Nadie Como Tú - Primera Edición

Prólogo.

Puedes olvidar muchas cosas a través de los años. Sin embargo, algún día recordarás con cariño los lugares donde dejaste una historia increíble para contar y a las personas que alguna vez te hicieron sentir, el ser más dichoso y feliz.

Pues no importa si al caer la noche solo tú podrás darte el consuelo que necesitas tras haber tenido un mal día; siempre llegará alguien que, con una tenue pincelada, coloree esa melancólica y fatídica tarde gris y la convierta en un amanecer fulgente y encantador.

Lamentablemente, nunca aprendes a valorar un beso, un abrazo y todos los gestos de amor que una persona comparte contigo, hasta que el dolor por su partida te deja con los anhelos y las ilusiones destruidas.

Cuando Alice recibió la noticia de que su hermano mayor había fallecido semanas después de Año Nuevo, la culpa por no haber impedido que ese evento trágico ocurriera, ocasionó que todo lo que ella fue un día, muriera la misma noche en la que él se fue para siempre. Todas las noches que pasaba en vela, la pregunta era la misma: ¿Era posible que después de dos años de luto pudiera reanudar su vida desde donde la había dejado?

A pesar de que trataba de empatizar con el tiempo que se encargaba de poner cada cosa en su lugar, nada explicaba por qué, al sentir que su vida estaba empezando a tener sentido, un hecho lo volvía a empeorar todo. 

Fueron muchas las veces que prometió no abrirle su corazón a la gente. Nadie podría entender que la culpa no la dejaba tranquila y que sus padres, en lugar de protegerla, se empeñaban en castigar su mente y atosigar su existencia. Sin embargo, al conocer a un grupo de seis chicos que habían pasado por una situación similar y que hicieron lo necesario para convencerla de buscar ayuda profesional, comprendió que es imposible olvidar a una persona que ha fallecido, cuando lo único que necesitas es que alguien se siente a tu lado y reciba de manera correcta tus aflicciones.

Siempre estaría agradecida por todo lo que su tía y sus amigos habían hecho por ella. Aun cuando unas millas de distancia se convirtieran un obstáculo para buscar apoyo en sus seres queridos, antes de dormir le gustaba recordar las palabras que una persona especial para ella le había dicho días antes de que ella partiera:

—Tal vez ahora no encuentre las palabras suficientes que te hagan saber cómo me he sentido desde que has llegado a mi vida, Jud. Sé que un lío de palabras te hará sentir confundida, pero desde la primera vez que te vi, todas las frases de amor han cobrado sentido. Antes de que me dejes, con el anochecer de testigo, he acudido hacia ti para recordarte que no hay nadie como tú. Y esa siempre será tu más grande y poderosa virtud.

Y esa siempre será tu más grande y poderosa virtud




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