Nigromante: El Regreso Del Amante Perdido

Capítulo 01: Muerta en vida.

Que apropiado para alguien con su situación. Era una muerta en vida por perderlo y aun así tenía que vivir porque se lo había prometido. Lo más piadoso que aquella mujer había hecho por ella había sido darle analgésicos mortales, relajantes musculares y pastillas para tratar ataques al corazón, debía tomar los analgésicos y los relajantes tres veces al día para amortiguar a sus sentidos, y reservar las pastillas para ataques al corazón cuando el dolor en su pecho la despertara de madrugada.

"Harán efecto en tu cuerpo y si bien su uso puede volverte dependiente, no será tan adictivo como las pociones, llámame siempre que necesites más pastillas, tus padres y tú son mucho más que solo amigos para mí, somos familia. Nunca dudes de venir a mi Camelia."

Lloraba, siempre lloraba. Se vestía y arreglaba para alguien que no era su Sebastián, salía a lugares donde le hubiera gustado estar a su lado, tomaba tragos que en algún momento espero que él pediría para ella... Vivía la vida que una vez añoro, pero sin la persona que deseaba estuviera con ella para vivirla.

Había dejado pasar algo de tiempo antes de hacer caso a los avances de William, sus patéticos intentos de cortejarla nada más la hacían compararlo con Sebastián, su amado Sebastián. Recordaba cada gesto, cada sonrisa, cada caricia, su alma lloraba y gritaba por sentir nuevamente esos labios susurrando sobre los suyos, escuchar su voz ronca por el deseo y sentir su mano acariciar casi de manera efímera su rostro como si ella estuviera hecha de la más delicada porcelana china.

William era tosco, brusco, neandertal, incapaz de proporcionarle una charla rica en intelecto e ingenio, había sido su amigo por años y odiaba tener que fingir interés en un hombre que consideraba a los deportes más importantes que cualquier tema que requiriera de intelecto y astucia.

Las comparaciones son odiosas, pero William tenía la batalla perdida desde antes de iniciar y todo por el simple recuerdo de Sebastián, Habían pasado ya tres años desde su muerte y la vida seguía, pero ella estaba estancada en sus recuerdos. Gabriel le había aconsejado que se diera una oportunidad e intentara vivir. Pensó que William era una persona adecuada para hacerlo y con ciertas reticencias, comenzó a salir con él.

Solo duraron tres meses de relación.

Aquella supuesta gran historia de amor que William no dejaba de contar a los cuatro vientos, había nacido muerta. El moreno notaba su ausencia de pasión, de interés... De todo, como sus ojos se perdían en el infinito cuando le hablaba, la indiferencia que ella daba a las citas.

Aunque lo que terminó de romper para siempre esa relación, fue lo que ocurrió después de su primer encuentro sexual. Todavía no sabía cómo había ocurrido, en ella no cabía posibilidad alguna de acostarse con alguien ni siquiera por lástima, el recuerdo de Sebastián y sus caricias era demasiado real y latente como para permitirse la idea de intentar borrarlo con cualquier otro. Camelia se había echado a llorar cuando abrió los ojos y vio el rostro sonriente de William, se sentía sucia con el perfume de otro hombre sobre su piel, sentía que lo había traicionado y ello la quemaba por dentro como un cuchillo, era como si le hubiera sido infiel.

Aquello fue más de lo que pudo soportar William, vistiéndose atropelladamente y con ganas de tirarse por la ventana, rompió su relación con Camelia para siempre.

"Estás loca Camelia, algo no funciona correctamente en tu cabeza desde que estuviste con él"

Después de aquel intento fallido por rehacer su vida, comenzó su obsesión.

Ella era incapaz de pasar página, simplemente no podía hacerlo.

En su dolor, en su pena. Una idea comenzó a rondar por su cabeza, aún recordaba la cara de Héctor cuando le comento su teoría. Se había escandalizado solo con el mero pensamiento.

"No puedes siquiera pensarlo. Camelia es una locura, está en contra de la misma naturaleza." Le grito.

No había vuelto a sacar el tema.

Pero con el tiempo se fueron distanciando, Héctor había ingresado a la fuerza real de Elementales para convertirse en parte de la nueva fuerza que protegería al mundo de posibles nuevos ataques junto a William y se casó con Raquel, la cual no podía verla después de cómo había tratado a su hermano. No la invitaron a la boda. Héctor había hecho el intento de reconciliarla con William muchas veces, pero siempre fracasaba y un buen día. Se cansó de intentarlo, poco a poco... El trabajo, su vida de casado, su reciente paternidad y su familia fueron distanciándolo de ella.

Se sentía tan sola.

Intento regresar con sus padres, pero ellos no soportaban verla convertida en esa cáscara vacía que no deseaba nada más que existir por cumplir una promesa, pero que deseaba ansiosa los brazos de la muerte. Lo habían intentado con todas sus fuerzas, pero ellos sabían lo que un alma fracturada por el dolor de perder a tu verdadero compañero significaba.

Su hija estaba condenada y no podrían ayudarla, no importaba la cantidad de amor que pudieran darle, el vacío dentro de ella no era algo que ella pudiera llenar sin su compañero. Ellos lo entendían e intentaban apoyarla.

Habían logrado que ella sonriera entre lágrimas mientras contaba con detalle como llego a enamorarse de su profesor, de cómo él había conquistado su corazón y como ella de manera insistente no había parado hasta enamorarlo y hacer que dejara de colocar excusas para alejarla. Había logrado hacer que sus padres quisieran y lamentaran no haber conocido al hombre que había perdido y por esos breves momentos, ella sentía como la apoyaban a su manera.

Dejándola hacer lo que nadie le había permitido, hablar de su amor, de su breve momento con el hombre que había adorado. No era el alivio que ellos buscaban para su hija, pero no había más nada que pudieran hacer.

Gabriel era el único amigo que le quedaba, el único que seguía esforzándose para que siguiera con su vida.




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