Es una obra virgen, literalmente virgen y original, porque proviene de la mente de una adolescente que expresa sin pautas las sensaciones y emociones que surgieron de su imaginación, provocadas por el entorno en que desarrolló los primeros años de su vida.
La construcción de los relatos ruboriza a los lectores de la generación de quien escribe esta opinión, a la vez que desvela impresionantes vivencias y emociones de la adolescencia de una niña que casi es mujer; y, para los contemporáneos y juveniles constituye una antorcha que ilumina y desvela tabúes que solo subyacen en la imaginación negadora de la realidad de nuestras sociedades.
Ha sido definida, como una: «historia muy especial, dura, sencilla, cruda y muy humana».
Nada es como un elixir que cautiva y libera a la vez, pero que al final te conduce a beber la savia hasta la última gota.
Los escritores como Gabriela Montilla son seres excepcionales, de altas y profundas sensibilidades, que suelen aparecer en la historia de tiempo en tiempo; sus inspiraciones suelen estremecer la conciencia de la sociedad, producir profundas reflexiones, deleitar a los espíritus y orientar a los más nobles a realizar grandes transformaciones a la humanidad.
En cada capítulo, su estructura prosaica llana y fuerte, es como una sinfonía cautivante, la forma en que une las palabras y la libertad con que las dice hace fluir con armonía la narración de la historia, los dramas de repente pueden desembocar en una comedia y viceversa, es una mezcla magistral que desafía la imaginación. Nada es la obra cumbre de la virginidad más temprana del siglo xxi.
Invito a todos los que lean este prólogo, a que se atrevan a ser parte de la conexión de Nada, que es el principio de Todo.
República Dominicana,
Leoncio Amé Demes.