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Después de la entrevista, me sentí como si hubiera emergido de un sueño. La presencia de El Eterno había sido casi irreal, como si hubiera estado hablando con una sombra o un reflejo de la luna.
Me pregunté si había sido real, si no había sido solo una proyección de mi propia mente. Pero las palabras de El Eterno resonaban en mi interior, como un eco que no podía silenciar.
Entrevisté a un ser extraño, un ser que parecía conocer todos los secretos del universo. Su mirada había penetrado mi alma, como si hubiera visto todas mis preguntas y dudas.
Me sentí pequeño, insignificante, frente a la inmensidad de su sabiduría. Y sin embargo, El Eterno me había tratado con una gentileza y una compasión que me había hecho sentir visto y escuchado.
Regresé a mi hogar con la sensación de que había sido tocado por algo divino. La entrevista con El Eterno había sido un regalo, un recordatorio de que hay más en el universo que lo que podemos ver y tocar.
Y cuando miro las estrellas, recuerdo las palabras de El Eterno: "La conexión es la clave. La unidad es el destino."
Me pregunto si algún día podré comprender la verdadera naturaleza de El Eterno. Pero por ahora, me contento con saber que existen seres como él, seres que pueden iluminar nuestro camino en la oscuridad.
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Editado: 16.11.2024