Nadie más que tú

Capítulo IV

Abre la bolsa y se come la torta, se toma el refresco antes de colocarse el casco y subir a la moto, mira el reloj, aún tenía tiempo hasta la noche, necesitaba ver algunas cosas de la nueva compañía, buscar donde quedarse, ir por sus cosas y quizás, hablar con su abuelo.

Por lo pronto, pasaría algunas noches en el Hotel Imperia, el más exclusivo.

Enciende su moto y arranca, lo mejor era ir por sus pocas pertenencias, o no, de todos modos eran cosas que podían reemplazarse con facilidad. Sus documentos estaban en la villa de su familia, así que no había ningún problema, en realidad era mejor si no volvía ahí, nada le pertenecía y no sabía porque había creído que alguna vez sería diferente, que su ex lo querría o siquiera, vería todo el esfuerzo que hacía por ella y por llevarse bien con la familia, pero Jimena no lo quería y ahora veía que era casi odio lo que ella sentía por él. En fin, él le habría dado el mundo si se lo hubiese pedido.

Había decidido pasar el día revisando la información que Alejandro Villavicencio le había enviado, él sería su asistente de ahora en adelante, le había pedido que no revelara quién era el nuevo director de Tecno Innova, él le había asegurado que se haría como el dijera, no por nada se había mantenido en ese puesto tras ser comprado por el grupo Escalante.

Cuando ve la hora decide marcharse, se sube a la moto tras ponerse el casco, enciende emprendiendo la marcha al hotel Linton, otro hotel exclusivo pero no tanto como el Imperia. Lo único que quería hacer era ir y dejar en claro que ya no estaría con Jimena, por fin lograría romper lazos con esa horrible familia, ya se encargaría de Inés después.

Tras quince minutos de viaje llegó al lugar, dejo la moto en la entrada y sin más entro al hotel, camino hasta el salón de eventos, el cual resplandecía con luces festivas cuando estuvo en la entrada. Sin duda, los Urriaga no estimarían en gastos para festejar a la matriarca, Doña Catalina Gaviria viuda de Urriaga, nadie hacía nada si ella no lo ordenaba, suponía que esa era la razón de que Jimena y él se hubieran casado pese a que ella no lo quería, ¿habría sido una petición de su abuelo? La verdad es que no terminaba de entender eso, si bien había visto a Jimena un par de veces y la consideraba bonita, no había tenido un interés genuino por ella hasta que se comprometieron.

Al entrar en el gran salón varios parecieron quedarse estáticos a su presencia, no era un secreto que lo consideraban de clase inferior, si tan sólo supieran quién era, estaba seguro que se arrastrarían a sus pies pidiendo perdón, eran tan patéticos.

Las mesas estaban distribuidas a las orillas del salón dejando la parte central libre, sin duda, estaban todos aquí, los más bajos serían los gerentes de los restaurantes que manejaban los Urriaga.

Mira a Jimena acercarse, podía ver la sonrisa falsa mientras caminaba.

- Menos mal que llegaste ‒susurra lo bastante bajo para que sólo él pueda oírla, se contiene de rodar los ojos.

- Aun no estamos divorciados, tengo que venir ‒dice igual de bajo con una sonrisa igual de falsa. Caminaban hacia la abuela.

- Buenas noches abuela, feliz cumpleaños ‒le sonríe con cortesía, la verdad es que ella no parecía nada feliz con su presencia.

- Gracias, ahora deja pasar al resto ‒esto lo había dicho bajo, asiente y se mueve, esperaría al final de la noche para revelar lo del divorcio, no quería hacer un escándalo, prefería irse sin más.

- Claro ‒hace como le pide y se mueve del lugar, se suelta de Jimena y camina hacia Inés cuando la ve al final del salón.

- Hola Ben, ¿estás bien con esto? ‒señala a su hermana, parecía preocupada de verdad, eso era quizás lo que más admiraba de ella, esa preocupación genuina y su amabilidad.

- Sí, sólo serán unas horas ‒le sonríe de manera tranquilizadora, ella asiente.

Escucha un alboroto y al girarse lo ve, a Julián Mendoza, el hombre por el que lo habían cambiado, aunque en realidad, debería estarle agradecido por abrirle los ojos por fin.

Mira a Jimena caminar hacia Julián sin importarle nada más, esperaba que esto no se volviera en algo desagradable.

- Ahí esta el inútil marido ‒se había concentrado en hablar tranquilo con Inés, eso hasta que ese insufrible sujeto le hablo‒, junto a mi preciosa prometida ‒pudo ver como Inés se puso derecha al instante.

- Buenas noches, es increíble que tenga la desfachatez de llamarme inútil marido y de referirse a la hermana de su amante de esa manera, ¿no tenía intenciones de casarse con mi ex esposa en cuanto estuviera libre? A menos que su intención sea jugar con Jimena, algo que no me sorprende, son tal para cual ‒se encoge de hombros, se había movido un poco para proteger a Inés de la vista de ese desgraciado.

- No te permito que me faltes al respeto, ¿quién te crees que eres? ‒había visto la cara de Jimena cambiar de la petulancia a la indignación, la ve dar dos pasos e intentar abofetearlo, pero detiene su mano antes de que eso pase, no permitiría que ella ni nadie de esa familia lo volviera a maltratar.

- Todavía soy tu marido, y tengo derecho a hablarte como lo que eres, una infiel y una perdida, ¿no recuerdas que los descubrí in fraganti? ‒la suelta con algo de rudeza, la ve trastabillar un poco y sujetarse del brazo de Julián para evitar caer.

- Tú ‒chilla apuntando con su dedo, se detiene cuando ve como se acerca su madre‒. Mamá, este inútil me esta molestando y a mi amigo ‒hace un puchero, Benjamín rueda los ojos, no sabía porque le había gustado en primer lugar.

- Debería darte vergüenza hacer este escándalo, pero ya verás cuando la abuela se entere, tendrás tu merecido ‒le mira casi con furia, su voz baja evitando armar un escándalo.

- Siendo sincero, puede decirle lo que le plazca, no me interesa ‒le sonríe con falsedad, eso parece irritar a la mujer que se da media vuelta, seguro iría a buscar a su esposo para quejarse.




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