómito después de haberme tragado un frasco de píldoras, sentí el estómago revuelto de repente. Salí corriendo al baño.

—¡Carajo! —gritó una enfermera al chocar conmigo.

Comencé a vomitar preguntándome que cosa vomitaba, pues no recordaba siquiera si había tenido una comida ese día. Sentía que estaba perdiendo de nuevo contra el océano oscuro.

Ese contrato había marcado el inicio de un nuevo capítulo en mi agitada vida, y no sabía cuanto duraría; una semana después, el 4 de abril, casi 4 meses después de haberme vuelto una doctora en W, y casi un mes después de haber desenmascarado a Taylor en televisión nacional, decidí convertirme en la imagen y amiga de W, con la promesa de que ahora todo sería diferente.

—Esto, me da un déjà vu, ¿a ustedes no? —dijo Gaena mientras veía como acomodaban las sillas en la explanada.

—Me da escalofríos —replicó Eddie—, ¿cómo vas con eso Daena?

—Bien, cambié algunas cosas de último momento… aun así ellos deben revisarlo, dudo que me dejen decirlo.

—Déjanos ver.

Alejé las hojas de ambos y me levanté de la cama. Tocaron dos veces la puerta, sabía quién era.

—Adelante.

El pelinegro asomó la cabeza fulminado por Eddie y Gaena, ya había sido costumbre desde que supieron la verdad, o al menos la supuesta verdad.

—Debes bajar, haremos una prueba de sonido e imagen.

Asentí, me di un último vistazo en el espejo antes de irme e inhalé profundamente.

—Sana y salva, ¿oíste? —ordenó Gaena a Chris—, la vez pasada no la protegiste, ahora la quiero sin un solo rasguño.

—Está bien.

Salimos de la habitación seguidos por las miradas nada discretas de mis compañeros, al entrar al ascensor sentí que el peso del mundo caía en mis hombros.

¿En serio estoy a punto de decir todo eso?, ¿será demasiado tarde para cambiar de parecer?, pensé.

Mi mano tocó el barandal del ascensor, aún faltaban dos pisos.

—¿Estás bien? —Chris llevó una mano a mi hombro haciendo que me desvaneciera.

Las puertas se abrieron y pude ver a Taylor hablando con Iris, había perdido la fuerza en las piernas aunque seguía consciente.

—¿Estás bien? —preguntó el pelinegro un poco más alarmado— ¿Comiste algo antes de venir?

El castaño me miró sin ninguna expresión en el rostro.

¿Qué es lo que haría Demian en esta situación?, pensé.

Claramente, no me haría pasar por esa situación.

Chris metió un billete en la máquina expendedora y eligió un sandwich y un jugo.

—¿Manzana o mango? —preguntó sin obtener respuesta. Eligió manzana. —, La cafetería está cerrada, pero esto es mejor que nada.

Abrió la botella y me la acercó. No podía decirle que no había podido comer nada esa mañana, ni los días pasados, porque cada que comía algo desde que había firmado ese contrato sentía ganas de vomitar, además de que las alucinaciones y pesadillas con Demian habían tomado aún más fuerza.




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