∞
Después de años de huir de su pasado, Jack decidió regresar a Ravenswood, el lugar donde todo había comenzado. Donde había encontrado el amor y la redención, pero también donde había cometido errores irreparables.
La ciudad parecía haber cambiado, pero Jack sabía que sus fantasmas seguían allí, esperándolo. Los espíritus de sus víctimas, de los que había amado y perdido, de los que lo habían llevado por el camino de la destrucción.
Jack había sido un hombre bueno, pero la guerra lo había corrompido. La violencia y la pérdida lo habían convertido en un asesino. Ahora, buscaba redimirse, pero sabía que era demasiado tarde.
En su habitación de hotel, Jack escribió una carta:
"Querido Dios,
No sé si puedes escucharme, pero necesito decirte algo. Me han llamado asesino, pero yo no elegí serlo. La guerra me lo hizo. Me quitaron la elección.
Recuerdo cuando era un hombre bueno, cuando creía en la humanidad. Pero la humanidad me falló. Me obligaron a matar, a elegir entre mi vida y la de otros.
No puedo pedir perdón por algo que no elegí. Pero puedo pedirte que me perdones por no haber podido evitarlo.
Mi alma está destrozada, Dios. No sé cómo repararla.
Tuyo,
Un hombre roto"
Al día siguiente, Jack se dirigió al cementerio, donde yacían los restos de sus seres queridos. Allí, se enfrentó a su propio reflejo.
"¿Puedo perdonarme?", se preguntó.
Su reflejo lo miró con ojos llenos de dolor y culpa. "No", respondió. "Nunca podré perdonarme por lo que he hecho."
Jack sonrió, sabiendo que había vivido demasiado. "No importa", dijo. "Voy a vivir para siempre en mi propio infierno."
Y con eso, Jack desapareció en la noche, dejando atrás su pasado y su futuro.
∞
#1377 en Otros
#310 en Relatos cortos
#9 en No ficción
amor, poesía que explora corazón humano, esperanza y resiliencia.
Editado: 16.11.2024