Nadie más que tú

Capítulo V

- Benjamín, por mucho tiempo esta familia te ha permitido ser parte, pero si es verdad que golpeaste a Luis, no seré indulgente contigo ‒dijo nada más acercarse, en realidad no le importaba, pronto no sería parte de esta familia.

- Él me atacó primero, incluso envió unos matones para golpearme, sólo me defendí ‒se encoge de hombros, igual sabía que no le creerían, siempre era así.

- No es verdad abuela, vino de la nada a pegarme ‒se queja cuando su madre intenta limpiar un poco la herida.

- Es un hombre violento abuela, no lo había querido decir antes por miedo ‒se gira a ver a Jimena, cuando pensó que no podía caer más bajo, resulta que sí era capaz.

- Lo dice la mujer que me engañó ‒le mira mal, al igual que al tipo que estaba junto a ella, la ve ponerse derecha‒ con el prometido de su hermana, ¿y yo soy el malo? Por favor Jimena, ¿por qué no le dices a la abuela que me divorciaré de ti por infiel? ‒se escucha un jadeo colectivo de sorpresa.

- No es cierto abuela, él es quien me engañó y ahora intenta justificarse, pero es verdad que quiero el divorcio, Julián y yo nos amamos y queremos casarnos si estás de acuerdo ‒le dijo suave bajando la vista, de verdad que era toda una arpía.

- Doña Catalina, me gustaría mucho casarme con Jimena, y sería un honor para mí si lo permitiera ‒ahora quería golpearlo, ojalá hubiese sido él y no Luis.

- Eres el heredero de los Mendoza, ¿cierto? ‒recordaba haber oído de él por su hijo Emiliano, quería unirlo a la familia a través de Inés.

- Así es Doña Catalina, Julián Mendoza, un placer conocerla al fin ‒toma su mano y besa el dorso con galantería.

- Que muchacho tan simpático, conocí a tu abuelo, un hombre muy inteligente y todo un caballero ‒Benjamín quería rodar los ojos, pero era mejor si sólo ponía cara de póker.

- Gracias, me han dicho que me parezco mucho a él, un gran honor ‒claro, ¿acaso ese hombre también le había gustado meterse con mujeres casadas?

- Bueno Benjamín, volviendo a lo que hiciste, es justo decir que recibirás un castigo ejemplar, no puedes golpear a mi nieto y estar tan tranquilo ‒mira seria al hombre, este no parecía arrepentirse de lo que hizo.

- No hice nada salvo defenderme, tanto de él como de los matones que envió para darme una paliza ‒de todos modos, sólo había ido porque debía hacerlo, mañana mismo se divorciaría de Jimena y no tendría que volver a verla jamás.

- No es verdad abuela, él es un salvaje, después de todo, es un don nadie venido del campo, agradecido debería estar de que nuestra familia fuera bueno con él y le permitiera estar con nosotros ‒podía escuchar los murmullos de los presentes.

- Además, ayer tiro mi comida al suelo y no se disculpó ‒ahora sí que Benjamín quería golpearlo con fuerza‒, es un mal empleado, señor Soler ‒el hombre se apresura hacia ellos, esta era su gran oportunidad sin duda alguna.

- Se me cayó cuando encontré a mi esposa semi desnuda en su habitación, ¿o es qué ya se le olvido? ‒el jadeo de todos los presentes no se hizo esperar, Jimena se pone blanca cual papel.

- No es verdad abuela, lo está inventando para hacerme quedar mal porque lo cambié por Julián, no acepta que lo dejara ‒Benjamín no puede evitar rodar los ojos.

- Señor Mendoza, para que soy bueno ‒pregunta tras hacer varias reverencias innecesarias.

- Quiero quejarme de su empleado, si no quiere que me queje a los altos mandos, le sugiero que lo despida ‒mira a Benjamín con superioridad, lo que ese tipo no sabía es que de todos modos iba a renunciar, así que daba igual, le dejaría tener este momento, ya se las cobraría más tarde, y ni siquiera era por Jimena, sino por lo que había intentado hacerle a Inés.

- Claro que sí señor, todas las quejas son tomadas en cuenta ‒saca su móvil y comienza a moverle, pronto siente que su móvil suena y mira la notificación de que había sido dado de baja como socio repartidor, guarda su móvil sin hacer gran escándalo‒. Listo señor Mendoza, espero que este feliz con mi servicio ‒si fuera un perro, seguro estaría sacando la lengua y meciendo la cola, era patético verlo arrastrarse así.

Pero dos podían jugar este juego, vuelve a sacar su móvil y tras enviar un mensaje a su mayordomo, lo vuelve a guardar, la orden era muy clara, quería que investigará a Augusto Soler y cualquier cosa mínima que encontrará, debía notificarlo a los altos mandos para su despido inmediato.

- Muy bien, excelente trabajo ‒palmea el hombro del hombre.

- Abuela, el castigo ‒escucha a lo lejos a Luis, ¿de verdad iba a seguir ese camino? Agradecía tanto salir de esa familia.

- Es verdad querida suegra, mira lo que ese advenedizo le hizo a mi pobre bebé ‒Elena habla limpiando el rostro de su hijo con una servilleta, era más por generar drama que otra cosa, hace rato que la sangre se había secado y no había nada que limpiar.

- Benjamín, estamos hartos de ti, hemos hecho tanto por ti, te dimos un techo y comida, ¿y así nos pagas? ‒decía aquello con voz tranquila, al menos así parecía, pero Benjamín la conocía tan bien que sabía lo fría que era‒. Pero puedo perdonarte si te arrodillas y le pides perdón ‒lo mira seria.

- No hice nada salvo defenderme, no voy a pedir perdón, ni a ese bueno para nada que tiene de nieto, ni a la infiel de su nieta ‒alza el rostro con altivez, estaba harto de esa familia.




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