No sé cómo sucedió, ni cómo llegué a este punto desgarrador. ¿Dónde está mi hermanita? Todo empezó en un día que parecía ser como cualquier otro. Estaba tranquilamente viendo la televisión en mi apartamento, sumergido en la monotonía de mi vida cotidiana. Sin embargo, algo inusual se apoderó del aire.
De repente, el sonido de ruidos extraños me sacó de mi apacible letargo frente a la pantalla. Al principio, pensé que era algún problema en el edificio o tal vez en la calle. Pero pronto, esos ruidos se transformaron en gritos desgarradores que perforaron el silencio que solía reinar en mi hogar.
Me asomé al balcón, esperando encontrar alguna explicación lógica para la conmoción que estaba ocurriendo. Lo que vi, sin embargo, estaba muy lejos de la normalidad. El caos se había apoderado de las calles. La gente no solo estaba asustada; se estaban atacando entre sí. ¿Mordiéndose? La realidad se retorcía frente a mis ojos, y me di cuenta de que nada estaba bien desde el principio.
Ahora, retrocedo un poco en el tiempo. Imagino un día común en mi vida. Despierto en mi modesto apartamento, con la luz del sol filtrándose por las cortinas. La taza de café humeante en mis manos mientras observó distraídamente las noticias en mi teléfono. La rutina se extiende frente a mí como una carretera sin fin, llena de hábitos mundanos que ni siquiera me molesto en cuestionar.
Tal vez tengo un trabajo que no amo, pero que me proporciona la estabilidad necesaria. La ciudad se despierta a mi alrededor, con sus ruidos familiares y el bullicio constante de la vida urbana. Mi hermanita, siempre tan inocente, juega en el rincón de la sala mientras intento concentrarme en la pantalla de la televisión.
Nunca imaginé que este día, este día rutinario, se convertiría en el punto de quiebre de mi existencia. La normalidad se desvaneció como una ilusión, y lo que quedó fue un mundo transformado por algo que no puedo comprender.
Ahora, con el horror desplegándose ante mí, me pregunto cómo llegué a este punto. ¿Cómo un día común pudo convertirse en este caos apocalíptico? Y la pregunta más urgente: ¿dónde está mi hermanita en medio de este torbellino de locura y desesperación?
Me acuerdo de esos momentos previos, cuando la tarde se deslizaba lentamente hacia la noche. Las noticias informaban sobre eventos ordinarios y triviales, mientras yo me sumergía en la comodidad de mi hogar. Mis preocupaciones giraban en torno a problemas cotidianos, cosas tan triviales como el tráfico o el clima. Nunca pude imaginar que la realidad se desmoronaría de manera tan abrupta.
Recuerdo cómo el aroma del café llenaba la habitación, y el murmullo constante de la ciudad se mezclaba con la risa despreocupada de mi hermanita. Sus juegos inocentes resonaban en la sala, creando un ambiente cálido y hogareño que ahora se sentía como un recuerdo distante.
Pronto recibí la llamada de mi madre. No se entendía, pero pude escuchar que pudieron esconderse en el almacén de un supermercado. Eso me alivió. Les dije que aseguraran la puerta, que la cerraran y que no hicieran entrar a nadie. Que se quedaran allí hasta que resolviéramos el asunto.
Pronto escuché un ruido en mi puerta y me di cuenta de que no tenía seguro. Corrí rápidamente para ver quién era. Fui a ver por la cámara de seguridad y vi que era una de esas personas. Cerré la puerta y busqué cosas con las que bloquearla...
Después de bloquear con apuro la puerta, mi atención se centró en las ventanas. Aunque ya había visto esas criaturas antes, no pude evitar sobresaltarme cuando una de ellas me fijó con su mirada vacía. Mis pasos apresurados me llevaron hacia la seguridad de las sombras mientras corría en busca de algo para tapar las ventanas, tratando de mantener a raya la visión de aquellos horrores.
Con las ventanas aseguradas, me dejé caer exhausto en el sofá. A pesar de haber tomado medidas, el miedo persistía en mi mente. La televisión parecía ser mi única conexión con el mundo exterior, así que la encendí en busca de alguna información tranquilizadora. Sin embargo, solo encontré interferencias y estática que reflejaban la caótica realidad afuera. Decidí apagarla, temiendo que el ruido pudiera atraer la atención de los seres errantes.
En el silencio tenso de mi apartamento, un sonido inesperado interrumpió mis pensamientos. Toc, toc. Un golpeteo suave resonó desde el balcón, congelándome en mi lugar. Aterrado, agarré un arma cercana, preparándome para lo que pudiera venir. Me dirigí con precaución hacia el balcón, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho, sin saber qué encontraría al otro lado.
Con las puertas de cristal resistente del balcón y sin más papel para tapar la visión del exterior, opté por correr las cortinas en un intento de ocultar cualquier indicio de movimiento en mi apartamento. Aún tembloroso, abrí la cortina con cautela, preparándome para enfrentar lo desconocido. Para mi sorpresa, lo que me esperaba no era una amenaza mortal, sino un pequeño pajarito. Aliviado, abrí las puertas del balcón y lo espanté con suavidad, observando cómo se perdía en el cielo.
Mientras me asomaba al balcón, una sensación de calma momentánea se apoderó del entorno. Los no-muertos permanecían inmóviles, como si la presencia del insignificante pajarillo no hubiera alterado su letargo. Mi mirada se desvió hacia un gato callejero que deambulaba despreocupadamente por la zona. Para mi sorpresa, las criaturas no mostraron el más mínimo interés en él. Me detuve a observar con detenimiento, buscando cualquier señal de heridas o mordeduras, pero el felino parecía indemne.
Decidí cerrar lentamente las puertas del balcón, queriendo mantener la paz aparente que se había instalado en mi refugio temporal. Corrí las cortinas con cuidado, asegurándome de no atraer la atención no deseada. Un suspiro de alivio escapó de mis labios mientras la tranquilidad regresaba a mi apartamento.
Editado: 14.12.2023