Ya estaba cayendo la noche y el grupo que iría con Marce se estaba preparando.
Marce estaba en su habitación cuando Alex tocó la puerta. – ¿Sí?
- Soy yo, ¿puedo pasar?
- Por supuesto.
Alex abrió la puerta y se quedó recostada en el marco – ¿Podemos hablar?
- Claro – dijo Marce dejando de preparar su pequeña mochila. – Te escucho.
- Aquí no, vamos a donde ya sabes.
- Oh, está bien, te sigo.
Caminaron hasta que llegaron a su roca, sí, así la habían denominado. Ahí hablaron por primera vez, al menos fue su primera charla real, y desde ese entonces van de manera habitual. Ese era su “respiro” del mundo al cual se están enfrentando, ahí eran sólo dos chicas normales que conversaban a gusto.
- Marce, iré directo al punto. – Suspiró - Sabes que no estoy de acuerdo con esto, y siento que no estás tomando en cuenta mi opinión. Te estoy pidiendo que no vayas, entiende que eso puede ser muy peligroso. Por algo pusieron la advertencia joder, busquemos a la persona que la conoce, y sólo así será seguro. Hazme caso, por favor. – Habló Alex una vez llegaron al lugar. Ella no podía dejar que Marce se fuera, se supone que nadie debe tocar ese símbolo, nadie más que Alex puede activarlo.
- Sabes que sí te tomo en cuenta, pero en esta ocasión debo ir. Volveré pronto y voy a estar bien, te lo prometo. No puedo hacer lo que me dices, debo averiguar qué pasó… Si eso era todo, me voy.
Cuando Marce intenta pasar por el lado de Alex, ésta última le agarra el antebrazo y la acorrala contra el muro que tenían detrás. Posando sus manos a cada lado de su cuerpo – No puedo dejarte ir – susurró Alex muy cerca de ella. Ambas se miran fijamente, con sus rostros a tan sólo un respiro de fusionarse. En este punto ya es imposible negar la atracción que ha nacido entre ellas, ambas se desean y son conscientes de ello. Sus cuerpos reciben el calor que emana del otro gustosamente, sólo se observan, saboreando el momento, el cual ha sido el mejor que han tenido en todo el encierro. Sus respiraciones se empiezan a volver pesadas, sus ojos empiezan a brillar, la libido se refleja en ellos; por sus cabezas sólo cruza una idea, y entonces Marce toma el valor de decirlo:
- Bésame – susurró.
Alex no necesitó más para estampar sus labios contra los de Marce, los movía con desesperación, con ansias y necesidad. Había deseado hacer eso desde la primera vez que la vio, pero solo se atrevió a admitirlo ahora que la tenía en sus brazos. La agarró por la cintura y la apegó más a su cuerpo, Marce jadeó por el contacto, sus cuerpos se empezaron a calentar rápidamente, ambas se impresionaron por lo que el simple beso estaba causando con ellas.
El beso fue apasionado y necesitado, en él expresaron todo lo que llevaban guardándose en esos meses de encierro. Alex sintió sus labios moviéndose debajo de los de ella y creyó alcanzar el cielo, sus labios eran dulces, suaves y deliciosos, era como una fuente de un dulce néctar del cual Alex se había vuelto adicta, no quería que ese momento terminara jamás.
- Te confesaré algo – dijo una vez que se separaron por falta de oxígeno. Puso un poco de distancia entre ellas, temía perder el poco control que le quedaba. Aun sentía los estragos de ese beso sobre su cuerpo - he deseado hacer esto desde que te vi por primera vez. Me gustas Marce, me atraes mucho y por eso me preocupas, no quiero que vayas, quédate aquí, conmigo y a salvo. Te aseguro que buscaremos la forma de resolver esto, pero no así. No te arriesgues de esa forma.
Marce cerró los ojos y suspiró - Está bien, tu ganas. Pero… – hizo una pausa – antes de salir de nuestro escondite, déjame hacer algo – la hala hacia ella de nuevo y vuelven a besarse igual o mejor que la primera vez. La presión entre sus piernas volvió y sólo crecía a cada segundo que sus labios permanecían unidos, “maldita abstinencia” – pensó Alex y en seguida empezó a disminuir el ritmo del beso hasta finalizarlo. – yo también quise hacerlo desde que te conocí, te había visto desde que atravesaste la puerta de la fiesta y desde ahí no he podido dejar de mirarte. Me cautivaste Rose, y mira, ya me tienes.
Alex sólo sonrió ante ese comentario – Debemos irnos.
Cuando regresaron al pueblo ambas llevaban una sonrisa cómplice en sus rostros.
- Descansa Rose, ve a dormir. – estaban frente al instituto, hablando frente a frente.
- Te encanta dar órdenes. – dijo sonriendo aún más.
- Puede ser. Pero eso no era una orden, además nunca las acatas, no sé de qué te quejas.
- No me gusta que me ordenen – dijo encogiéndose de hombros.
Marce se acercó hacia ella y se inclinó hasta rozar sus labios en su oreja – eso ya lo veremos – le susurró y luego mordió levemente el lóbulo de su oreja. Alex soltó un sonoro suspiro al sentir a Marce en esa zona, su piel se erizó al sentir su cálido aliento acariciarla. La rubia sonrió ante su reacción.
- Quisiera verte intentarlo. – susurró de vuelta, ambas aún estaban juntas y Marce tenía su rostro escondido en el mismo lugar. Cuando se iba a retirar para besarla Alex dio un paso atrás, poniendo distancia entre ambas – peeero, será luego, usted tiene ordenes que cancelar, señorita. Descansa Marce, te veo mañana.