Estaciono mi auto enfrente de mi casa con mi madre, saco mi mochila del asiento trasero antes de asegurar las puertas para dirigirme a la puerta principal de mi casa.
—Cuidado— gritó un chico mientras iba cruzando la calle, instintivamente me eché hacia atrás pegándome a mi auto. El chico que antes gritó pasó justo a unos centímetros de mí en un skate.
Él se detiene abruptamente pero no cae, coge su skate con la mano y se acerca rápidamente a mí.
—Disculpa no me fije— habla con una suave pero varonil voz.
Lo miro por un instante, es un chico de cabello negro, un negro que me recuerda lo densa y oscura que puede llegar a ser la noche, piel blanca, ojos negros profundos, pómulos marcados, nariz respingona, barbilla cuadrada, su boca es pequeña de labios finos: es solo una pequeña línea que resalta por su color cereza.
Continuo mirándolo de arriba abajo su cuerpo no es musculoso pero tampoco es flojo; lleva una camiseta gris larga, demasiado larga y una sudadera negra por arriba, sus jeans son negros rasgados en la rodillas los cuales se ajustan en los lugares indicados, lleva unas vans y su cabello está debajo de un gorro de lana gris, tiene unas ligeras ojeras, y un spircing en la nariz. Su brillante dentadura blanca se muestra mientras lleva una mano a su nuca.
—Ehm... — es lo único que sale de mi boca por lo que aclaro mi garganta. —Descuida no importa, de todas maneras no pasó nada— hablo volviendo a mi estado natural, saliendo del pequeño trance que me provocó, es muy atractivo.
—Me...
—Gabriel necesito ayuda— gritó una mujer interrumpiendole, miró por sobre el hombro del chico para saber quién grita, es una mujer que no había visto antes. Mi mirada va al chico frente a mí, él hace un ademán con la mano en dirección a la mujer.
—Bueno, nuevamente te pido disculpas... —deja la palabra en el aire para que la complete con mi nombre.
—Nimsy.
—Nimsy— repite el —Ya me voy.
—Vale no te preocupes... —Imito su acción aunque ya sé o bueno, supongo que se llama Gabriel.
—Gabriel.
—Gabriel, no pasó nada— él asiente con la cabeza antes de lanzar su skate en el asfalto y alejarse. Retomo mi camino a la puerta de mi casa.
Al entrar a casa miro todo dándome cuenta de que mi casa con mamá se siente más cálida, hogareña y cómoda solo con nosotras ocupándola que la casa de mi padre con él, los empleados y su esposa con complejos de papi, de hecho en estos momentos mi mamá no está y aun así se siente bien.
Tal vez mi comentario sobre "Niña con complejo de Papi" suene sexista o misógina pero no es así, la realidad es que tiene esos complejos, mi madrastra tiene diecinueve años recién cumplidos, adora llamar la atención, hace drama por la más mínima cosa, se hace la víctima siempre, y aparte de que es jodidamente tonta es más que obvio que está con él ser que dice ser mi padre por su dinero, aparte de que este le dobla la edad.
Sin mi madre en casa fui directamente a mi habitación para tumbarme en la cama, mi gata Jeyh llega hasta donde me encuentro para hacerme compañía, acarició el pelaje de su cabeza mientras pienso.
Estar con mi padre me agota más de lo que debería, entre cumplir sus altas expectativas y seguir sus exhaustivas y rígidas reglas, debo procurar no toparme con su noviecita ya que me odia y siempre anda diciendole a mi padre mentiras de mi, mentiras que siempre termina creyendo como buen padre que es.
Pequeños golpes en el cristal de mi ventana uno tras otro logra sacarme de la profundidad de mis pensamientos, los pequeños golpes siguen, no me habia dado cuenta de que ya había empezado a oscurecerse, me acerco a la ventana para ver de que se trata el ruido, abro las cortinas, levantó la ventana y miró abajo.
Cuando abro la ventana el viento azota violentamente contra mi piel haciendo que mi cuerpo se estremezca, se me erice la piel y me tiemble el labio. En búsqueda de calor me abrace a mí misma y me concentré en lo que tenía delante.
Axel Wilson está de pie debajo de mi ventana, lleva una chaqueta negra peluda que solo deja su rostro a la vista y parte de su castaño cabello, el saca su celular y escribe un texto el cual hace vibrar mi móvil en mi bolsillo trasero.
Axel: ¿Podríamos hablar?
Asiento con la cabeza antes de volver a cerrar la ventana, revisó el lugar, mi madre está dormida en su cama, debió llegar cansada del trabajo, bajo las escaleras y voy hasta la puerta abriéndola.
Los brazos de Axel se envuelven alrededor de mi cintura apenas me ve, el aroma de su colonia invade mis fosas nasales y el calor llega a todo mi pequeño ser, llevo mis manos a su cuello y lo siento levantarme del suelo, una vez termina de abrazarme me mira a los ojos.
—Te extrañe— bufo y hago un gesto con la mano restándole importancia, acompañándolo con una pequeña mueca, fingiendo que para mi no tiene importancia lo que dice aunque me esté provocando un infierno en mi interior.
—Que exagerado, apenas me fui y seguro ni lo notaste.
— ¿Cómo no voy a notar que no estás? ¿Cómo no notar la tristeza de los animales o el desaparecer de las estrellas? Sería lo mismo— le da un toque dramático a todo, como siempre; pongo los ojos en blanco.
—Eres muy... tú— él lleva su mano a mi mejilla y la acaricia con ternura. —No deberías de estar aquí, hoy regresa Inés y mañana entramos a clase.
—Igual podremos vernos— Axel es algo así como un crush.
Desde que tengo uso de razón Axel me ha gustado, el problema sería Inés, su novia. Mis amigas siempre han sabido sobre mi absurdo enamoramiento por él, me molestaban al respeto y todo por eso nunca esperé que mi amiga, mi mejor amiga casi que mi hermana saliera con el chico que siempre me ha gustado; estaba muy enojada, me sentí herida, traicionada, pero pues ella es mi amiga así que la perdone.
—No, ya no puede pasar nada más entre nosotros, esto no es correcto— le digo pensando en Ines, él bufó con molestia. Nos quedamos en silencio unos cortos minutos hasta que dejó salir aire por la boca.
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Editado: 10.08.2021