- ¿Cuánto tiempo llevo caminando sin rumbo horas, días? está oscureciendo - jadeaba por el dolor y el cansancio - y además esta herida matando.
Vi como unos arbustos se estaban tambaleando. Apareció un hombre cargando una bolsa rápidamente saque mi katana y le apunte con ella.
- Hey espera por favor solo soy un simple hombre de campo, espera estás herido - se acercó
- ¡No te acerques! - grité
Como me sentía cansado y adolorido caí al suelo y me desmalle.
- ¿Dónde estoy? - miraba el techo de mármol.
- Estas en mi casa. - contesto el mismo hombre que amenace - menos mal que estás bien estuviste dormido durante casi una semana.
- ¿Una semana?
Intente levantarme de la cama, pero no pude moverme por el dolor.
-No intentes levantarte aun que tu herida se este sanado aun estas muy lejos de curate del todo.
- Entiendo, gracias por tu ayuda ¿me preguntaba que podría hacer para poder agradecértelo?
- Mmmm... pues veamos - toco su mentón - cuando te recuperes podrías cortar leña durante toda una semana. Verás como me estoy volviendo viejo mi cuerpo no esta para estas cosas.
- ¿Solo eso?
- Sip
Pasaron los días y poco a poco se me fue curando la herida. Al ver que estaba totalmente recuperado. Comencé a cumplir parte de mi trato. Cortar leña. Empeze a cortar el primer tronco. Me resultaba un calvario cortarlo
- ¿Qué haces chico? - me miro como intentaba cortar la madera
- Pues estoy tocando el tambour, no ves que estoy cortando este trozo de madera.
- Pues no lo parece - cogio el hacha de mis manos
Y con solo movimiento partió la madera. Me quede con laboca abierta lo corto tan fácilmente
- No consigues cortarlo, porque solo utilizas tus brazos. Tienes que utilizar tu espalda para conseguir utilizar toda tu fuerza en un solo movimiento. Ahora quiero que lo hagas tú pero con un solo brazo.
- ¿Qué?
- Eres un samurái ¿verdad?. Lo que significa que tienes que saber como hacer un buen corte.
- No se, supongo.
- Pues ya esta, empieza ahora.
Y eso es lo que hice durante toda la semana. No fue tan malo como esperaba porque al final pille el truco. Al final de la semana terminé de hacer lo Prometido. Me despedi de el. Partí hacia una pequeña aldea que se encontraba cerca del hogar de ese hombre.
Mendigue por toda la aldea para encontrar un oficio. Después de varios días sin apenas comer por falta de dinero. Un anciano que parecía que había llegado a los tramos finales de su vida, me paro en la calle.
- Oye samurái, ¿no tienes nada de dinero? - me toco el hombre - si es así quiero que seas mi guardaespaldas, claro te recompense por ello. Alojamiento, alimento y también te pagaré.
Acepte no tenía nada que perder.
Su casa era muy lujosa era obvio que tenía dinero, me enseño casi todos los lugares de la casa, menos el sótano. Y por último me presento su hija.
- Y por último esta es mi hija.
La hija era algo más bajita que yo y un poco pálida, con color de cabello negro como la noche.
- Muy buenas samurái - san - saludo la mujer que estaba enfrente de mi - mi nombre es Akiko Susuki
- Encantado - estreché la mano
- Bien pues si ya os conocéis podéis ir juntos a comprar ingredientes para la cena.
- ¿Ahora? - pregunte
- Si
Y como él ordeno nos fuimos camino tienda. Aunque por el camino se estaba haciendo incómodo ya que no hablamos.
- ¿Pueeees como te conoció mi padre? - pregunto para intentar romper el hielo.
- Coincidencia - contesta
- Oye, no me tomes por tonta - me golpe el hombro
- Es en serio
Me miro por unos momentos
- Bueno si no quieres decirlo no pasa nada, sabes seguramente te abra contratado para protegerme especialmente a mi
- ¿Y eso porque?
- Aún no lo sé, no deeja que nadie se me acerque.
- ¿Qué pasa es que es muy sobre protector?
- No es eso parece que le teme a algo pero no lo sé.
- Comprendo are todo lo posible para que tu padre no se preocupe.
- Gracias - hizo una breve pausa - aunque también te veo algo abatido.
Ese comentario tanto que no pude decir.
- Aunque nos hayamos conocido hacé poco me gustaría poder apoyarte con todo lo posible - me miro seria.
Akiko tenía toda la razón de que me sentía abatido. Pero dudaba sobre contarle todo lo que me había pasado. Al final tuve que contarle todo sobre Kimura, sus ambiciones y que acabo muriendo, aun que no le conté donde y como.
- Gracias por contarmelo - inclino la cabeza
- No, no hacé falta que me lo agradezcas solo te lo conté por voluntad propia. Sabes intento también ser un gran samurái - sonreí forzosamente.
- Sabes es bueno tener grandes metas a donde llegar, pero hay otra cosa que también nos hace humanos y que es indispensable para nosotros - se colocó delante de mí y después sonrió - la felicidad
- A sí que felicidad, ya veo - sonreí
- Que ves? - pregunta confundida
- Nada vámonos
Terminamos de hacer las compras aunque nos entretenidos por el camino comprando cosas para llevarnos a la boca.
- Joder, ya te vale Akiko, hemos perdido mucho tiempo, simplemente porque dijiste que te sabías un atajo
- Jajajajaja, perdón.
En ese momento vi algo que me altero, era un que hombre corría hacia nosotros, pero lo que me sorprendió no fue eso, llevaba una daga en sus manos y de eso deduje que intentaba robarnos. Rápidamente agarre mi espada y con la empuñadura le golpe la mano, soltando así la daga, finalmente el hombre impotente sin su arma se fue corriendo asustado.
- Wow - exclamo la muchacha sorprendida
Aunque yo también estaba sorprendido de mis propias habilidades. No podía creer lo que había echo.
Luego de lo que paso, Akiko contó lo que había ha pasado su padre, de esta forma pude ganarme su confianza.
Paso un mes desde el incidente y durante ese tiempo estuve repitiendo los movimientos que me mostró Kimura, lo repetí una y otra vez, también me encariñaba con Akiko, era alegre, positiva y siempre estaba llena de energía. Esos fueron los mejores días de mi vida y sin darme cuenta sonría y sonría cuando estaba a su lado.