Nebula

Un Futuro Incierto

Jara encontró a Choi en un rincón tranquilo del campamento, observando las estrellas en el cielo exótico del nuevo planeta. Se acercó despacio, sus pasos amortiguados por la vegetación extraña y suave del nuevo mundo. Choi lo notó y esbozó una leve sonrisa, invitándolo a sentarse junto a ella.

"¿Cuántos años han pasado desde que dejaron la Tierra?" preguntó Jara, rompiendo el silencio con una voz cargada de curiosidad y ansiedad.

Choi suspiró profundamente, sus ojos reflejando las luces del firmamento.

"Han pasado treinta años( respondió con suavidad). Cuando nos fuimos, yo tenía 28 años. Pero parece que este planeta ha detenido el tiempo para nosotros. Nuestros cuerpos no han envejecido como lo harían en la Tierra".

Jara asimiló la información, sus pensamientos girando en torno a la misión y las implicaciones de sus palabras.

—¿Cuál es el fin de todo esto, Choi? Si logramos derrotar a Seo, ¿qué pasará con nosotros y con todos los habitantes? ¿Y la Tierra? ¿Qué pasa si no llegamos a tiempo para avisarles?

Choi se tomó un momento antes de responder, su mirada fija en el horizonte.

—Si derrotamos a Seo, podremos liberar a este planeta de su tiranía y darle a la gente una oportunidad de empezar de nuevo. Pero la Tierra... la Tierra está colapsando. Los desastres naturales, la guerra y la contaminación están acabando con todo. CN19/45 es una esperanza, una nueva oportunidad de vida para la humanidad. Tenemos que avisarles antes de que sea demasiado tarde.

Jara la miró con intensidad, sus pensamientos divididos entre el deber y sus sentimientos hacia Choi.

—¿Y nosotros? ¿Qué pasará con nosotros?

Choi lo miró fijamente, sus ojos brillando con una mezcla de emociones.

—Esa es una pregunta para otro momento —dijo con voz temblorosa—. Por ahora, debemos centrarnos en nuestra misión.

El silencio se instaló entre ellos, cargado de sentimientos no expresados.

—Es tan difícil pensar en todo esto —murmuró Jara—. Quiero decir, llegué aquí por accidente, y ahora me encuentro en medio de una guerra y con una misión que podría salvar a toda la humanidad. A veces siento que no estoy preparado para esto.

Choi le tomó la mano suavemente, transmitiéndole calma.

—Nadie está realmente preparado para algo así, Jara. Pero no estás solo. Estamos juntos en esto, y vamos a encontrar la manera de hacer que funcione.

—¿Cómo logras mantener la esperanza? —preguntó Jara, buscando en sus ojos algún indicio de la fortaleza que ella mostraba.

Choi suspiró, pensando en todos los momentos difíciles que había enfrentado.

—Recuerdo por qué estamos luchando. Por las personas que amamos, por la posibilidad de un futuro mejor. Cuando llegamos aquí, yo era prisionera de Seo. Vi de primera mano su crueldad y su ambición desmedida. Pero también vi cómo la gente, incluso algunos de sus propios soldados, se daban cuenta de su verdadera naturaleza y decidían unirse a la resistencia. Esa es mi esperanza, Jara. Que siempre habrá personas dispuestas a luchar por lo correcto.

Jara apretó su mano, sintiendo un renovado sentido de propósito.

—Tienes razón. No podemos rendirnos. No ahora.

—No, no podemos —dijo Choi con determinación—

Jara se inclinó un poco más cerca, susurrando:

—Prometamos que, pase lo que pase, nunca olvidaremos este momento.

—Lo prometo.

El silencio entre ellos se llenó de una conexión profunda y silenciosa. Sin previo aviso, Jara tomó suavemente el rostro de Choi entre sus manos, acercándose lentamente. Sus labios se encontraron en un beso tierno pero cargado de emoción, un gesto que decía más que mil palabras.

Fue un momento breve pero significativo, donde el tiempo pareció detenerse. En medio del caos y la incertidumbre, encontraron un destello de esperanza y conexión.

Se quedaron así, abrazados bajo el cielo estrellado, preparados para enfrentar juntos los desafíos que vendrían. En ese instante, supieron que, a pesar de todo, tenían algo por lo que luchar y alguien con quien compartirlo.

El campamento de la resistencia estaba inmerso en una febril actividad. La noticia de que la nebulosa se alinearía perfectamente sobre la base de Seo había provocado una mezcla de esperanza y tensión entre todos. Jara, Choi y los líderes de la resistencia estaban reunidos alrededor de un mapa holográfico, planificando el ataque.

Jara se inclinó hacia el mapa, señalando la cima de la montaña.

—Necesitamos un enfoque sigiloso —dijo con determinación—. Las armas tradicionales no funcionarán contra sus escudos y sistemas de detección. Pero si usamos materiales de CN19/45, podremos crear herramientas que no solo sean efectivas, sino también indetectables.

Choi asintió, sus ojos reflejando el brillo de la determinación.

—¿Qué sugieres?

—Lanzas, flechas, cuchillas y trampas —respondió Jara—. Todo hecho con los materiales más resistentes y afilados que podamos encontrar aquí. Serán más cortantes, más punzantes, y mucho más efectivos que cualquier arma convencional.

Durante los siguientes días, el campamento se transformó en un taller improvisado. Todos trabajaban sin descanso, siguiendo las instrucciones de Jara. Las lanzas y flechas estaban hechas de una madera densa y flexible, combinada con una aleación metálica encontrada en el planeta, más dura que cualquier acero terrestre. Las cuchillas eran afiladas como navajas, y las trampas estaban diseñadas para ser letales.

Jara supervisaba cada detalle, su mente trabajando a una velocidad vertiginosa.

—Estas herramientas deben ser perfectas —decía a los artesanos—. No podemos permitirnos errores.

Mientras tanto, Choi y los líderes de la resistencia discutían la estrategia.

—Jara tiene razón —dijo Choi—. Necesitamos entrar sin ser detectados, desactivar el escudo invisible y abrir el camino para el resto de la resistencia.

Un líder de la resistencia, llamado Hwan, intervino.




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