Nigromante: El Regreso Del Amante Perdido

Capítulo 02: Alterando el núcleo.

–Sebastián.

–Ohm... – El hombre acariciaba distraídamente el brazo de la mujer desnuda entre sus brazos, la chimenea mantenía la habitación protegida del frío del exterior, ambos recuperándose de la intensidad de los orgasmos que habían compartido hacía unos minutos en el lecho de la cama del rubio, la pierna de la mujer expuesta a los ojos del hombre que sonreía satisfecho como nunca antes en su vida.

La mujer que amaba desnuda en su cama dando luz a su corazón entre tanta oscuridad.

–Cuando acabe la guerra...

El hombre suspiró sintiendo la sonrisa caer un poco de sus labios y beso sus labios suavemente lamentando no poder darle a la mujer entre sus brazos lo que ella más deseaba.

–No pienses en ello Camelia, no te lastimes pensando en lo que pasará, no sueñes despierta con el futuro... Si piensas hacerlo, que sea con el presente. ¿Quién hubiera pensado que tú y yo terminaríamos tumbados juntos, desnudos, en esta cama?.

–Quiero una vida contigo, Sebastián.

–La tienes.

Siempre dices eso, pero nunca me permites pensar en nosotros, nunca me dejas pensar en la vida que merecemos.

El hombre la miro con dolor en los ojos, pero le respondió.

–No quiero que pienses en una vida donde es posible que no pueda estar a tu lado.

–Pero...

–Quiero saber que puedo sobrevivir a lo que viene, Camelia. Si puedo vivir para verte al terminar esta guerra, te juro que nada me detendrá de hacerte la mujer más feliz de este mundo. Pero no me permitas tener esperanza, porque si tengo esperanza... Si llego a tenerla será mucho más difícil y doloroso para mí irme sabiendo que te deje completamente sola.

–No quiero perderte.

–Mi corazón siempre será tuyo, luchaste demasiado como para no dártelo... Pero mi vida no puedo dártela, llegaste demasiado tarde a ella como para prometerte que estaré toda mi vida a tu lado.

–¿Hasta qué la guerra acabé?

–Hasta que la guerra acabe.

Se besaron con anhelo, ambos deseando un futuro donde pudieran amarse sin temer a la muerte. El hombre tomó la pierna desnuda entre sus manos, acariciando la suave piel de la mujer que comenzaba a gemir debido a sus caricias. Teniendo un último pensamiento coherente, antes de dejarse llevar por el placer.

'Qué vida tan maravillosa sería la mía, si tan solo pudiera despertar contigo por el resto de mis días'

–¿Has visto a la profesora Guilliam?

Gabriel se encogió de hombros ante la mirada de la directora del colegio. La sala de profesores estaba a rebosar de gente, tenían un claustro porque los exámenes de final de curso estaban a la vuelta de la esquina, y debían ponerse de acuerdo con las fechas. Algunos ya discutían y eso que la reunión todavía no iniciaba. Los docentes se acomodaban como podían alrededor de la mesa.

–No desde el desayuno, pase por su despacho y no estaba.

–Mande a Frendrid a buscarla al bosque... Seguramente estará allí.–Respondió la directora en voz baja. –Me preocupa, creo que debemos hablar con ella.–

–Es una batalla perdida, directora. Llevo años intentando hablar con ella y sus padres también...– Gabriel se cruzó de brazos echándose atrás en su silla. –La única persona que podría haberla ayudado ya no está, y si él estuviera entre nosotros... Ella nunca habría cambiado.

–Podríamos obligarla a ir al psicólogo. – Hablo decidida la mujer. – No confió demasiado en los mortales, pero si no es capaz de cuidarse a sí misma, tendremos que hacerlo por ella.

–Considerando que pasó más de seis años en África, yo diría que es mucho más que autosuficiente.

La directora rodó los ojos sintiéndose exasperada.

–Usted sabe muy bien a lo que me refiero. Ha pasado años en ese estado catatónico, es tiempo de que reaccione. No es sano vivir en el pasado...

El hombre suspiró al ver la preocupación de la mujer mayor, odiaba admitirlo. Pero la directora no parecía entender que aquel día infernal, Camelia no había perdido solo a un amor pasajero... Ella había perdido la mitad de su alma y corazón con la partida de ese hombre.

–Hablaré con ella...– Suspiro con pesar ante las palabras que salieron de su boca. No le importaba tener la misma charla con Camelia, pero sabía que no tendría ningún efecto.

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.