Nebula

Contraataque

La noche de la operación, la resistencia se movió con sigilo bajo el manto de la oscuridad. La nebulosa brillaba intensamente en el cielo, proporcionando una luz tenue pero suficiente para guiar sus pasos. Las herramientas ancestrales, ahora transformadas en armas letales, estaban listas.

Jara miró a su equipo, sus ojos reflejando tanto confianza como una silenciosa determinación.

—Recuerden, no podemos fallar. Sigamos el plan al pie de la letra.

El equipo de Hwan se adelantó, creando distracciones sutiles pero efectivas que desorientaron a los drones y robots en la periferia. El equipo de Choi y Jara avanzó rápidamente, utilizando las sombras para cubrir su movimiento.

Llegaron a la primera patrulla de soldados enemigos. Con una precisión letal, las flechas de la resistencia encontraron sus objetivos, derribando a los soldados sin un solo sonido. Los cuchillos silenciaron a los guardias, evitando que pudieran dar la alarma. Cada enemigo caído era arrastrado fuera de la vista, asegurando que no se levantaran alarmas.

—Buen trabajo —susurró Choi—. Sigamos adelante.

Avanzaron más hacia el interior de la base, donde los drones y robots patrullaban con mayor frecuencia. Jara hizo una señal y dos de sus mejores tiradores eliminaron a un par de drones con flechas especiales que desactivaban sus sistemas.

El control de mando estaba cerca, pero también fuertemente custodiado. Jara observó la situación, buscando una debilidad.

—Allí —dijo, señalando una pequeña entrada de ventilación—. Podemos usarla para infiltrarnos sin ser detectados.

El equipo se movió rápidamente, deslizándose por la entrada de ventilación y avanzando hacia el control de mando. Una vez dentro, encontraron a más soldados y robots, pero los eliminaron con la misma precisión letal que antes.

Finalmente, llegaron a la sala del control de mando. Jara y su equipo se movieron en sincronía, tomando posiciones alrededor de la sala.

—Ahora —ordenó Choi.

Las lanzas volaron por el aire, las cuchillas atravesaron el aire y los soldados enemigos cayeron uno tras otro. Jara se acercó al panel de control, trabajando rápidamente para desactivar el escudo.

—Solo un poco más... —murmuró, sus dedos moviéndose frenéticamente sobre los controles.

Finalmente, el escudo se desactivó con un suave zumbido. Jara tomó el comunicador y habló con urgencia.

—Hwan, el escudo está desactivado. ¡Es hora de moverse!

La resistencia se movió con rapidez, aprovechando la oportunidad creada por Jara y su equipo. En la cima de la montaña, cerca de la base de Seo, la batalla se intensificó. Las lanzas y flechas se encontraron con los blásters y rayos de los soldados de Seo. Los robots avanzaban implacables, pero la resistencia los enfrentaba con una valentía indomable.

Choi lideraba el ataque con una ferocidad impresionante, sus movimientos precisos y letales. Jara, habiendo salido del control de mando, se unió a la lucha, su mirada fija en el objetivo.

—¡No podemos rendirnos! —gritó Choi—. ¡Por la libertad!

La batalla fue brutal y prolongada. Los impactos de los disparos resonaban en el aire, mientras las cuchillas y lanzas de la resistencia encontraban sus blancos con mortífera precisión. Los drones caían del cielo, derribados por los tiradores de la resistencia, y los robots eran desactivados uno por uno.

Finalmente, tras lo que pareció una eternidad, el ejército de Seo comenzó a flaquear. La resistencia, aunque exhausta, luchó con renovado vigor, sabiendo que la victoria estaba al alcance.

—¡Es ahora o nunca! —gritó Jara, avanzando hacia la base con determinación.

Mientras la resistencia entraba en la base, uno de los encargados de ciberseguridad, Tae-jun, se encontró rodeado por más de 50 robots. Sin dudarlo, comenzó a luchar con todo lo que tenía, usando sus habilidades y armamentos para desactivar a los robots uno por uno. Cada movimiento era preciso, cada acción calculada.

—¡Vamos! ¡Que esperan! —gritó Tae-jun.

Se dirigió entre golpes y disparos, que proporcionaban ambas partes, hacia la gran fuente electrónica que alimentaba gran parte de la base informática de los robots y drones. Antes que llegara, un misil, dirigido por uno de los bots NC67-0, impactó justo detrás de Tae-jun haciéndolo elevar unos metros hasta caer encima del panel de control. Agonizando y con un último esfuerzo, logro colocar el virus en la "CONCIENCIA" de los enemigos mecánicos.

Uno a uno, comenzaron a caer. Finalmente, el virus se propagó, desactivando a todos los robots y drones en un instante. Tae-jun, exhausto y herido, cayó de rodillas, sabiendo que había cumplido su misión.

—Lo logré... —murmuró, antes de que su cuerpo se desplomara.

Con el escudo desactivado y los robots y drones fuera de combate, la resistencia se movilizó con todas sus fuerzas. Lanza misiles, drones cortantes, robots de combate y todo el arsenal disponible fue desplegado en un asalto final.

Las explosiones iluminaban la noche, los impactos resonaban como truenos y los gritos de batalla llenaban el aire. Choi lideraba la carga, abriendo paso entre las filas enemigas con una ferocidad imparable.

Jara se movía a su lado, luchando con igual determinación. Los pasillos de la base se convirtieron en un campo de batalla, con cada esquina, cada corredor, disputado ferozmente. Las balas volaban, los misiles estallaban y los cuerpos caían.

Finalmente, llegaron a los pasillos oscuros del laboratorio donde estaban las naves.

—¡Tenemos que llegar a las naves antes del amanecer! —gritó Jara—. ¡La nebulosa desaparecerá!




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