Nico y Edgar

Capítulo 2

—Edgar despierta–escuche la voz indignada de Olivia.

Abrí un poco los ojos y pude verla con más atención.

Se había maquillado, lo cual era normal en ella pero me llamó la atención que su delineado era más puntiagudo y largo que de costumbre.

—El profesor te va a mandar a quitarte eso–dije aun medio dormido, note mi voz más ronca.

Ella bufó.

—Quizá si alguien–dijo claramente refiriéndose a que ese alguien era yo–se levantara ya, pueda escabullirme y así evitar que me vea.

Me restregué los ojos con el dorso de la mano y me alborote el cabello tomando asiento en la cama, entrecerré los ojos pues la luz de mi ventana me estaba encandilando.

Me dispuse a inspeccionar a mi hermana.

—Olivia, esos aretes son muy grandes–señalé los pendientes que le colgaban de las orejas, ella hizo una mueca de hastío.

No es que me molestara que ella usara esos pendientes o que se hiciera ese delineado, de hecho me parecía que le quedaba bien, pero nuestro instituto era sumamente estricto y si la veían con aunque sea algo pequeño que no estuviera de acuerdo al reglamento le mandarían una boleta, cosa que afectaría a su nota de conducta.

—Mira Edgar, ¿por qué no en vez de inspeccionar como si fueras un profesor más no levantas el culo de la cama, te metes al baño y te pones el maldito uniforme? —dijo claramente irritada, ella aparentaba ser muy dulce y amable, como si no matara ni una mosca, pero con sus amigos más cercanos era la persona más mal hablada que podía existir–.

Asentí y arrastré los pies hasta el baño de mi habitación , Liv se sentó en mi cama mientras miraba su teléfono.

En menos de media hora yo ya estaba listo, guarde mis cuadernos y computador en mi mochila, Olivia me inspeccionó de arriba a abajo sin una pizca de discreción, tal y como yo había hecho antes con ella.

—¿A qué hora te dormiste, zombie?

—Me acosté y apague las luces a la 1am –dije con sinceridad–pero me agarro el insomnio, a las 3 am me tome una pastilla de las de dormir

Ella enarcó una ceja.

—Osea dormiste 3 horas

Asentí.

—¿Por qué no te tomaste la pastilla desde un principio? –-me reclamó- no es ningún secreto que tienes problemas para dormir, de hecho por eso tienes ese frasco de pastillas.

—No me gusta abusar de ellas

Ella me miró unos momentos y luego asintió.

—Vámonos–tomó su bolso y se dirigió a la puerta de mi cuarto, yo la seguí.

Pedimos un Uber que nos llevará hasta el instituto.

Al llegar al instituto dejamos nuestras cosas en la clase que nos tocaba y sacamos nuestras cosas.

Solo pasamos unos momentos solos porque después llegaron las amigas de Olivia, Majo, Ale Lucas y Santiago–el crush de mi hermana y el chico con el que estaba saliendo–el chico no caía mal pero aun así me mantenía alerta, era mi mala maña de hermano mayor, aunque Liv y yo éramos mellizos y solo era mayor por 2 minutos.

Técnicamente yo era parte de este grupito de amigos.

Pero nunca me he considerado realmente parte de este.

Soy más como el guardaespaldas de Olivia–aunque ella me había defendido más veces de las que yo a ella–.

—¿Dormiste bien Ed? –me pregunto Majo acercándose a mi, ella era la que mejor me caía de ese grupo, aunque también era cercano a Lucas–tus ojeras son enormes

Lo sé, me miro al espejo.

—La verdad no mucho

—Durmió tres horas–me delató Olivia colocándose a mi lado.

Lucas jadeo sorprendido.

—¿Estabas ansioso por la entrega de notas? –pregunto, y me tensé al instante.

Mierda, no recordaba las notas

—Mi mamá me amenazó, ayer si saco menos de ochenta en algo me van a quitar la play por dos semanas–suspiro resignado.

Inconscientemente empecé a mover el pie nerviosamente, Olivia me miró de reojo con angustia.

—No te preocupes–dijo Santiago–Eres el más inteligente de la clase.

Muy tarde.

Y así fue como mi tranquilidad del día se esfumó.

Durante el almuerzo mientras el grupo tenía una charla entretenida Olivia me empezó a hablar.

—Todo va a estar bien Ed, no creo que tengas notas por debajo de cien…–me apoyó una mano en el hombro–saldré con Ale hoy después de clases–anunció y yo asentí–llamame cuando te llegue el correo con las notas–volví a asentir en automático –.

Después de clases Olivia se fue tal y como dijo que haría, mientras tanto, yo incapaz de volver a casa tan temprano, busqué en redes sociales alguna cafetería a la que ir–era un hábito que había adoptado desde que tenia edad para moverme y ir a lugares por mi mismo, constaba en ir a distintos lugares, sobre todo parques y cafeterías–cuando encontré una que me llamara la atención pedí un uber hasta esta.

Cuando entré a la dichosa cafetería me di cuenta que era mucho más bonita que en los videos, todo se veía limpio y ordenado.

Me senté en una mesita y abrí mi computadora, aprovecharía para terminar unos trabajos, escribir un poco, y esperar a que llegara el correo con las notas.

A menos de un minuto de haberme sentado un chico joven, alto y en forma con el cabello castaño y ojos oscuros se acercó y me sonrió.

—-Hola, ¿Cómo estás?

—Bien ¿y usted?—respondí

—Me alegro, yo también—sacó la clásica libreta de los meseros y me miró—¿qué desea ordenar?

—-Un café con leche por favor y un…—observe el menú, había gran variedad de cosas pero había una cosa en específico que me antojó cuando lo vi en las redes sociales—un pastel de chocolate.

El chico asintió y me ofreció una última sonrisa.

Empecé a trabajar tratando de no pensar en el correo que me llegaría dentro de poco.

El chico volvió con mi café y mi postre y le musité un gracias.

El café era delicioso.

Y ni hablar del postre.

Definitivamente este es un lugar al que volveré.

Al acabar el café le pedí al mesero otro.

Y entonces me llegó el bendito correo.




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