El impulso me sedujo, muchísimo más rápido de lo que me hizo el que me haya besado él antes. Mi habitación al igual que toda la casa estaba oscura entre neblinas de frío, y yo, yo tenía a tres chicos a mis lados cuando en realidad sólo había uno al que quería allí. Y éste mismo fue el causante de mis alteradas hormonas, fue lo que levantó de la cama cuando yo deseaba dormir y entonces finalmente me abalance sobre él. Lo miré y lo barri con los ojos, él era perfecto.
Por un momento ni siquiera dude en volverlo a besar, me acosté en su pecho y me acerque aún más, ignore el desconocimiento mío de si seguía saliendo con la chica del bar que le había enamorado hace ya un tiempo. Pero no dude en establecer y satisfacer mis ilusiones, si ésto era un sueño, no tenía nada de lo que arrepentirme.
Él sonrió al recibir lo que aspiraba e inoportunamente tomo mi cuello y una de mis piernas jalandome hasta él, me deseaba tanto como yo...
O eso quería creer...
No, de hecho no, estaba pensando como loca y no siquiera había articulado palabras coherentes desde hacía un rato. ¿Estaba drogada? Que importaba... Estaba junto al chico que adoraba y era totalmente atractivo y prohibido lo cual multiplicaba la adrenalina que sentía.
Su nombre era Alexis, y hasta la fecha no habíamos congeniado tan bien como ahora, o eso fue hasta que el picaporte de la puerta sonó y pase la vergüenza más grande de mi vida, mi padre estaba ahí. Con la ceño fruncido y los brazos cruzados. Mi vida había acabado por descuido mío. Y cuando menos lo acordé mi crush ya estaba besando a otra mujer enseñándome la lección más grande de mi vida. Pensar dos veces lo que hacia en mis sueños.