Nimsy - Camino al abismo.

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Un doctor se acerca a mí, miro su bata médica la cual pone su nombre (Edward) y su especialidad (psicólogo) me sonríe con amabilidad mientras que yo me limito a mirarlo.

—¿Nimsy? —asiento —Hola un placer conocerte, yo soy Edward— me extiende la mano y la estrecho en forma de saludo —¿quieres hablar conmigo?

-Asiente o no te dejará en paz, miente, ocultate, no confíes en el- asiento, decidí dejar de luchar y hacerle caso a la voz, total me gusto saltar.

Hubo cierto placer en la sensación de caer, saber que en algún momento impactaras contra el suelo y desconocer tu destino, la adrenalina del momento. Recuerdo el momento en el que mi corazón empezó a latir con rapidez, como mi sangre bombeaba de un lado al otro haciendo que un frío extraño recorriera todo mi cuerpo, me gusto esa sensación.

El dolor son pequeños efectos secundarios de una gigantesca sensación placentera, ni siquiera siento dolor, seguro es por los analgésicos pero sé que el precio a pagar por tan arrolladora sensación será poco.

Asiento dejando que él continúe con su protocolo, Angel no estaba lejos de la realidad, la curiosidad, el morbo de saber que se sentiría caer me invadió.

—¿Qué hacías en el techo de tu casa?

Empieza con el cuestionario que manda en estos, el sigue su protocolo con normalidad y yo lo evito como si supiera de qué se trata, es como si otra persona tomara el control de la situación y yo solo fuera una espectadora. Hago bromas, cuentos y comentarios triviales mientras que él parece entrar en confianza, hace algunas anotaciones y al final pide hablar con mi mamá por lo que ahora la espero.

Desde donde estoy veo las acciones de mi mamá, ella se cierra a lo que el doctor le dice hasta que finalmente cede, la veo tomar sus cosas y acercarse a mi, me informa que ya podemos irnos.

Mi madre conduce en silencio, con ella siempre han sido silencios cómodos pero esta vez es algo incómodo, aún estoy bajo los efectos de la medicina pero noto lo raro que se torna el ambiente para ambas.

Siempre me he llevado bien con ella, tenemos una buena comunicación pero al parecer esto está rompiendo nuestro vínculo, ella sólo finge que lo de las fotos nunca pasó y eso es suficiente para destruirme.

Necesito a alguien y la necesito lo más pronto posible, necesito que alguien me tome de la mano y no me deje caer en este gigantesco abismo que se está convirtiendo en mi realidad.

Me siento en el porche de la casa, mi mam'a entra a casa de inmediato mientras yo me quedo viendo la simpleza de la vida y las personas que me rodean, veo a la señora Agust regando sus plantas, al señor Jones salir en pijama por el correo, el auto de Aaron pasar, respiro profundo; la vida es tan efímera y sencilla que esa pequeña sencillez se vuelve en algo difícil y complicado.

La vida y la felicidad están sobre valoradas, la vida es algo tan efímero, un minuto estás al otro ya no, la vida se resume en nacer, estudias y estudias por un título que te garantizara un futuro donde solo trabajaras y si tienes suerte conseguirás a alguien que te ame y formar una familia y así hasta que mueres, una vida patética con una tonta rutina que nos hará recordar día tras día de los pequeños momentos felices.

Mientras que la felicidad se trata de pequeños momentos a los que nos aferramos como si no hubiera un mañana, pequeños recuerdos que se repiten en nuestra memoria, no podemos ser siempre feliz la vida es muy cruel para ello y por esa razón todo se trata de momentos.

Mi madre aparece con dos tazas de té, tomo una haciéndole espacio junto a mi para que pueda sentarse, ella toma asiento y se queda mirando a algún punto en la nada, hago lo mismo luego de dar un sorbo a mi té, me quedo mirando a la nada pensando en todo.

Miro lo cotidiana que suele ser la vida, mirar la normalidad desde lejos, supongo que siempre ha sido así, yo mirando todo desde lejos sin pertenecer a ningún grupo, ahora que lo pienso siempre ha sido así.

—Tenemos que hablar— su tono de voz es serio, yo respiro profundo y la miro.

—No…

—Nimsy, soy tu madre y necesito saber que está ocurriendo contigo, yo te crié y por eso se que esta no eres tu, quiero escuchar por ti misma lo que pasa, quiero que me expliques.

—Quizás nunca me conociste— le respondo así sin más, ambas nos miramos, su rostro es de total desconcierto mientras que yo permanezco inexpressible —lo que sucede es lo que sabes, un sujeto me engaño para sacarme esas fotos y me extorsiono por mucho tiempo con las mismas, hasta que al parecer se aburrió y solo las subió a la red.

Mi madre respira profundo y toma un sorbo de su taza, es sorprendente como tenemos una vida totalmente distinta a las que nuestros padres conocen, como lidiamos con cosas de las cuales no podemos hablar con nadie incluyendo los y es más sorprendente como afirman conocernos del todo cuando no están presentes en ninguna de tus decisiones las cuales tampoco apoyan.

Alguien debe de ponerse en pie y decirles que el hecho de que nos dieran la vida no significa que conozcan todo de uno, ni siquiera yo me conozco a mi misma.

Acompaño a mi madre hasta la puerta del auto donde nos despedimos y me recuerda el té y las cosas que me encargó, como avisar a la escuela que faltare y eso.

—Vamos a denunciarlo con la policía cibernética, tenemos que encontrar a ese sujeto y ponerle un final a esto.

—No comprendes, las fotos ya están, eso me va a perseguir toda la vida, en el instituto me molestan y recibo unos quinientos correos por día de acosadores o personas molestando.

—Con más razón hay que denunciar— culmina poniéndose de pie.

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