Escencia absoluta

El corazón se agita, no es a causa de un amor.
Una maraña de ideas, confusas, sin rumbo, vienen y se aglomeran. Giran y giran, como arriba de un juego mecánico.
El aire se atasca en las fosas nasales, pareciera no hallar rumbo a los pulmones. No es entusiasmo exacerbado.
Y como si mi cuerpo de placas tectónicas estuviera hecho por dentro, chocan, repetidas e incontables veces. 
Tiembla y me da más miedo no lograr detenerlo.
Tiemblo, quiero hacerme un ovillo; cerrar mis ojos y crear otro mundo, otra realidad.
El corazón no se detiene, pero es mayor mi temor que lo haga.
Ya no entiendo lo que escucho: un contante "tienes que tranquilizarte".
Un consejo que no es un remedio.

¿Es solo un abrazo el que quiero?

Es mi petición:
Que me dejen llorar sin que me digan que tengo mil y un razones para sonreír. 
Que me permitan hablar sin que terminen haciéndome ver qué es una exageración. 
Que no minimicen mi cualquiera de mi sentir, nada más por que ellos no llegan a empatizar.
Que la escencia absoluta de mi ser se vea libre de vivir en el momento y no sentirse en un constante juicio, propio y ajeno.
Dejar de enmarcarme en un cuadro de acero, permitir extender mis colores fuera del lienzo. Tocar con ellos lo infinito del cielo.
Poder ser de concreto y esponjosas nubes.
Poder andar con pies descalzos, aprender a nadar con zapatos en el aire y respirar con el agua hasta la coronilla.
Dejar de remitirme al pegajoso pasado. 
Volar envuelta en el presente de seda, en la existencia de corteza de madera.

Es que esto es un aviso, una alerta, para el cambio.
No quiero temblar más o llorar y no parar.
Terminó agotada, con la barriga hecha nudo, los músculos débiles y el espíritu somnoliento.