Niñera para el C.E.O.

Capítulo 2: Una oferta.

La locura que llevo en mi ser tiene que ser trasmitida al mundo con la misma fuerza que la poseo. 

Xien Calland

No hay algo que me guste más que el pastel de caramelo, el cual tuve que comprar después de echar mi dinero a la basura con mi euforia, aunque ahora mismo lo que más me interesa es llamar a este número de teléfono que está en el cartel. 

Odio las palomas, la verdad le tengo un poco de pánico, sin embargo, sentarme en este parque tan tranquilo es lo mejor que pude hacer para poder realizar la llamada. 

Se trata de un famoso empresario por lo que puedo leer, pero desconozco en que sea tan halagado, ya que el mudarme de ciudad y vivir en mi mundo de “perfección”, no me permite darme cuenta del entorno. 

«Bien, Xien, deja de pensar y ¡marca ya!, puede haber más personas como tú sin empleo por estar de tonta.»

—¡Ah!, mi amable subconsciente, no extrañé tu sarcasmo hiriente en lo absoluto—.

Sigo mirando el cartel mientras mi corazón late a mil millas por segundo, noto de quien se trata, ¿A caso ese es el famoso de los anuncios de perfumes?, creo que sí, ya hasta el anuncio me grabé al igual que el de champú ultra suave.

No contestan. 

Bueno, ha de ser que la línea esté saturada por la oferta, marcaré más tarde, sin embargo, iré a donde trabaja Aksel para enseñarle esta oportunidad.

Camino y sigo marcando constantemente al número del cartel y no responden. 

—Rayos. —Me quejo para mí misma—. Pero no me voy a detener. 

Le escribo a mi mejor amigo para que sepa que iré a su trabajo y hablemos un poco de esto. 

Camino rápidamente a su espacio laboral y sigo marcando con insistencia, espero que me respondan.

Abro los ojos como platos cuando sigo mirando que ¡si es el de los perfumes!, ese hombre ¡es demasiado guapo!

«Está bien, me calmo»

De verdad que debo conseguir este empleo cueste lo que cueste. 

 Escribo un mensaje de voz a Aksel. Ese tonto no me responde.

—Aksel, ¡por favor!, cuando puedas responde mis mensajes. Después de hablar contigo debo ir a la universidad, sabes que tengo la carrera de estilismo y maquillaje, no cuento con mucho tiempo, pero una vida sin chisme, no es vida para mí y tú eres mi cómplice. ¡No me abandones!

Sigo con insistencia marcando. ¿No responderá el C.E.O. por estar en aprietos con los niños traviesos?, supongo que sí. 

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Jayker Olsen

Jackie de siete años y Jessie de cinco, me tienen corriendo por toda la mansión y esto es algo que ya no puede seguir sucediendo. Tengo que irme a trabajar, las mucamas no llegan y todo está hecho un caos. Ni hablar que mi secretaria personal y mi manager están en la junta, que ¡yo debería estar presente!, ¡que me parta un rayo!

«Bien, Jay Jay, debes relajarte, por tus hijos, no cuentan con más nadie que contigo»

Y vamos a contar con una niñera, claro que sí, sí, me incluyo porque es lo que está pautado en mi cartel, a menos que a Ziret se le haya olvidado poner ese detalle. 

—¡Cálmense los dos! —me echaron agua en la cara con una pistola y solo tengo ganas de exterminarlos, pero me relajo, esta no es la mejor decisión.

Escupo como puedo y mi celular no deja de sonar, ¿dónde están las personas que necesito en este momento?, ¿quién me llama tanto?

¡Caray!, ¡cuantas llamadas de este número!

—Debe ser algún socio, debo contestar. —Me alejo de los niños un momento tratando de secar mi cara mientras ellos siguen tomando todo el papel de cocina para jugar. 

No tienen remedio, en serio, que se parecen a la terca de su madre. 

—Buenas tardes, Jayker Olsen le habla, ¿con quien tengo el placer?

—H-hola… b-buenas tardes. 

Oh, no, ojalá que no sea otra fan que haya colado mi número por algún lado. 

—¿A que se debe su llamada y quién le dio mi número?, nadie debe tenerlo. 

—Lo siento si le molesto, mi nombre es Xien Calland. Si no quiere que alguien tenga su número de celular, no debería ponerlo en carteles. 

Xien… ¡Que raro nombre!, parece nombre de detergente de baño. 

—Imagino que es para el puesto de niñera. 

—S-sí, justo para eso llamo, ¿dónde debo ir?, ¿qué necesitan?, la verdad es que me urge y tengo experiencia. 

Mi asistente es la más tonta, puso ¡mi número personal!, al menos ha sido la primera en llamar y por lo visto la última, me apura, aunque eso no evita que ella haya sido inútil con mi teléfono íntimo. 

No es como que haya sido muy astuto yo, que no puedo cuidar a los niños de los cuales aporté para su nacimiento. 

—Gracias, cerebro, ¡muy entrañable tu idea en este momento!—.



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En el texto hay: niños, multimillonario, amor dolor romance

Editado: 30.11.2022

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