Capítulo 23
ISRAEL
Había visto infinidad de veces el estado mental de Ana Y sabía por experiencia propia que lo que ella le hizo, le dejaría una marca de por vida, sin embargo Aún existe un rastro de esperanza.
kiara
Sabíamos que era cuestión de tiempo para que sanara sobre todo su mente.
Todo era parte de un proceso en cuanto le di la cura. No tuvo oportunidad de sanar, no solo por mi causa, descubrir la verdad tan de repente, fue demasiado traumático. Su corazón se llenó de dolor, lo que dio paso a la confusión, que abrió la puerta al resentimiento y esta atrajo al odio. De todos lo que intentaron protegerla ya se habría pasado el odio como un devorador de almas, dejando solo un deseo.
La venganza
Habia sido humillada por quienes amaba, cuando le di la cura, no hubo un control para más emociones, se aferró al amor que sentía por su pareja, y al resentimiento contra Keila.
Había estado encerrada tantos años que no recordaba, algo que se quedó muy presente en la restauración y alos unicos que se aferró, fue el dia que nos separaron. Los de mas recuerdos se perdieron los que jamas recuperara. Aunque su presente con la vida que tuvo junto a sus protectores seguian ahi. Y cada vez que se hacían presente en sus sueños, la enfureció más. Le habían quitado su derecho a elegir una vida, la libertad de amar, descubrir cuánto me amaba. Que podía protejerme de haber podido, le llenaron el corazón de sed de venganza. Le quitaron el derecho a consevir.
Incluso eso, era una marca mía que deje cuando entro en mi mente. No podría pararla, no le diría que hacer y no me atrevería a hacerla cambiar de opinión.
Pero acaso podría protegerla.
“Curarla”
Ese dia cuando la cura entró un su sangre decidi que seria mejor ami lado. Quizá no era yo adecuada. Pero cuando toque su hombro y pedí perdón. Supe que haría todo lo necesario por estar para ella. Incluso acepte asus humanos El dia que Coab me pudo haberme matado y no lo hizo.
Israel
Coab se arrodilla a nuestro lado y ella alza la mirada y se tuerce en una mueca de dolor, la abraza con más fuerza hundiendo su rostro en su cabello.
– Hay que llevarnosla.
– Hay una cierra. Chihuahua.
– Yo la cuidare – Carin se acerca arrastrando los pies.
Coab la tomo por los hombros y comenzó a revolverse, le quitó a Anaq de sus brazos, hasta que empezó a gritar y patalear. Se debatió hasta caer inconsciente.
Carin
He decidido quedarme, sé que no me necesita, que tiene que pasar por esto sola. El cambio solo está hecho para aquellos que conocen la luz por poca que sea y se les obliga tocando fondo, sin embargo son igualmente fuertes por dentro.
La miraba desde la entrada de la cueva hecha un ovillo y se cubría la cabeza gritando con fuerza, sin dejar de cubrirse los oídos. Esto me puso más nervioso, porque si ella se sentía amenazada yo era. Seria su único objetivo. Sus gritos se convirtieron el algo tétrico y no pararía. Sun asi no me fui. No la deje sola y si Kiara me mataba morirá con honor. Yo también debía de tener fe.
Entre mas la atacaban sus demonios, atormentándola ella se hundia más en la profundidad de la cueva y se alejaba de las llamas de la fogata como si le hirieran.
El cansancio y la falta de sueño y sobre todo la deshidratación empeoraron su condición. En ocasiones durante lapsos largos se callaba gimiendo y cuando volvia gritar con voz ronca, sin vida, me preocupaba que no sobreviviera, cualquiera en su situación ya se hubiera dado muerte.
Las tormentas habituales de temporada no pararon durante días, quiza Samael aria lo que sea por mandar a sus demonios.
– Padre. Has que paren. Detenlos.
Suplicaba y lo sentí tan cercas que esa noche Salí fuera de la cueva mientras relampagueaba sin cesar, y nose porque alzo el rostro, algo me decía que no estábamos solos, al filo del acantilado mire una hilera de sombras, túnicas oscuras agachadas hacia donde nos encontrábamos, un ejército que estaba aquí por ella, en ese momento perdí la conciencia, ni siquiera yo o Kiara podríamos soportar tanto, caí en la oscuridad escuchando su llanto y su súplica.
– PORFAVOR. PORFAVOR. PERDONAME. PERDONAME – se convirtió en un murmullo. Un murmullo lejano.
Quizá solo fue un sueño. Quizá si la escuche llorar de nuevo y la escuche orar. Aunque pareciera fuera de lugar. No volví en si hasta que los rayos del sol me despertaron. La escucha gemir como si se ahogara. Y como se arrastraba intentando tomar aire, arañando el suelo. Ya no podía resistirlo más, me acerqué tomándola por los hombros ella ya no representaba una amenaza estaba arrodillado al tocarla y ella se tenso, trate de darle la vuelta y sin poder prevenir que haría, me sujetó del cuello con una sola mano. Como si hubiera recordado que yo estaba ahí.
– NO- ME- TO- QUES – me empujó para apartarme de ella, me di cuenta por primera vez los síntomas de locura en sus ojos desorbitados. El mismo color de ojos de ella. Sus pupilas estaban tan dilatadas que se veían oscuros. Estaba como poseída por sus demonios pero, era algo más profundo y aterrador. Las emociones humanas. El odio. La culpa. El miedo y sobre todo tener conciencia, ella se miraba perdida, expuesta y solo era el principio, pero ya había pasado lo peor, eso me dio la suficiente valentía para irme y dejarla sola en busca de una persona que me ayudaría.
Mientras corro hacia su compañero, pienso como ella del silencio, paso a los gritos, y después al llanto, un llanto histérico, lágrimas que la quemaron y no pude soportarlo mas, llegue en cuestión de horas, “El arca” era el área 51, logré identificarme con un chip bajo mi brazo. No sobre mi mano ni sobre mi frente, esto era únicamente para controlar nuestra existencia. Todo el que entraba al arca debía de tener uno implantado el su brazo con el que escribe, en mi caso el izquierdo cerca del codo, había tanto humanos como Ángeles, Nefilim todos del mismo bando, Aquí nadie podía atacar porque estaba protegido por un Arcángel.