Nefilim almas en guerra

Capítulo 20

Capítulo 20

LA CAZERIA

Anaq

Después de dos semanas de espera. Volver a estar con él, satisfacer solo un deseo, tocándome, besándome, quizá el tiempo sea poco para nosotros, ya no podía amenazar a Carin, aun no lo he perdonado por la muerte de mis amigos, sigo herida por su traición. Así que no se preocupa porque Carin pueda tocarme, ya ha visto lo distanciada que estoy de él, lo he dejado acercarse demasiado, se siente dueño de mi cuerpo, dice que solo él puede tocarme, que mi cuerpo le pertenece, porque este mismo le responde a él con una intensidad que no me atrevo a negar, aunque no me guste, el tiene razón, es como aquellos días cuando lo volví a ver, en aquella habitación todo fue tierno y suave, pero aquí en estos momentos, el este departamento oxidado todo se volvió salvaje, me demostró que puede tomarme, solo el puede hacer que mi cuerpo responda al suyo, y mi cuerpo traicionero le dejo hacer lo que quisiera, aunque nunca me hubiera resistido yo también le deseaba.

Si pudiera sentir alguna especie de dolor, justo ahora podía sentir los labios hinchados por la ferocidad con la que me beso, la piel la sentiría sensible por la forma en la que sus manos se clavaron en mi piel, la cabeza me punzaría por la fuerza con que sujeto mi cabello. Aunque disfrute de cada roce.

Mientras nos vestimos en silencio, pienso como desencadenó todo el deseo que sentíamos mutuamente, por mas que le pidiera que me dejara sola, él seguía detrás de mí. A pesar de lo que sabe de mi, no volvería a dejarme sola, se niega a darme espacio y así no podía solidificar un plan que se estaba formando en mi mente. Volvimos a discutir hace unas 8 horas y terminamos en volviéndonos si mal no recuerdo, esta vez fui yo quien empezó con un hambre voraz, solo para alimentar la suya.

Aun mi cuerpo no se recuperaba del éxtasis y nos costó apartarnos del uno del otro, aunque también he de reconocer que tan poco deseaba eso. Me pongo mis legis negros y unas botas negras también, una blusa a juego con botones apreción de piel ambas prendas, así que empiezo a equiparme, la fornitura con las fundas donde esta el Ritum, los dardos, Israel me observa desde el suelo. Yo no alzo la mirada hacia el, ajusto la fornitura a mi cintura y la pernera donde están enfundadas varias dagas de diferentes tamaños, alguien toca la puerta donde nos encontramos, y pasa una hoja, Israel se levanta terminándose de abrochar su pantalón y levanta una hoja que han deslizado por debajo de la puerta. Se acerca a mí rodeándome con su brazo por la cintura, intenté apartarme pero él no me dejó, dejó descansar mis manos sobre su pecho ejerciendo un poco de presión para apartarlo de mi.

– No me hagas arrancarte la ropa de nuevo – me amenaza con voz ronca. Resoplo mientras me toma del cuello y me besa con una pasión que vuelve a desarmarme, obligándome a que mi cuerpo se amolde al suyo, ya de por si, respiro con dificultad en cuanto permite que pueda apartar mi rostro de él y esto es lo que más me molesta. Que tenga este control sobre mi. Kiara me dejaba a mis anchas y no me gusta que él tenga este control, pero no puedo evitarlo.

– Kiara dice que tenemos un problema y solicita nuestra presencia.

– ¿Desde cuando sigues a Kiara? – le contesto irritada.

– Te habla a ti.

– Dijiste tenemos.

– En dónde estés yo estaré.

Pongo los ojos en blanco con otro resoplido. Salimos del mismo hueco por donde entramos.

Cuando me reúno de nuevo con mis aliados y mi hermana. Kiara pone mala cara al ver como Israel me tiene abrazada por la cintura, hace más de una semana que Carin se fue y no hemos sabido nada aun.

– ¿Que pasa? – le pregunto solo a ella, pero intentando alejarme de Israel, la mirada de Kiara empieza a preocuparme.

– Tenemos que movernos. Hay que advertir a los guardianes que están por cazarlos.

– ¿Y como sabes eso? – se acerca ignorando a Israel, que se limita a jugar con un mechón de mi cabello y me entrega un periódico donde reconozco a unos de los guardianes, si piel bronceada, sus ojos castaños, un amante de niños humanos, protectores, son arcángeles. Este es un anciano, de cabello cano y ojos dulces, su foto refleja el poder de su presencia, es una celebridad, como algunos guardianes, porque ellos si pueden permanecer entre los humanos y pasan desapercibidos, aunque son pocos, muchos saben donde encontrarlos y muchos de los oscuros no se atreven a enfrentarlos porque están protegidos por un poder más grande que ellos. Son supremos espirituales, cambiantes en si, parece ser que Kenalke se cree inmune y ha decidió atacar a dos de ellos y matarlos.

– ¿De verdad, crees que el tubo tanta suerte? – le pregunto a Kiara devolviéndole el periódico.

– Si no están muertos. Es un aviso. De todas formas, no quieres hacer nada – me ofrece con incredulidad.

– No creo que ellos necesiten

nuestra ayuda.

– Deberíamos intentarlo – añade Israel con voz baja. Le miró entrecerrando los ojos.

– Son pacíficos y no dejaran que nada rompa el equilibrio.

– Pero la guardiana de los infantes es más vulnerable, ella deja que se acerquen demasiado. Hay que prevenirlos – replica Kiara.

– ¿Y crees que solo podemos presentarnos así como si nada?

– Somos una de ellos, aunque no les paresca.

– Estás loca. Pero si es tu mejor plan. – Encojo mis hombros.

– No se me ocurre nada, a ellos no podemos tomarlos por sorpresa. Hay que dividirnos en grupo de tres. Nicole y Caterin son prioridad. Hay que enviar a dos de la elite con ella y uno que vaya con Abimael – dijo lo más rápido que pudo. No pensaba discutir con ella ahora, en cierta forma necesitaba alejarme de ella, para poder pensar con claridad, el desafío aun no obtenía una respuesta. Quizá a nuestro regreso ya supieran algo.

Israel

Verla juntas por primera vez Anaq y Kiara me doy cuenta de la sincronía que tienen juntas, la fuerza descomunal que poseen de la una y la otra. Aun no descifro que es pero el carácter de cada una es notable, una se amolda a la otra por alguna razón, todavía intento ver que el poder de Kiara está en su carácter militarizado, como la general que es conocida, posee del temor de muchos de sus subordinados, y su porte hombros cuadrados todo el tiempo, la cabeza en alto, sus piernas bien plantadas sobre el suelo, le dan un aspecto letal, pero Anaq junto a ella le da una forma distinta, le dan unos rasgos humanos que jamás había visto en un general de General, cuando su hermana le sonríe a medias los ojos de Kiara brillan de una manera extraña, cuando se para a su lado ella intenta mantener el contacto físico, lo veo justo ahora y con mucha discreción como la ha rozado en varias ocasiones con sus dedos, aunque ahora Ana se aparta, ella se ajusta hacia donde la otra se mueve, en varios momentos durante la conversación han exteriorizado sus pensamientos cuando una o la otra no los expresan, la sincronía con que se comunican cualquiera pudiera verlo, pero justo ahora Kiara lleva un velo amargo en su expresión y Ana uno sombrío, aun asi mi Ana esta inclinada hacia Kiara de una manera protectora como si alguien fuera a saltar sobre ella y mi mujer este dispuesta a interponerse, aun que eso no serviría de mucho. Lo que Kiara me propuso aun me tiene dándole vueltas. Aún no se que hacer.




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