Al terminar mi jornada laboral, regresé apresurada al hotel «en lugar de ir a ver el atardecer o nadar en el mar como lo planeé en la mañana» y me lancé a la cama para iniciar una videollamada con Hannah «la extrañaba muchísimo, pero llevaba 2años sin verla, sabía que si le hablaba de mi paradero, se lo diría a Maximiliano, siempre creyó que alejarme de él fue un completo error».
—¡Hannah! —saludé entusiasta al verla en su estudio de costura.
Meses después de que huyera con mamá de Monterrey, Hannah se fue a estudiar de intercambio unos meses a París y otros a Alemania, lo que me hizo darme cuenta del gran amor que me tenía y lo ciertas que fueron sus palabras al mencionar que si no lo había hecho antes, era por el amor que me tenía, durante mucho tiempo su misión de vida principal fue protegerme y pese a que era una gran prueba de amor, me sentía culpable por haber impedido que estudiara en otros países a causa de mi caótica vida.
—Hola, bebé —sonreí tontamente, la Hannah fría que conocía desapareció cuando se sinceró conmigo respecto a su orientación sexual; evitaba ser muy cariñosa para que no levantar sospechas y le funcionó, pero no por su método, sino por lo inmersa que estaba en mis propios problemas.
Admitía que algunos días era difícil no llorar al darme cuenta lo mala amiga, novia e hija que fui.
—¿Qué haces, bonita? —se sonrojó y no pude evitar hacer lo mismo, en ocasiones nuestra melosidad se asemejaba a la de alguna pareja y lograba entender los motivos que Hannah tuvo para demostrarme tanta indiferencia.
—Bocetos de vestidos de novia, ¿quieres ver? —asentí, giró la cámara y me mostró los ostentosos diseños.
—Están preciosos —quedé boquiabierta con lo creativa que era.
Mientras que mi día casi terminaba, el suyo recién iniciaba por la diferencia horaria.
—Me encantaría que fueses mi modelo.
—Algún día lo seré —prometí.
—¿Cuándo nos volveremos a ver, Keleine? —solté todo el aire que no sabía que retenía —. ¿Cuándo retomarás la vida que abandonaste? —esa era una pregunta diaria en casi todas nuestras conversaciones, misma que no sabía cuándo resolvería.
—Tengo una vida aquí, he creado una nueva vida en cada lugar al que llego, deja de preocuparte —chasqueó la lengua con ofensa.
—Eso no es vida, huir todo el tiempo, no es vida —recalcó.
—Para mí lo es.
—Deja de mentirte, Keleine.
—No es del todo una mentira; conozco a personas nuevas, pruebo gastronomía mexicana diferente, tengo la oportunidad de vivir cerca de la playa y... —me interrumpió.
—Tienes una vida de hippie sin serlo —me reprendió —. Si estuvieses haciendo todo esto por voluntad, lo entendería y sería la primera en felicitarte, pero huyes constantemente por temor a encontrarlo. La vida suele ser irónica, ¿no crees? En el pasado ansiabas encontrar a Logan y ahora lo único que haces es huir de Maximiliano.
—¿Qué dirías si ahora quiero recuperarlo?
—¿¡Qué?! —pegué un saltito del susto.
—Hannah, tengo que contarte algo... —la intriga se apoderó de ella —h-hoy —tartamudeé —hoy lo miré.
—¿¡Dónde?! —mordí mis labios debido al nerviosismo.
—En la cafetería —frotó sus manos con intriga —¡cuéntamelo todo! —y en efecto eso hice; conté todo lo ocurrido con lujo de detalle.
[FLASHBACK.]
[Mi alarma sonó indicándome que era hora de levantarme y enfrentar un día más de vida... Una extraña y casi solitaria vida ahora que no tenía a mamá y a terroncito.
—Buenos días —musité observando el anillo que llevaba en mi dedo anular izquierdo, el mismo anillo en el que reposaban las cenizas de mamá.
No era una casualidad que al comprometerse y posteriormente casarse se colocara el anillo en el dedo anular izquierdo, se hacía de esa manera porque teníamos una vena que llegaba directo al corazón, desconocía a quién se le tenía que adjudicar esa linda metáfora de amor, pero agradecía que lo hubiese hecho, ya que portar a mamá en ese dedo tenía mucho sentido considerando que era ella y sólo ella a la que siempre le pertenecería mi corazón.
Cuando envié a hacer el anillo, el chico de la joyería me preguntó si estaba segura de que sólo tomasen mi medida de ese dedo y asentí, él lo hizo pensando en que algún día alguien pediría mi mano y tendría que cambiar mi anillo de dedo, pero nada de eso sucedería; no me imaginaba enamorándome y mucho menos casándome con alguien que no fuese Maximiliano, pero al mismo tiempo sabía que no lo merecía y que alejarme de él siempre sería la mejor decisión pese a la tristeza que palpitaba a diario en mi corazón por haberlo traicionado.
Tal vez mi vida sería muy diferente si hubiese tenido la valentía de hablar con él en vez de huir sin mencionar algo al respecto, quizás mis días fuesen menos nublados, más cálidos y con más sentido, pero al mismo tiempo tenía la certeza de que haberme alejado de él era lo mejor; sin mí podía encontrar a la mujer con estudios, belleza y dinero que tanto anhelaban sus papás para él, sin mí él podía obtener a una pareja que no fuese tan acomplejada, que no tuviese tantos problemas y que no fuese tan fría como yo, sin mí él podía ser feliz en totalidad y aquello era lo único que deseaba para él luego de todo lo que hizo por mí.
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Editado: 05.11.2024