Por la mañana llevaba un cubo de agua para los caballos, seguía pensando lo que me dijo Kimura. Y que por segunda vez no pude decir nada.
En el momento de pasar por la tienda, oí unos gritos.
- ¡Señor no podemos seguir más adelante de lo ordenado nuestra misión es situarnos por los alrededores y ocultarnos asta que llegue el ejército principal!.
- Kimura te atreves a cuestionar mis órdenes. ¿Qué pasa te sientes preparado de hacer seppuku?
- No será necesaria, obedeceré cualquier orden que me pida. Incluso si es recorrer todo Japón a la pata coja.
- Bien, pues se acabó la discusión nos volveremos a mover cuando el sol se esté ocultando.
Me fui antes de que Kimura saliera de la tienda para así no tener que toparme con él. No era capaz de decirle nada.
Yo y todo el ejército empezamos a movernos por la senda del bosque. Me situaba por la parte trasera y Kimura estaba delante al lado de ese líder con obesidad.
Nos movíamos al unísono pero con cautela, ya que estábamos en zona enemiga. Oía el cantar de los grillos, sentía el calor insoportable que me provocaba el yoroi era Imposible no estar nervioso.
De pronto por los arbustos vi una silueta roja, Kimura alzo la mano indicando que todo el mundo permaneciera quieto.
Esa presencia empezó a mostrarse. Era un hombre alto, robusto, en su rostro llevaba un largo y peludo mostacho estaba montado en un caballo y portaba puesto un yoroi rojo que parecía muy pesado por la grande que era y estaba armado con una naginata tan larga como el caballo. Detrás de él empezaban a aparecer más hombres con yorois rojos y con lanzas apuntándonos, estábamos rodeados.
-Bueno, bueno, bueno, si es el señor Yoshida -empezó a hablar el hombre que salió antes que los demás- como no quiero perder el tiempo con un cobarde como tú, iré al grano, dejad vuestras armas y yorois al suelo. Solo lucho contra verdaderos guerreros
-¿Piensas que vas a salir inmune después de llamarme cobarde, Takeda? - dijo Yoshida furioso
En él ambienta había una gran tensión.
Pero cuando nadie se lo esperaba, Kimura desenvaino su espada y dio un golpe al filo de la katana haciendo que se desplegara. La espada ahora era el doble de largo que antes. Inmediatamente los soldados de rojo se nos acercaron de forma amenazadora.
Kimura corrió hacia el general y salto haciendo así un ataque aéreo con su katana extensible. Aunque Takeda se pudo defender. El ataque era tan poderoso que hizo que el caballo tambaleara. Cuando Kimura aterrizo al suelo aprovecho la confusión del caballo para volver a atacar. Pero Repentinamente intentaron cortar a Kimura. Sin embargo se pudo defender. Le atacaron dos soldados con caras idénticas y con la misma arma una naginata. El retrocedió para ganar algo de espacio.
- Impresionante bloqueo nuestro ataque combinado - dijo uno de los hombres que le ataco.
El otro simplemente se quedó callado.
Ahora el combate que había iniciado Kimura se volvía de uno contra uno a un tres contra uno.
- Si me fuese posible te reclutaría, pero esos ojos no parecen las de un hombre que vaya a aceptar - hablo Takeda- ¿pero como podrás ganar?, tenemos más hombres, vosotros solo tenéis a un líder que simplemente os va a desechar y además yo tengo dos grandes soldados a mi lado los hermanos. Zong y Tong.
- Señor Takeda, ¿Puedo hacer le una pregunta? - pregunto Kimura
- Depende de lo que vayas a preguntar - contesto con lentitud
- ¿Es usted un dios?
- Tú, ¿tantas ganas tienes de morir? - amenazo uno de los hermanos
- No es que no lo tengo muy claro, ya que pudo adivinar que seguiría luchando sin ni siquiera conocerme. - explico Kimura - Pero algo te falla en tu adivinación solo por tener un gran número de distinguidos guerreros, eso no significa que vayáis a ganar, es más cuanto más cómoda sea la cama del conejo más fácil le resultara al lobo cazarlo.
- Que huevos tienes ¿no? - dijo Takeda furioso - si así son las cosas. ¡Todos podéis atacad!.
El enemigo se abalanzó hacia nosotros y en un abrir y cerrar de ojos todo el lugar se convirtió en una zona de combates. Yo no sabía que hacer simplemente me quede parado entre toda esa tormenta de espadas y lanzas. Estaba tan en blanco que acabe perdiendo de vista la pelea de Kimura.
Poco después ya empezaron a aparecer los muertos el primero fue un compañero que estaba en el suelo con una herida en le pecho, escupía sangre y poco a poco iba perdiendo luz en sus ojos, retorciéndose de dolor, asta que hubo un momento en que paro de moverse. Entre en pánico, con miedo de morir.
Y en el momento uno de mis temores se hicieron realidad, un soldado enemigo estaba sujetando su katana delante de mí. Me ataco, pero lo bloqué sin ni siquiera darme cuenta, lo más raro es que pude contraatacar con un corte en el pecho.
- Tengo frío... - gemía el soldado herido mientras caí al suelo.
Cuando le corte a ese hombre que se encontraba en el suelo me sentía espantado.
Quise ponerme a llorar, pero no pude porque note que me habían apuñalado con un wakizashi en el lumbar izquierdo. No podía ver quien lo había echo. Caí al suelo. No podía pensar en nada por el dolor, no podía decir nada por el dolor, No podía escuchar nada por el dolor, No podía ver nada por el dolor y por mis lágrimas. No paraba de preguntarme por qué vine. Al final acaba desmallándome.
2 horas después
- ¿Dónde estoy porque está todo tan oscuro y porque me cuesta respirar?
Extendí la mano y pude salir de ese lugar oscuro. Vi donde había salido y me horroricé, me encontraba debajo de una montaña de cadáveres de los dos mandos. Gente que había conocido, caras nuevas había de todo. Tantos cadáveres se situaban allí que cuando salí estaba cubierto de sangre, se notaba que era una feroz batalla.
Me moví para evitar que alguien del ejército enemigo me encontrase.
Mientras iba caminando con dificultad por la herida que tenía por un camino de cadáveres sin poder evitar pisar algún que otro cuerpo. Vi un cuerpo posado debajo de la copa de un árbol. Era Kimura. Corrí hacia él para poder ver su estado. Y estaba lleno de cortes de espadas unos no muy profundos y otros que si lo eran.