Necesito recuperarlo.

U N O

NOTA:

¡Hola, bonitas!

De antemano una disculpa por la demora, espero ya no atrasarme tanto:( con las actualizaciones, pero hay algunas cosas que quiero comentarles

1.- ¡el siguiente cap será narrado por Max! *gritos de perra loca*

2.- Les dejé varios mensajes subliminales en este diminuto cap, espero que hayan identificado alguno

3.- Síganme en mis redes sociales para estar al pendiente de todo lo relacionado con esta y futuras novelas

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4.- Y por último, pero no menos importante, ¡muchas gracias por su apoyo!

Ahora sí, ¡a leer! ¡Muaaack!

[2 años atrás...]

Regresé a casa con una sensación agridulce recorriéndome el cuerpo; logré conservar las escrituras del hogar y pese a que eso debería de llenarme de felicidad, sólo podía lamentarme por lo que tuve que hacer para resguardar a mamá bajo la seguridad que garantizaba un techo, un techo que debió de estar protegido por mi inservible papá.

Intentaba no pensar mucho en el tema, anhelaba poder olvidarme de todo lo malo y perdonarlo por sus interminables errores, pero era imposible hacerlo cuando la que terminó pagando las consecuencias de sus actos, fui yo; yo tuve que cubrir sus múltiples deudas cuando falleció, yo tuve que tomar las riendas de un hogar a temprana edad, yo tuve que soportar su maltrato psicológico, yo tuve que lidiar con todas las responsabilidades que le correspondían a él como "líder" de la familia, ¡yo tuve que prostituirme para no terminar durmiendo debajo de un maldito y orinado puente!

Incluso con todas las adversidades que había atravesado, jamás me sentí tan frustrada, tan decepcionada de mí misma y tan rencorosa hacia el hombre que jamás hizo nada bien para mí ni mi mamá.

La cordura expiró de mi ser y con suma rabia, busqué el único y pesado martillo que teníamos en casa y sin ponerme a pensar en lo absurdo que aquello era considerando lo que acababa de hacer para conservar nuestro hogar, pasé la herramienta con suma fuerza por cada rincón que encontré, maldiciendo mentalmente todo lo que mi progenitor me había hecho pasar.

No supe si mi fuerza era descomunal o si la casa era tan frágil como si fuese de cartón, pero la destrucción de los muebles y algunas paredes, fue inmediata.

En medio de tanta ira contenida a lo largo de muchos años, olvidé que mamá se encontraba durmiendo y que pese a su cansancio, tanto ruido terminaría despertándola y por supuesto, asustándola.

—¿Te-tesoro? —respingué avergonzada al escuchar su tierna voz; avergonzada por lo que estaba haciendo en ese momento y por lo que dejé que el idiota de Logan me hiciera —. ¿Q-qué estás haciendo? —parpadeó sorprendida ante los destrozos que hice.

—Lo siento, mamá, lo siento mucho —me arrodillé frente a ella disculpándome por algo que era incapaz aún de decir.

—¿Qué pasó, hija? ¿Qué es todo esto?

—Perdóname, por favor, no quise hacerlo, yo... Lo único que quería... Fue por tu bien, por nuestro bien —no era capaz de hablar sobre lo que ocurrió.

—H-hija, levántate, no te arrodilles.

—Mamá, perdóname —sorbí por la nariz y me aferré a su vientre.

—No hay nada que perdonar, hija, ponte de pie —negué.

—No hasta que me disculpes, necesito escuchar que me perdonas, ¡por favor discúlpame! —supliqué.

—Cuéntame qué ocurrió, bebé.

—No puedo, por más que quisiera, no puedo —las imágenes de lo ocurrido no dejaban de aparecer en mi cabeza y los escalofríos no tardaron en aparecer al recordar sus ásperas manos estrujando mi delicado cuerpo.

—Keleine… —pocas veces me llamaba así, lo que significaba que estaba consternada.

—La casa es totalmente nuestra, pero a cambio yo… —sus ojos desbordaron lágrimas de inmediato, no tuve que entrar en detalles, no supe si fue su instinto de madre o mi traumado semblante, pero entendió lo ocurrido.

—No tengo que disculparte, tú perdóname por haber ocasionado todo esto —me abrazó con la poca fuerza que tenía su cuerpo.

—Nada de lo que hice tiene sentido —lloriqueé —quise protegernos, quise que estuviésemos bien, que tuviésemos un techo sobre el cuál dormir, pero después de lo ocurrido no tengo la fuerza suficiente para permanecer aquí, ¡no quiero estar aquí! —exclamé.

—Vámonos —fruncí el ceño.

—¿Q-qué? —tartamudeé.

—Nunca me ha gustado ser una carga, pero podemos irnos unos días con Hannah mientras superamos esta racha, mi amor —sacudí la cabeza.

—No creo poder superarlo, mamá, ¡fui una tonta!

—La culpa fue mía desde el principio, debí hacer algo para que tu papá dejara de apostar, siempre fue un alcohólico adicto a las apuestas, tuve que suponer que cuando muriera, nos dejaría en la quiebra, debí de trabajar más, de ahorrar, de… —siseé.




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