《Destine.》
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HABIA PASADO UNA SEMANA luego de la extraña conversación con el Señor Lombardi, salí corriendo del lugar, de mi propia casa, huyendo de él y sus confesiones provocadas por el alcohol.
Y sí, lo peor vino después.
—Lo lamento tanto hija...—Confesó mi madre al borde del llanto. Etanol fuera de mi religiosa vida.—El trato era que iba a enamorarte. Lo juro y que sí no querías nadie te iba a obligar...
—¿De qué estás hablando, madre?—Pregunté con un poco de enojo. ¿La única forma de enterarme de cosas era así? ¿Con ellos pidiéndome perdón a cada nada, con ellos ocultandome cosas y conspirando a mis espaldas?
—Debes casarte con Nicolás.
—¿¡Que!?—La indignación y enojo se quedaban cortas para como me sentía, no existe palabra que defina como me siento. Son increíbles.—¿¡Hasta cuando dejaran de ocultarme cosas!?
—Lo lamento.—Repetía entre su llanto, una y otra, y otra vez.
Aun no podia creerlo, no queria creer lo que estaba pasando. ¿Cuanto tiempo mas sera asi? ¿Cuanto tiempo van a mostrar sus verdaderas caras por completo y admitir que solo soy una ficha disfrazada de su hija en este sucio rompecabezas?
No había bajado a desayunar, no había visto a mi madre y no quería ver a nadie... Pero hoy aún en las penumbras los demonios se las apañan para atormentarme.
Mi padre entro a mi habitación y no logre contenerme más.
-Mi niña...
¿Tu niña?
—No tienes derecho a decirme así. ¡Me obligaran a casarme por quien sabe que problema que deban resolver!—Escupí con odio en su cara.
—No es así... Es por la familia. No cariño, no son por apuestas, estafas, ni nada nefasto de lo que estas pensando. —Suspiró pasándose la mano por el cabello con frustración y quise creer en sus palabras, pero ya no habia nada en mi hacia el— Uno de los más grandes socios de nuestras empresas fue asesinado... Todo pasó a manos de su hijo y él, ha roto lazos con nosotros. Se que todo esto se ve como un intercambio, como que te vendi pero no es asi, Ava, es por tu protección, no estoy recibiendo nada de esto salvo tu protección.
Sus voz perturbaba el poco juicio que quedaba en mi, aun si comprender todo a la perfección me atreví a preguntar;
—¿A-asesinado?
—Corremos peligro... Uno muy grande. Hay gente que quiere matarme, por mi fama, porque les saqué del camino. —Papá miraba a la nada y me hacia sentir mal—, Si no estuviéramos por caer en bancarrota no hubiera considerado la oferta de Lombardi, va en contra de mis valores como padre... Y si no hacemos algo el patrimonio de tu hermana y tuyo, se ira en picada—Eso solo significaba, quiebra.
—¿Que ficha soy en este tablero?—Pregunté con curiosidad.—Porque nada mas parezco un ternero para sacrificio.
—Nicolás es el hijo de una difunta amiga, una gran amiga, la mejor—Sonrió con melancolía—, ella nos ayudó a tu madre y a mi, esa es una de las razones por las que está muerta. Le prometí en sus momentos de agonía que lo protegería en todo momento y eso hago, él y yo tenemos una relación muy grande... La única forma de ayudarnos es que los demás carteles te vean como su esposa y eso significaría brindarte toda la protección que necesitas, quiere protegerte, incluso en este momento debe de haber enviado a algunas personas al internado, como protección de Adela. —Suspiró—No voy a obligarte, está en tus manos. No voy a manipularte con todo lo que dije. Siempre te quejas de que nunca te contamos la verdad, y eso es lo que acabo de hacer, contarte la verdad. Debes creerme que de tener otra opción, nada de esto estaria pasando.
Y al final comprendí el gran peso que estaba sobre mis hombros...
¿Por qué fui la primogénita?
Caí en cuenta de lo egoísta que sonó eso en mi mente, no podría dejar que algo así le pasará a Adela ni en un millón de años. Nicolas me daría todo; respeto, protección para mi familia y todo un imperio. Pero yo, no estoy segura de querer ser su reina, sin embargo si de proteger a Adela se tratase lo haré.
Suspiré, Todo sea por el bien de la familia.
—Lo haré. —Me encogí de hombros resignada— Por el bien de la familia.
—Perdónanos, Por favor, cariño.
Nicolas.
—Sí, uno completo de diamantes. —Hablaba el sr De Luca.
—No te preocupes, te envié a uno de mis más eficientes chicos. —Continuó hablando. Me encontraba frente a él, pero no podía concentrarme. ¿Por qué dije las idioteces esa anoche?
—Perfecto, hablamos luego. Cuídate Tyler.—Colgó.—Muy bien Nicolas, ahora dime ¿Qué te pasa?
—Amadana está en la ciudad.
—Ese es un gran problema Nicolas—Dijo de una manera tan sombría que me dio escalofríos—Mantente alejado de ella.
—¿Por qué habría de hacerlo?—Pregunté indignado—. ¿Quien te crees para darme ordenes?
—No me creo, soy.
—Lo que yo haga o no, no te incumbe.
—Mi hija accedió al compromiso, asi que comienza a comportarte de una vez por todas si no quieres que acabemos matándonos.
Comprendí sus exigencias, no había nada más grande en el mundo que el amor de un padre hacia una hija. Y aquel padre exigía respeto, respeto para una deidad.