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Ella había vivido una vida marcada por la adversidad. Cinco veces, el destino había intentado doblegarla, pero ella se había levantado cada vez, más fuerte y más radiante.
Su espíritu era como una flor de loto que emergía de las aguas oscuras, buscando la luz del sol. Y cada vez que parecía que la noche la consumiría, ella encontraba la fuerza para seguir adelante.
Su cuerpo llevaba las cicatrices de those batallas, pero su alma estaba intacta. Había aprendido a convertir el dolor en fuerza, y la oscuridad en luz.
Un día, mientras caminaba por un jardín lleno de flores, se detuvo frente a una flor de loto blanca. La miró fijamente y sonrió. En ese momento, supo que había encontrado su verdadero yo.
Ella era la flor que florecía en medio de la tormenta, la mujer que había superado los obstáculos y había salido victoriosa. Y en ese instante, supo que nada podría apagar su luz.
La mujer siguió caminando, con la cabeza alta y el corazón lleno de gratitud. Sabía que la vida aún le deparaba desafíos, pero también sabía que estaba lista para enfrentarlos.
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Editado: 16.11.2024