My rommate is... a boy!

Capítulo once

Aquella noche había sido intensa. Hubo declaraciones por todas partes, secretos y verdades a medias. Como siempre suele suceder en los bailes escolares, aquello sólo quería decir una cosa: nuevos rumores. El fin de semana había traído consigo una nueva marea de cotilleos de corredor, flamantes para los estudiantes que ansiaban la carne fresca con desesperación. El baile del sábado fue la cocina: se habían preparado y cocido las historias que después serían esparcidas por los pasillos el lunes, el domingo había sido para procesarlos, hacer una selección de que platillos eran interesantes, jugosos y sin duda, los más… picosos.

Muy pocas personas son amantes del picante, porque lo que sucede es que no saben qué hacer con tanto calor creciendo en sus bocas mientras las palabras salen a borbotones como lava caliente, densa, y que arrasa con todo a su paso. Ciertos comensales eran los únicos que se aventuraban a probar aquellos platos exóticos, llenos de sabores intensos, cálidos, pero al mismo tiempo jugosos, que despertaban todos sus sentidos.

A modo de metáfora, eso es lo que había sucedido durante el fin de semana. Mientras mis amigas y yo nos encontrábamos encerradas en la casa de Vick, poniéndonos al tanto sobre la recuperación de mi memoria y que había hecho con Cameron, y, sobre todo, lo más importante; el pequeño flirteo que había entre nosotros, y afuera, el mundo estudiantil se estaba volviendo un caos.

 

Lunes, 11:20 a.m.

Mojé mis manos, retirando el jabón que me había puesto, el cual estaba rebajado con agua y olía a consultorio dental. Había comenzado el descanso, y había entrado al baño, y como casi siempre a estas horas, tuve que hacer una fila casi interminable, ¿acaso a todas las chicas les daba por orinar al mismo tiempo?

El lugar aun se encontraba lleno de otras chicas, que al igual que yo estaban haciendo fila para entrar a los baños, mientas otras se encontraban lavándose las manos, retocándose el maquillaje o el peinado, mientras platicaban alegremente. La mayoría de las conversaciones estaban centradas en el baile del fin de semana; quien había ido con quien, lo que hicieron después del evento, criticaban vestimentas y se centraban en los cotilleos más jugosos del momento.

–Te lo digo yo–comentó una chica que estaba a un lado de mí, quien se estaba aplicando mascara de pestañas–, sabía que ellos no iban a durar, ¡por el amor de Dios! Ella lo había engañado hacia un año con Adam, ¿creías que Tyler no se iba a enterar? Por favor, su hermana es la chismosilla número uno del instituto, ¿lo olvidas?

Me tardé más de lo necesario en retirar el jabón de mis manos. Había desarrollado un amor-odio hacia el cotilleo después de mi experiencia de hacía unos días, pero ¿a quién no le gusta? Claro, siempre y cuando no se trate de uno.

–Lo sé, pero ¿tener que exponerla de esa forma en el baile? Que humillación. Hasta los de primero lo vieron, y no entendían ni jota de lo que estaba pasando.

–Yo también lo habría hecho en su lugar–guardó su maquillaje en su neceser–. Él lo dijo; no era la primera vez que lo hacía–se encogió de hombros mientras se acomodaba sus risos–. Vamos a la cafetería, se me ha antojado una de esas galletas de avena.

Se alejaron, pero antes de salir, su amiga lanzó una última pregunta antes de desaparecer por la puerta.

–¿Te sabes el chisme del trío amoroso?

No alcancé a escuchar la respuesta de su amiga. Supe que era hora de que yo también saliera del baño, antes de que los dedos de mis manos se arrugaran como pasitas.

Tomó toallas de papel del dispensador y me sequé las manos. Mientras lo hacía, sentí un par de miradas en mi espalda, alcé la mirada y las vi a través del espejo. Eran dos chicas de segundo año, solo una de ellas apartó la vista, avergonzada, sin embargo, su amiga me sostuvo la mirada unos segundos más, antes de retirarla y susurrarle algo a su amiga, quien asintió mientras sonreía.

Lo dejé pasar. Sabía que haber bailado con Cameron el fin de semana traería consigo aquella clase de comentarios, sobre todo teniendo en cuanta los últimos rumores que han circulado entorno a nosotros. Además, había subido las fotos que me había tomado, entre ellas en las que salía con el pelirrojo. Así que la historia se contaba sola. Hasta mi madre me había mandado un mensaje privado preguntándome quien era, y lo guapo que era.

Tiré la bola de papel mojada al cesto de basura y salí del baño.

Comenzaba a darme lo mismo lo que ellos dijeran sobre nosotros dos, pero aun así no podía evitar sentirme algo incómoda cada vez que sus ojos se posaban en mí, me señalaban con disimulo y cuchicheaban. Lo peor era cuando se reían, me hacían sentir inferior y avergonzada conmigo misma, y no podía evitar preguntarme ¿no soy suficiente? Como si supiera en automático que se estaban burlando de mi aspecto, como si se preguntaran que demonios andaba pensando Cameron al fijarse en alguien como yo…

Meneé la cabeza mientras me reencontraba con las chicas. Vick estaba aprisionada en los brazos de Sydney, mientras la morena le depositaba tiernos besos en la coronilla y le decía lo mucho que la quería.

–¡Hey! Te tardaste demasiado en el baño. Estaba a punto de entrar a buscarte. Pensamos que te habías ido por la coladera.

La actitud cariñosa de su novia cambió por unos segundos mientras la empujaba, para después soltarla para que pudiéramos ir a comer.




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