Fin de semana. El día D. Hoy vería a mis padres después de dos semanas separados y a mis hermanos después de un mes. Estaba feliz de saber que vendrían a verme y escucharme tocar, pero estaba nerviosa de que la situación no saliera como estaba planeado.
Había acordado con Kyle que le mandaría un mensaje cuando fuera a la casa, para que estuviera lejos, y que también le avisaría cuando nos hubiéramos ido para que el entrara. Me había avisado anoche que sus padres no vendrían, así que no debía preocuparme por ello, pero me sentí mal en cuanto lo escuché, ¿por qué no vendrán? El día de la mudanza tampoco estaban, en su lugar vino un chico que supuse que sería su hermano, por el ligero parecido que tenían, pero ¿por qué no despedirse de su hijo que pasara lejos medio año? No era de mi incumbencia, claro, pero cuando me avisó no parecía molesto o triste, sino que me lo contó con total normalidad, como si no fuera la primera vez que aquello sucedía.
Pero no podía preocuparme por ello ahora, quizá le pregunte después, pero ahora debía concentrarme en no parecer un maldito zombi; había pasado la noche en vela, creándome mil escenarios hipotéticos que acaban en desastre, y después me desperté a mitad de una pesadilla, donde mi padre me sacaba a rastras de la escuela después de descubrir que Kyle era mi compañero…Volví a lavarme el rostro por tercera vez, para quitarme el sueño. Hoy tenía un largo día por delante, y no podía dejar que nada lo echara a perder.
Mientras terminaba de arreglarme mi teléfono comenzó a sonar, era el tono de llamada que usaba para mi madre. Lo tomé entre las manos y sentí como estas comenzaban a sudarme. Por un momento temí que me dijera «¡Ey! Estamos del otro lado de la puerta, ¿nos dejas pasar?», porque de ser así no sabía como es que iba a esconder a Kyle. Con un dedo resbaloso deslicé hacía la derecha para contestar la llamada.
–¿Bueno? –pregunté con un ligo temblor en la voz que intenté esconder en vano.
–Buenos días mi niña–saludó del otro lado mi madre, de fondo podía escuchar el abrir y cerrar de las puertas de un coche y mi miedo incrementó–. Sólo quería desearte buena suerte el día de hoy, quizá no nos veamos hasta después de tu presentación, pero sí llegamos a tiempo para verte tocar–se apresuró a agregar–. ¿Todo bien? –preguntó en cuanto mi silencio se hizo demasiado prolongado.
Yo estaba demasiado agradecida con el destino, el universo o Dios, que olvidé contestarle a mi madre por estarle rezando a la deidad que me había regresado el alma al cuerpo.
–Oh sí, es sólo que estoy algo nerviosa–admití, después de todo mentira no era.
–Mi niña, pero si todo va a salir bien eres super talentosa y lo sabes. No importa si lo haces perfecto, bueno o regular, para mí eres la mejor pianista que hay en el mundo, estoy demasiado orgullosa de ti Kassia–su voz salió algo tomada.
«No, no por favor, no llores, porque si lo haces yo también lloraré y el maquillaje me ha quedado perfecto».
–Mamá–musité.
–¿Sí?
–Te quiero–sonreí un poco y comencé a parpadear cuando sentí que los ojos me picaban.
–¡Ay, tesoro! –comenzó, pero no pudo terminar, del otro lado de la línea escuché como mi padre le decía que estaban listos para partir–. Yo también, nos vemos al rato.
Terminé la llamada. Solté un suspiro y tomé un pañuelo desechable y con la punta me sequé las pequeñas lagrimas que amenazaban con salir.
«Dios, pero que maldita broma es esta».
Terminé de arreglarme.
–Ahí está mi pianista favorita.
Estaba terminando de bajar las escaleras cuando el llamado de Kyle captó mi atención. Lo miré sobre la barandilla de las escaleras, estaba apoyado en la isla de granito, sostenía lo que parecía ser una taza de café, llevaba puesta una camiseta blanca remangada a tres cuartos que resaltaba el bronceado de su piel, y al igual que el día del baile iba peinado. Sentí un pequeño nudo en la garganta al tragar saliva. ¿Qué es lo que se dice en estos momentos? El chico alzó una ceja, como esperando una respuesta.
–¿Gracias? –pregunté.
Mentalmente me di de topes contra la pared. Kyle se rio un poco y meneó el cabeza divertido. Creí que habíamos quedado en algo, pensé que ya no habría más coqueteos, es decir, hace unos días él estaba reticente a verme y a hablarme y ahora, en un abrir y cerrar de ojos ha vuelto a ser él mismo, ¿se habrá golpeado la cabeza? Porque no encuentro razón lógica como para que su comportamiento haya quedado en el olvido, o quizá entró en razón y prefirió dejar todo en el pasado, volver a ser el mismo Kyle del comienzo y fingir que nada de ello pasó…
Como sea, extrañaba mucho esto, y no voy a negarlo, verlo vestido así era demasiado ¡wow! Como para no sentir aquel nudo en la boca del estómago y en la garganta, sin embargo, no me estaba gustando el hecho de porque se estaba instalando en mí aquellas emociones.
–¿Nerviosa? –preguntó mientras le daba un sorbo a la taza.
Embobada seguí el camino que hacia el líquido hasta que desapareció.
«Tierra llamando a Kassia, ¡tierra llamando a Kassia!, ¿me copias? ¡Deja de hacer estupideces!».