Niñera para el C.E.O.

Capítulo 6: Curiosidad.

En cada pizca de locura hay una gota de dulzura.

Al día siguiente.

Jayker Olsen

Cuando regresé a casa tarde en la noche, una de las mucamas que quedaba en la mansión me dijo que los tres estaban en la sala de pintura y recreación, por lo que me dirigí hacia allá. Ver a Xien durmiendo, al igual que mi dos hijos me movió el corazón. 

Se nota que es buena en lo que hace y que le pone mucho empeño a los cuidados de los niños. ¿Cómo pudo ponerlos tan rápido a su merced y entretenerlos con cosas productivas?, no lo sé, pero siento que ellos están carentes de amor y atención, lo cual ella vino a ofrecerles. 

Juego con ellos a veces a pesar de estar cansado de trabajar todo el día, sin embargo, esa figura materna está ausente y sé qué les hace falta, quizá ven ese refugio en la chica con nombre detergente de baño. 

Espero que hoy no me persiga con una olla de cocina en vez del sartén por el hecho de llevarla a la cama.

Hoy quiero llevarla a ver más de la empresa junto con los niños, quizá esto sirva para conocernos un poco mejor y que deje de tenerme algo de miedo. Si supiera que aún no la he puesto a cuidarme como bañarme y esas cosas, que lo de la exigencia en el desayuno fue una tontería. 

«Deberás pagarle extra para eso, nadie haría una ducha a su jefe de balde»

—Ya le estoy pagando suficiente cerebro, no estoy minusválido, pero servirá como molestia para ella, quiero divertirme un rato y ver hasta qué punto llega—. 

Me río solo al notar lo que alberga en mis pensamientos.

Es momento de molestarla un poco. Los tres tienen que ducharse, ya que veo frutillas y pintura por todos los rincones de sus cuerpos, aparte de que Jessie se durmió encima de su cuadro y tiene ahora un árbol tatuado en la mejilla. 

Vi el cuadro de Jackie, eso me dio un poco de nostalgia, éramos los tres agarrados de la mano y puso una mano al lado de la mía como esperando a que llegue su madre o quizá otra chica que sí me haga feliz. 

Tomo un globo, pegamento y una linda corneta que compré ayer para mis travesuras, no esperaré mucho para estrenarla. 

Preparé toda la artillería y me dirijo a la habitación de Xien, en la cual, al ser tan temprano, —las siete de la mañana—, sin duda, no estará muy alegre, sin embargo, imaginarme su cara será demasiado reconfortante si reacciona como pienso. 

Busco a mis dos hijos para que me acompañen, los cuales literalmente saltaron de la cama al escuchar la palabra: “broma”. Eso les encanta.

Abro la puerta y noto su cara toda manchada de aquellos juegos de ayer y lo linda que se verá con los de hoy encima, bien dormida, así que este es el mejor momento para hacer mi travesura.

Jackie toma el globo y Jessie va a tocar la corneta. 

—¿Listos? —pregunto casi inaudible esbozando una sonrisa. 

—Sí, papá. —Expresan al unísono. 

Mi pequeña hija de cinco años toca la corneta y vemos a una Xien que se espanta por el ruido. Y de inmediato, con una aguja pequeña, pincho el globo de Jackie tenía encima de su rostro, causando que el pegamento se adhiera a su cara. 

Las tripas ya me dolían de tanto reírme y solo habían pasado unos segundos, esto sí que es divertido. Nunca había hecho bromas de este tipo a niñeras, porque con mi absoluta exigencia ya salían corriendo sin importar que tan buena fuese la paga.

—¡Jayker Olsen!, ¡Jackie y Jessie!, ¡ustedes dos pequeños me traicionaron!

Corremos por toda la casa y ella va detrás. Baja por las escaleras que dirigen a la sala y cocina. Iba a alcanzarnos, no obstante, las gotas de pegamento la hacen resbalar por las escaleras, lo cual hace que me preocupe. 

Ya no me resulta divertido. 

Los dos pequeños van conmigo a ayudarla mientras escuchamos como se queja en el último escalón. 

—Xien, ¿todo bien? —niega y trata de ponerse de pie. 

No lo consigue y mis pequeños se ven preocupados. 

—Ahora no puedo moverme. ¿Me ayudas? 

Y sin darme cuenta se pone de pie y a los tres nos cae un globo que ¡tenía en su espalda!, por eso puso la mano detrás, lleno de brillantina y pintura. 

«La venganza es un plato que se sirve frío, Jayker»

—No está tan mal, al menos brillo como la estrella que soy—.

Todos nos echamos a reír en el suelo, creemos que ya fue suficiente. 

—Bien, estamos empate. —Le menciono escupiendo brillo. 

—¿Por qué me despertó? —hace un lindo puchero. 

—Quería que fuéramos los cuatro a mi empresa para conocernos mejor y a la vez, sacar a los niños a pasear, como toman clases virtuales desde casa, es momento de que salgan de la mansión un poco. 

Mis niños chillan de la felicidad. 

—Por supuesto, pero primero, vamos a quitarnos este desastre que tenemos hecho encima y en todo este lugar. —Ríe y le suelto una sonrisa de ternura. 



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En el texto hay: niños, multimillonario, amor dolor romance

Editado: 30.11.2022

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