Nico y yo habíamos acordado vernos después de clases, yo los lunes salía a las 2:45 y Nico ese día salía a las 12:30 por qué en su colegio iba a haber una reunión de profesores a esa hora, entonces Nico iba a estar trabajando en la cafetería de su familia y a las 3:00 cuando yo llegara íbamos a hacer algo, no me quedaba muy claro qué.
Justo como habíamos hablado pedí un uber hacia la cafetería, iba viendo redes sociales mientras tanto, el uber por suerte era alguien callado, a veces eran de ese tipo de personas que en 10 minutos te contaban toda su vida y yo no sabía muy bien cómo reaccionar a ese tipo de situaciones.
Al llegar a la cafetería me senté en la misma mesa en la que lo había hecho la vez pasada.
Observé a mi alrededor buscando una cabeza rojiza y entonces la encontré sonriéndole a unos clientes y anotaba la orden en una libretita.
De regreso al mostrador miró a su alrededor y su mirada se encontró con la mía, su sonrisa se ensanchó y me pareció ver sus ojos brillar cosa que por alguna extraña razón hizo que mi corazón se acelerara.
¿Me estaba dando taquicardia? ¿Quizá el insomnio de anoche me afectó más de lo que creí?
Decidí no darle importancia, por qué al rato se fue la sensación solo dejando un suave y de cierta manera placerntero calor en mi pecho.
Nico intercambió unas palabras con Leo y luego vi como se quitaba el delantal y lo dejaba en uno de los cajones del mostrador, luego se sentó en frente mío en la mesa.
Soltó un gran suspiro.
—Hola Ed—sonrió—no sabes lo mucho que me alegra verte.
Sonreí.
—¿Cómo has estado?
—Todo bien, aquí trabajando—miró alrededor y luego posó los brazos sobre la mesa y apoyó la barbilla en ellos mirándome fijamente—Tenía ganas de verte, se que nos vimos ayer pero no se, es diferente estar a solas contigo o hablar contigo, no es que no quiera a mis amigos pero todos es diferente, osea aaagh, ya ni se que estoy tratando de decir—se pasó una mano por la cara frustrado y avergonzado—Bueno la cosa es que me gusta pasar el rato y hablar contigo. Eres muy buena persona. Valoro tu amistad.
Concluyó y escondió más la cabeza entre sus brazos, como un niño pequeño.
Las palabras de Nico habían hecho que el calor de mi pecho ¿será que me estoy enfermando?
Rarooo.
A la vez esas palabras me habían hecho sentir bien, un poco como en la cima del mundo, supongo que así se sentía ser apreciado por alguien.
—Yo también te aprecio mucho—respondí—en serio, creo que eres el primer amigo que conozco por mi cuenta, siempre es mi hermana la que me presenta a los demás.
Levantó la cabeza y sonrió.
—Es un verdadero honor tener ese lugar
Rei un poco y él también.
Pedimos unos cafés y unos postres, Nico habló entusiasmado de su infancia en la cafetería, como le gustaba tomar las órdenes o ayudar en la cocina.
—¿Te respondieron de lo de las cartas?—me preguntó luego de un rato.
Asentí, se me había olvidado por completo contar aquello.
—Me dijieron que ahí las tenían pero que no habían seguido buscando el resto, dijo que podía mandarme fotos o dármelas—le expliqué—no comentó nada de pago pero se me hace de mala educación no darle algo a cambio así que le dije que ahí le escribía después para ver qué hacíamos.
Conforme iba explicando el rostro de Nico pareció iluminarse como el de un niñito pequeño emocionado.
—Hay que hacerlo—sonrió—tenemos que tener todas las cartas, o al menos la mayor cantidad
Asentí.
—A mi también me emociona.
Empezamos a platicar tranquilamente entonces Nico se puso de pie.
—¿vamos a otro lado?—me preguntó.
—Si ¿a dónde?
Se quedó pensativo unos momentos.
—Jale a una librería, cerca de mi casita hay una—sonrió.
Asentí ilusionado, amaba ir a librerías pero intentaba no ir mucho porque siempre que voy salgo con de uno a cinco libros en las manos.
—hasta se te iluminó la cara—dijo Nico y rio—vamos ratoncito de biblioteca—dijo entre risas y me acarició un poco la cabeza, me sentí como un niño pequeño.—¿No te importa caminar? Mi vas queda a una cuadra de acá y la librería en la calle que sigue, son como 20 minutos caminando.
Sonreí y asentí.
—No importa, casi nunca hago actividad física—admití—no me vendría mal.
—Tienes que ponerte bloqueador—dijo y su tono de voz me recordó a la de una madre clásica—voy por mis cosas, ‘Perate
Se dirigió a la caja (área de pago y pedidos) de la cafetería y sacó un bolso de color negro—una mochila para hombre—con un montón de pines y dibujos hechos a mano, también se agachó y me di cuenta que sacó dinero de la caja, luego escribió una nota en un postit y la dejó sobre esta, intercambio unas palabras con Leo y volvió conmigo.
—Vamos
—Lindo bolso—comenté y él sonrió y observó el bolso que le colgaba del hombro.
—Es bastante cómodo y siento que se ve mejor estéticamente que una mochila básica—asenti.
—Quizá me compre uno
Asintio y cuando salimos de la cafetería le pregunté.
—¿Tus padres te dejan agarrar el dinero de esa forma?
—Es algo llamado vale, aunque en este caso más bien cobre facturas—me explicó—a veces me piden que vaya a comprar cosas para la cafetería y la pago con mi dinero, así que luego solo tengo que guardar la factura, sacar el dinero dejar la factura y una notita, para que a final de mes cuando mi papá haga las cuentas todo le dé correctamente.
—Ya entiendo
Caminamos en un silencio cómodo, sentía cierta electricidad en el aire y una parte de mi quería pegarse más a Nico, pero me limité a obsérvalo, caminaba tan fresco, desprendía una energía relajada y protectora, quizá eso era lo que había hecho que confiara en él y me siento tan cómodo a su lado.
Me guió hasta la librería.
Nico
Entramos a la librería a la no pude evitar sentir ternura al ver los ojos de Edgar brillar al entrar al lugar, una de las empleadas nos saludó y nosotros le respondimos de igual forma.