–¿Qué fue lo que comiste, cielo? –preguntó mi madre del otro lado de la línea.
Me encontraba en mi habitación, aún estaba tratando de averiguar la forma en que la ropa entrase en el pequeño armario. Era de noche y estaba en la llamada nocturna, en la cual llevaba más de una hora, pues mi madre me había llamado dos horas antes de lo habitual, por tratarse del primer día fuera de casa. Dejé de batallar, no importa cuánto doble los pantalones, el resto de la ropa que falta deberá quedarse dentro de la maleta.
–Una hamburguesa.
–Cielo–respondió mi madre en forma de reproche–, sabes que debes evitar la comida rápida, la grase te saca acné, además, debes comer más sano. Trata de comer lo que sirvan en la cafetería, si quieres el próximo fin de semana te llevaré algo de comida para que puedas llenar el refrigerador…
–No, mamá. No es necesario.
Y en verdad, no lo era, pero una vez que se le mete una idea a la cabeza a mi madre no hay forma de que esta se esfume.
–No es ninguna molestia para mí, querida, recuerda que tienes que mantenerte sana ahora que estas fuera de casa, sino ¿quién te cuidará?
Tomé el teléfono del piso y me levanté, caminé hacia la cama y me senté en la orilla del colchón.
–Descuida mamá, sé cuidarme sola, además, tengo a Vick, ella puede cuidar de mí si algo llegara a pasarme.
Mi madre dibujó una mueca en su boca. A pesar de que han pasado tres años, sé que aún no le agrada para nada la idea de que esté lejos de casa, después de todo, pero en algún punto de mi vida haría esto, ¿no? Estar fuera de casa, vivir el día con día sin tener a mi madre presente todo el tiempo, tomar mis propias elecciones, crecer. Supongo que para ellos es difícil, sobre todo para ella, ver a su pequeña crecer y saber que dentro de poco dejará de necesitarlos, yo era la única que les recordaba que la vida no avanzaba tan rápido, pero al parecer había querido correr cuando ni siquiera había empezado a caminar.
–Prométeme que te cuidarás–pidió mi madre.
–Mamá…–supliqué con un pequeño tono cansado.
–Kassia–me amenazó con sus ojos, los cuales me miraron seriamente a través de la pantalla de mi celular.
Rodé los ojos mientras cambiaba el teléfono de mano y me acomodaba mejor en el colchón.
–Te lo prometo, nada malo va a sucederme.
–Deberías dejar dormir a la niña, Karina–la voz de mi padre interrumpió lo que fuera a decirme mi madre, mientras aparecía por detrás de ella con el pijama puesto–. Hola y adiós, cielo, que tengas buena noche y un excelente inicio de semana.
Con la otra mano le hice un gesto de despedida a mi padre mientras él se acostaba en la cama.
–Bueno, te dejaré dormir linda. Besos, recuerda usar protector solar, tomar agua, comer sano y saluda a Ellie de mi parte. ¡Te queremos, linda!, ¡adiós! –me mandó un beso y colgué la llamada.
Solté un suspiro mientras me pasaba una de mis manos por el rostro y volteé a ver hacia la puerta, a pesar de que esta se encontraba cerrada sabía que, del otro lado, a unos cuantos pasos se encontraba Kyle en su habitación, dormido probablemente, o haciendo quien sabe que cosas. Dios, ¿cuánto tiempo podré mantener esto en secreto?, ahora no sólo es lo de mi antigua compañera, sino que también esto. Habría sido más fácil que me pusieran otra chica, hubiera podido decir que Ellie había decidió dejar la academia, pero ¿qué les diré cuando se enteren de Kyle?, lo que pasó con la chica puede mantenerse todavía en secreto, pero no cuando lo vean a él.
«¡Carajo!, ¿en qué momento decidí meterme en esta bola de mentiras?, pronto esto comenzará a parecer una bola de nieve, y cuando menos me dé cuanta, una avalancha caerá sobre mí, y no habrá nada que pueda evitarlo».
Había puesto una alarma temprano, quería ganar el baño antes que Kyle, y para eso debía madrugar. Las actividades de la Semana de Iniciación comenzaban a las 9:00, sin embargo, yo me levanté dos horas antes, con la esperanza de que él siguiera durmiendo. Aun así, antes de abrir la puerta, la golpeé como cuatro veces, al no recibir respuesta me aventuré. Aquella fue la ducha más rápida que he tomado en mi vida, pues a pesar de que le había colocado pasador, aquella sensación de que la puerta cedería mágicamente ante sus manos no dejaba de rondarme por la cabeza mientras me enjabonaba el cuerpo. Había metido todo al pequeño baño, así que cuando salí de este, ya lo había hecho cambiada, lo único que me faltaba era el maquillaje, pero eso lo haría en mi recamara.
Mientras terminaba de arreglarme mandé un mensaje al grupo familiar, sé que los cuatro están despiertos, mis hermanos mayores ya trabajan, mi madre es una persona madrugadora, al igual que mi padre, así que no me sorprendió cuando a los pocos segundos recibí la primera respuesta por parte de Caleb, después de mi madre, seguida de Ivy, mi padre fue el último en responder. En cada uno de ellos me deseaban suerte en este semestre, y que diera lo mejor de mí, claro, cada uno a su manera, mientras las palabras de mis padres eran dulces, las de mis hermanos eran, pues, como suelen llevarse los hermanos.
La llamada inesperada de Ivy me tomó por sorpresa. Ella casi nunca me llamaba, casi todo lo hablábamos a través de mensajes. Dejé por un momento el delineador sobre la mesa del escritorio, y tomé el celular.