《Almost friends.》
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LA IMPOTENCIA DE NO PODER CONTROLARLO a su antojo le carcomía el cuerpo, se sentía enojado, frustrado, estaba muy decepcionado, pero no era algo que a ese hombre le interesara...
—Señor—Dice un joven al entrar a la oficina del hombre. Esta era un poco antigua, al estilo victoriano, parecía un lugar con millones de años de historia, paredes grises, figuras antiguas talladas en madera decoraban el lugar, un escritorio de madera fina, una gran baldosa roja centrada que cubría la mayor parte del lugar y una biblioteca con algunos libros de filosofía, además de la pequeña ventana que oprimía un poco la luz, dándole un toque de misterio al lugar.
—¿Qué ocurre?—Pregunta el hombre tras el escritorio, este tenía un habano en su boca, el cual masticaba pero no encendía.
—Es una llamada, del joven...
—¿Qué quiere?
—Quiere adelantar su reunión, dice que donde usted disponga, los dos, solos.
Demetrio masticaba su habano con una mirada sombría y segura– Me parece perfecto—Sonríe con malicia—, ustedes estarán escondidos en un edificio, protegiéndome.—Frota ambas manos dejando relucir el anillo posado en su dedo anular, era de oro con una piedra escarlata —Dile que él disponga el lugar, iremos una hora antes y así ustedes se instalan.
—Sí, señor—Tras recibir las órdenes el hombre salió del despacho y fue a realizar la llamada.
Nicolas.
–Voy a verme con Demetrio—Informé colgando el teléfono.
–¿Seguro qué es buena idea ir sólo?—Pregunto Dante tocando su barbilla, luego tomo un bolígrafo de su escritorio e impactando repetidas veces el bolígrafo a la fina madera de su escritorio.
—Si, ante todo es mi tío, no me haría daño—Dante me miro mal—. Bueno supongamos que no me quiere hacer daño. Sólo quiero saber que busca de mi y porqué esta aquí...
—¿Cómo que para qué?—Pregunta Dante levantándose de la silla. Mientras yo miraba por la ventana de la oficina y Bea no opinaba sobre el tema, pues era muy poco lo que sabía de Demetrio. —Para joderte la vida, chico.
—¿Sabes algo que yo no? ¿Estas ocultándome algo?—Pregunté quedando cara a cara con Dante lo único que nos separaba era el escritorio de Dante.
—No—me respondió.—No sé nada y si lo supiera te lo contaría, confía en mi ¿vale?
—Bien, sólo ando un poco paranoico no se ni siquiera que esta pasando en mi vida...
—Bueno cambiando el tema, con todo lo que ha pasado no he tenido tiempo para agradecerte por ofrecerte a cuidar a mis niñas. Sé que Ava ya es una adulta y todo eso, pero no quiero dejarla sola...
—Mira Bea, yo jamás dejaría sola a Ava, ni a Adela—Corregí avergonzado—. Pero mejor agradéceme cuando hayan regresado sanos y salvos. No hay mejor recompensa que esa.
—Nicolas, no seas modesto. Acepta el agradecimiento, es lo menos que podemos darte, tu sabes cuanto significan esas niñas para nosotros y que seas tu quien las proteja nos deja mil veces más tranquilos.
—Si pero no puedo aceptar dinero, somos socios, me basta...
—Esta bien, pero entonces por favor acepta mis palabras vacías sin ningún precio...—Dijo Beatriz acomodando su vestido rojo.
—Mira, no te pido que aceptes todo esto —Se refería a un poco de dinero y piedras preciosas que había dejado Bea en un sobre para mi— como mi socio, te pido que lo aceptes como mi amigo.
—¿Por qué siempre me manipulan?—Reproché con un tono infantil. Tomé el sobré y lo metí en el bolsillo de mi saco—. No somos amigos Dante, tu eres lo más cercano que tengo a un padre. Llegar a tus manos sin una familia, sin una madre o padre, fue lo mejor que pudo pasarme—Recordé a Ava en mis palabras—, independientemente de si soy un mafioso o no me han estado apoyando. No quise aceptar eso porque quien debe agradecer soy yo. Me han llenado de regalos hermosos— y el más especial es tu hija»Pensé.
—No nos pongamos cursis ¿Vale?—Habla Dante—Suponiendo que lo que Demetrio quiere es tener el control ¿aceptarías?
—Definitivamente no.
—Entonces ¿Qué piensas hacer?—Pregunta Marie.
—Intentar hacerlo entrar en razón.
Ava.
Caminaba por los pasillos de la clínica sonriendo, saludaba a mis colegas o incluso a algunos pacientes que veía pasar. Luego de salir del cuarto del paciente VIP, me dirigía al de mis otros pacientes. —¿Cómo estamos por aquí?—Pregunté a la anciana.
—Pues mejor doctora. Ya me siento muy bien.
—Siendo así le daremos el alta muy pronto.
Luego de revisar algunos aparatos y revisar a la anciana, la puerta se abre dejando ver a una enfermera—Señorita Ava, el paciente de la habitación 23 ya se recuperó por completo.
—¿El Sr. David?
—Si, ¿Le doy el alta?
—Nina...—Mencioné de forma severa—Sabe que la salida de un paciente debe estar autorizada por el doctor de guardia. ¿Ha estado retirando pacientes sin consentimiento de un doctor?
—No—respondió nerviosa.—Todos los pacientes que he retirado han sido por órdenes de Mike, Sean, Irina o el mismísimo Doctor Jones.