Donde todos se asustan, yo pregunto por qué se llama pantalón

Era Halloween.
El colegio organizó una salida a un circo especial: “El Circo de los Horrores”. Dicen que nadie sale de ahí sin gritar, sin correr… o sin llorar. Todos iban emocionados y asustados a la vez. Todos, menos yo.

Yo iba tranquilo, comiendo una bolsa de maní.

Apenas llegamos, el ambiente se volvió oscuro. Luces tenues, gritos falsos, payasos diabólicos, sonidos aterradores. Mis compañeros ya estaban todos nerviosos en la fila.

—¡Ese lugar da miedo! —decían las chicas.
—¡Yo no entro primero! —gritaban los más “valientes”.

Adivina quién fue primero…
Sí, yo.

Entramos al túnel del terror. Aparece el primer tipo disfrazado, salta gritando, con sangre falsa, cadenas, ojos inyectados… todos se gritan la vida.

¿Y yo?
Lo miro serio… y le digo:

—Oye, ¿de dónde viene la palabra “pantalón”?
—¿Qué? —responde él, confundido.

—Sí… pan–talón. ¿Será que es porque va de la “panza” al “talón”?

El tipo se quedó en silencio. Todos se rieron. El miedo desapareció por unos segundos.

Seguimos avanzando. Más sustos, más efectos especiales…
Y yo, como si nada, caminando como en un centro comercial.

Uno disfrazado de asesino me quiso asustar con una motosierra. Le ofrecí un maní.
Otro salió arrastrándose. Le pregunté si quería un suéter.
Uno salió del techo. Le dije que parecía mi tío cuando se levanta tarde.

Al final, todos salieron corriendo, gritando, algunos hasta llorando.
¿Y yo?

Yo salí preguntando cómo hacían esos efectos tan buenos. Me parecía más interesante el detrás de cámaras que los sustos.

El profe me miró y dijo:

—Este chico… es inmune al terror.
Y uno de mis compañeros dijo:

—No sé si es valiente o está loco… pero da risa.

Ese día entendí que a veces, cuando el miedo viene con fuerza, lo mejor que puedes hacer es darle la vuelta con humor y cabeza fría.

Porque mientras todos huyen, yo me pregunto de dónde viene la palabra pantalón.