Nadie más que tú

Capítulo III

Inés se había ido antes de que notaran que no estaba en la casa, Benjamín había subido a darse un baño y descansar, no sabía si su ex llegaría a dormir, pero no le importaba, lo que hubiese sentido por ella ya no estaba, ahora sentía asco, ¿ese tal Julián Mendoza había sido el único o hubo otros antes de él?

Ahora ya no importaba, mañana iría a renunciar de manera formal, con eso en mente se queda dormido.

Por la mañana se despierta temprano, sale sin desayunar, de todos modos no había nada para desayunar o para hacer, pero eso no importaba ya que no tenía hambre. La noche anterior había sido por demás agotadora, pero lo que le había dicho Inés había sido suficiente para motivarlo.

Al salir de la mansión se monta en la moto que usa para repartir, mira su teléfono y ve que hay un pedido, bueno, si ya iba a terminar el trabajo, lo terminaría bien.

Acepta el pedido y se dirige al establecimiento, tras recoger el producto se pone en marcha a la dirección que le indicaba, era un barrio algo peligroso, pero no era la primera vez que iba a un sitio como ese.

Baja de la moto y me acerco a la puerta, llamo y regreso a la moto para comenzar a sacar el pedido. A los pocos segundos la puerta se abre revelando a un hombre bastante grande.

- Buenos días, aquí tiene su pedido ‒le extiende la bolsa con la comida, esté la toma mientras otro hombre sale, y luego otro, le parece raro ya que la comida parece para una sola persona, pero quizás sus amigos ya se van y esta era la señal para eso. No importaba que fuera, saber esas cosas no era su trabajo–. Dice que es en efectivo, serían 109 pesos –los mira con calma.

De reojo observa a uno de los hombres sacar una navaja, ve a otro blandir una barra de metal de medio metro más o menos. Maldice para sus adentros, no supo cómo no lo intuyó, quizás porque no quería juzgar a alguien por cómo se veía.

Sin perder la calma, Benjamín recordó sus años de entrenamiento en artes marciales mixtas, si bien había personal que los acompañaba a todos lados, su abuelo creía conveniente que supieran defenderse, además, era como una tradición que los miembros aprendieran alguna clase de arte marcial, él había optado por las mixtas.

Mira atento a cada uno analizándolo, uno de los hombres se le deja ir con la navaja, lo esquiva y logra quitarle la navaja, con un movimiento fluido y preciso logra golpearlo y tirarlo al suelo. Hace lo mismo con el siguiente hombre, los otros dos hombres no tenían armas así que fue más fácil tirarlos al suelo y dejarlos fuera de combate. La agilidad y destreza de Benjamín los dejaron atónitos, y en poco tiempo, los matones yacían en el suelo, derrotados y lamentando su elección.

A la distancia Luis Urriaga, el primo mayor de Jimena; observaba la escena y maldecía para sus adentros, esos tipos seguro eran unos mentirosos y no tan rudos. Baja tras tomar un bate de metal, ya vería lo que le esperaba, era bien sabido que odiaba al tipo, no era de su mismo círculo y sólo los hacía pasar vergüenza con sus amigos.

Benjamín veía todo, no sabía por qué, pero algo le decía que la confrontación con los matones era sólo el comienzo. Mientras se sumía en sus pensamientos, una figura oscura se perfiló en la distancia, cuando se dio cuenta quién era frunció el ceño, era Luis, el primo de Jimena; un hombre que gustaba de fanfarronear diciendo que era un hombre de negocios cuando en realidad, era un bueno para nada. Era su padre, Pedro Urriaga; quién se encargaba de todo y permitía que su hijo fuera un bueno para nada.

Rueda los ojos al ver lo que trae, eso no le iba a servir de nada.

- Creíste que podrías escapar, pero aquí estoy yo para recordarte quién manda —dijo Luis con una sonrisa desafiante mientras golpeaba el bate contra su mano.

Benjamín, con la confianza que le confería su experiencia en artes marciales mixtas, adoptó una postura defensiva. Luis avanzó con rapidez, balanceando el bate con ferocidad, sin embargo, Benjamín anticipó cada movimiento, esquivando los ataques con una destreza impresionante.

En un giro repentino, Benjamín desarmó a Luis y contraatacó con una serie de golpes precisos. La confrontación se intensificó, y el sonido de la lucha resonó en el callejón. A pesar de los intentos desesperados de Luis por resistir, Benjamín demostró ser superior.

Finalmente, Benjamín, con elegancia y sin mostrar un ápice de agresión innecesaria, dejó a Luis en el suelo, visiblemente malherido. El silencio regresó al callejón mientras Benjamín comenzó a alejarse sin mirar atrás, no perdería más el tiempo con ese inútil.

Se acerca y levanta el pedido, ya que lo había pagado se lo llevaría y aprovecharía para desayunar.

Antes de subir siente que vibra su teléfono, lo saca y ve un mensaje de Jimena.

Hoy es la cena por el cumpleaños de la abuela, aunque preferiría no verte aquí, es obligatorio hasta el divorcio.

Suspira, lo último que hubiese querido era ver a toda esa horrible familia, pero no tenía de otra más que asistir.




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