Nefesh Hayah

CAPITULO IV

-Tres, dos, uno…

En eso sonó un pitazo, emitido por un controlador, en algún lugar no definido, y fue entonces que Tales despertó. Seguía ahí, sentado en esa silla, pero ahora sin las correas. Su primera reacción fue cogerse las muñecas y luego intentar mover los pies. Todo en orden. Pero, al intentar ponerse de pie…

-No! ¡Despacio! ¡Despacio! Estás saliendo de un cuadro de stress extremo. Ya estás aliviado, pero tienes que recuperarte. No tomará más que unos minutos, pero debes permanecer sentado. No te preocupes, ya nada te ata a la silla, no queremos más stress, ¿verdad?

-Porqué me haces esto? ¿Así agradeces todas las atenciones que he tenido contigo?

-No! ¡Espera! ¡El reloj!

_Al cuerno! ¡Toma tus cosas y lárgate! ¡Llévate tus miserias a otra parte! ¡Me harté! ¡Fuera! ¡Largo!

Esta vez fue más serio. Se puso de pie y se abalanzó sobre Isaac que solo atinó a esquivarlo y tratar de alcanzar la puerta. Apenas la logró abrir, corrió por el pasillo, perdiéndose en la oscuridad y dejando a su hermano solo y con su rabia, mientras se escuchaban toda clase de improperios en todo el quinto piso.

Cuando se cansó de gritar, Tales notó que estaba en el pasillo, fuera del departamento y con las miradas de cabezas que asomaban entre asustadas y curiosas por las otras puertas. Sin hallar otra cosa mejor que hacer, solo atinó a refugiarse nuevamente en su departamento, luego de dar un fuerte portazo, lo cual sacudió a todos los curiosos, que, dando por terminada la función, fueron poco a poco, cerrando sus puertas y regresando a sus secretas vidas, en medio de un murmullo que, lentamente, se disipaba hasta volver a reinar la total y absoluta calma…

Tales había quedado solo, maldiciendo a su único pariente, arrepentido de haber pensado que podría haber hecho algo por él. En qué momento se le ocurrió que sería buena idea vivir con alguien que, después de todo, estaría mejor libre y a su antojo, antes que, en esas cuatro paredes, sujeto a reglas y condiciones que solo postergarían lo que era inevitable: Una actitud rebelde ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ocurrirle a él? ¿Y, por qué ahora? ¿Cómo explicaría su extraño actuar en el trabajo? ¿Seguiría en pie la posibilidad del ascenso? Oh Isaac. ¿Qué hiciste?

Se dejó caer en una silla.

Así, cabizbajo, seguía lamentando su desgracia y todo lo que se vendría encima. Poco a poco, fue calmándose mientras iba levantando su cabeza, lentamente. Miraba las paredes del departamento, tan pulcras y limpias. En realidad, todo el departamento estaba impecable. Pero lo que más llamó su atención fue un portarretrato, con la foto de dos hermanos, tan unidos y contentos de tenerse el uno al otro. Después de todo, no tenía más familia que a él. Talvez seria cuestión de hablarlo, replantear las normas de convivencia. Hacer ajustes. Sí. Que más daba. Era su hermano.

Sus reflexiones terminaron en un profundo suspiro. Sintió una placentera paz en su interior. En ese preciso instante un pitazo lo sacó de sus pensamientos y al darse cuenta, cayó en cuenta que estaba en la misma silla irreverente. De un salto se puso de pie. Al momento, pudo ver que el reloj aquel marcaba las 11:25 am, y al ver la hora en su celular pudo ver:11:25 am.

 

ESTA HISTORIA CONTINUARA......




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