3 años antes...
Hoy tenía una cita con la modista, para ver los últimos detalles de mi vestido. Pero antes vine a darle una sorpresa a mi guapo prometido, para informarle algunos cambios sobre el preparativo de la boda.
Cuando me acerco a su oficina me doy cuenta que su secretaria no se encuentra en su puesto, pero no le tomo importancia, sigo avanzando y me detengo al escuchar voces provenientes de la oficina. Acerco mi cabeza hacia la puerta para poder escuchar mejor.
–Cariño no seas celosa esto es por el bien de los dos, terminara antes de que te des cuenta. Además, no hay otra forma para conseguir el dinero que falta o asociarse a otra empresa de otro modo– escucho que dice mi novio.
–Lo sé, pero no logro tolerar el que ella este pegada a ti día y noche, nosotros no podemos tener un rato a solas y eso me fastidia demasiado– la voz de aquella mujer se me hace conocida, intento descifrar de es quién, pero no lo logro.
Me alejo un poco de la puerta, no podía creer lo que acababa de escuchar. Estaba segura que la voz de ese hombre era la de mi novio, pero la voz de aquella mujer no lograba reconocerla totalmente. No entendía su conversación, pero estaba segura que ellos tenían algo.
Quería pensar que eran imaginaciones mías que estaba equivocada. Me acerque nuevamente a la puerta y la abrí con cuidado, asomando lentamente mi cabeza con miedo a lo que pudiera descubrir.
Levante mi mirada temerosa. No podía creer lo que acababa de ver, mi mejor amiga Esther se encontraba sentada en el escritorio de mi novio, mientras él la besaba con pasión. Parpadeé un par de veces para confirmar si era real lo que veía y, si lo era.
Sentí como se iba formando un nudo en la garganta y unas cuantas lagrimas empezaban a bajar por mis mejillas. No sabía qué hacer, cerré la puerta con fuerza dispuesta irme de aquí. Caminé paridamente hacia el ascensor, pero su voz me detuvo.
–Ámbar espera, deja que explique– dice –Amor, por favor escúchame- intenta decirlo en forma de ruego, pero no lo logra.
Continúo avanzando, cuando estoy por entrar al ascensor el me sujeta del brazo con fuerza. Me estira llevándome a jalones hacia su oficina.
–Suéltame– gruño molesta –No tengo nada que hablar contigo– intento zafarme de su agarre.
Entramos a la oficina y suelta el agarre. Voy hacia la puerta intentando abrirla, pero esta se encuentra con seguro. Me doy vuelta y veo que Esther ya no se encuentra aquí, estaba tan concentrada en que el me soltara que no me di cuenta de que ella se fue.
–¡Déjame salir! – grito exaltada.
–Primero tranquilízate– intenta acercarse, pero me alejo.
–Cómo quieres que me tranquilicé, ¡si te acabo de ver besándote con mi mejor amiga! – al decir lo último se quiebra mi voz. Mis ojos se cristalizan y las lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas nuevamente.
–Escúchame, ella vino estaba llorando intente calmarla, pero… me beso desprevenidamente– dice intentando tener firmeza en su voz.
–Y como explicas el que ella estaba sentada en el escritorio mientras te besaba– digo un poco calmada.
Si creía que era tonta estaba equivocado, escuché muy bien lo que hablaron y vi perfectamente como el la tocaba mientras la besaba. Talvez me torturaba al recordar tal escena, pero yo no iba a taparme los ojos y hacer como si nada hubiera pasado.
–Es que… ella… yo…– intenta excusarse, claramente se notaba lo nervioso que estaba mientras intentaba explicarse.
–¡Basta Elián!, fue suficiente– digo un poco alterada ya no quería seguir escuchándolo, sabía que de su boca solo estaban saliendo mentiras y no quería escucharlas. –Déjame salir necesito aclarar mis ideas–
Este solo asiente, abre la puerta y cuando estoy por salir susurra –No le cuentes a nadie lo que viste luego lo arreglamos cuando estés más calmada– luego me da un beso en la mejilla el cual limpio al instante que salgo.
Me voy lo más rápido que puedo de ese lugar para no seguir soportando el dolor que llevo dentro. Cuando llego a mi casa, me dirijo a mi habitación me encierro y empiezo a llorar desconsoladamente.
La conversación que ellos tuvieron y el beso que se dieron no dejan de rondar por mi cabeza, aun mas lo cínico que fue Elián al intentar explicarme.
Ahora entendía su conversación, ellos solo me estaban utilizando. Que tonta fui al no darme cuenta, debía de haber sospechado cuando ella me lo presento y en lo rápido que avanzo nuestra relación, apenas llevábamos un año de conocernos.
Ambos sabían muy bien lo que hacían y así pudieron manejarme con facilidad sin qué yo sospechara nada.