Nina
--¡YA LLEGUEEÉ! --grito desde el umbral de la puerta mientras doy unos cuantos pasos para entrar y poder cerrar la puerta.
--¡A QUIÉN LE INTERESA! --escucho que me devuelven el grito.
Me quedo paralizada por escuchar esa voz, no, no puede ser él, él está de viaje, eso creo, ¿no puede ser? ¿o sí?
No pierdo más el tiempo en hacerme preguntas y corro hasta la sala para encontrarme con Francis, no puede ser verdad.
Lo encuentro sentado en el mueble con los pies tendido en la mesita de sala, si mi mamá lo viera se ganaría una retada de ella por estar de esa forma, pero cambiando el tema ¿Cuándo llego?
Francis se percata de mi presencia en la sala y no espera más para levantarse del mueble y no dudo ni un segundo para caminar unos cuantos pasos y tirarme (literalmente) encima de él, que fácilmente me atrapa en un gran abrazo de oso de hermano mayor.
--Te extrañe mocosa-- dice mientras me estrechas más en el abrazo.
Otro más, llamándome mocosa, que tiene la gente en llamarme así. Solo tengo diecinueve años no soy tan chica.
--Yo más pepino-- lo abrazo fuerte mientras me rió por el apodo que mi padre le ha puesto a él.
Me separo de él y observó su aspecto, ha cambiado, se ha hecho crecer un poco el cabello. Parece que estuvo haciendo ejercicio ya que los brazos lo tienen un poco más ancho que la última vez que lo vi, ha crecido mucho, le doy una mirada rápida a su atuendo y ha cambiado hasta su forma de vestir totalmente.
Como dije antes mi padre tiene el trauma de los apodos de vegetal o frutas, a mi hermano le puso pepino, ¿porque? según él era (si, digo era porque ya no es) un flacucho sin ningún miligramo de musculo, si lo viera ahora mi padre, se sorprendería por el cambio que tiene mi hermano.
--Como... ¿Cuándo llegaste? -- pregunto --¿porque no me avisaron? – reclamo con resentimiento.
Se establece en el mismo lugar que lo encontré (cuando entré) y me hace una seña con las manos para que me siente alado de él y sin duda lo hago.
--Hace una hora—dice normalmente, mientras mira la hora en su celular --Y nadie sabía que hoy vendría, mocosa-- termina de contestar mi pregunta.
Le doy un manotazo en el brazo.
--¡Auch! -- se queja --no hagas eso otra vez --se soba el brazo golpeado.
--No te quejes, ni te pegue fuerte—
Se lo merecía, quién le manda no avisar y más llamarme todavía mocosa, me hace acordar a la escena de esta mañana.
--Eso díselo a mi brazo—reclama como un bebe, mientras se sigue sobando el brazo golpeado.
Ruedo los ojos (exagerado) y como si nada hubiera pasado siento que me abraza de nuevo, le devuelvo el abrazo, los extrañe mucho, tenía casi un año sin vernos.
--¿Y mamá? --pregunto mientras me alejo de él --sabe que llegaste—
--no estás –contesta a la pregunta que le hice --y no, no sabe que llegué—me mira un poco culpable.
¿Eh? Miro la hora en el celular de mi hermano (Que lo tiene encima de la mesita) y son las 2:30 p.m. a esa hora tiene que estar recogiendo a Fabiola de sus clases... Miró fijamente a mi hermano y no puedo creer que esté de nuevo en esta casa, creí que no volvería.
--No me mires tanto que me voy a gastar—advierte Francis con un tono divo.
Como lo extrañe, pero tiene el ego muy subido.
Me rio antes de decirle un insulto.
Suspiro hondo.
--Te extrañe—digo de la nada –pensé que nunca volverías-- siento opaco los ojos, señal de que quiero llorar.
A veces me pongo muy sensible, pero volviendo al tema principal.
Francisco más conocido como Francis es mi hermano mayor, se fue hace tres años por cuestión de estudios y aunque lo hemos ido a visitar y él ha venido, aunque sea dos días lo he extraño mucho.
--¡Nina! –
Escucho que me llaman haciéndome separar de mi hermano.
Me levanto del mueble para ver bien a mi hermana que se encuentra de pies en el umbral de la sala, mirándome con una ceja levantada. Siempre he querido levantar una ceja, pero no puedo. Con una cara de enfado.
--¿Con quién te estás abrazando? —pregunta y puedo notar los celos en su voz.
¿Eh? Parece que no se dio cuenta que es nuestro hermano. Qué asco.
--Contesta, o grito y mamá vendrá—amenaza la muy pequeña.
Tan pequeña y loca.
--Parece que alguien se ha olvidado de su hermano—habla Francis con un tono totalmente dolido (sé que es falso a mí no me engañas hermanito) y se levanta del mueble para dar solo unos pasos e ir donde esta Fabiola.
--¡PEPINO! -- grita mi hermana para luego saltar (literalmente) encima de mi hermano para que la coja.
--CALABAZA—habla mi hermano –te extrañé-- susurró lo último en la oreja de mi hermana para que nadie lo escuche, pero lastima yo si lo escuche.
--Fabiola te he dicho más de mil veces que no corras—escucho que mi madre entra retando a la calabaza.
--Fabio...-- vuelve a llamarla, pero se queda paralizada cuando ve a mi hermano.
--¡FRANCISCO! --grita mi madre mientras corre donde esta él y lo abraza fuerte, no le importa que este Fabiola, solo lo abraza como si no lo quisiera dejar ir –¡¿eres tú?!-- no mamá es un fantasma –Cuantos has crecido—lo analiza de la misma manera que lo hice yo –¿Cómo? ¿Cuándo llegaste? -- pregunta.
--Hace dos horas—responde el cabezota con la mayor inocencia.
Observó que deja en el suelo a Fabiola y abraza más fuerte a mamá.
Dejo de escuchar la plática que tiene mi hermano con mi madre para concentrarme en mi hermana que viene donde estoy haciendo que la coja.
--Vamos a cambiarte —digo –dejemos que hablen los mayores — Creo que necesitan tiempo a sola de madre e hijo.
Me llevo a mi hermana hasta su cuarto para cambiarle su uniforme de escuela por ropa más fresca.
--Esta guapo el pepino—dice Fabiola mientras busco una muda de ropa fresca –ha cambiado—