7:35 a.m
Cassandra estaba echa un ovillo en el asiento trasero del auto de su padre, abrazando sus piernas, dormitando mientras era llevada a la escuela. Su mochila estaba en el asiento de al lado al igual que sus zapatos, dejando sus pies libres en sus medias blancas. Sus cabellos castaño oscuro estaban desparramados sobre su rostro, enredándose e incluso ella lo revolvía más.
—Arriba princesa, ya casi llegamos a la escuela —anunció su padre con una sonrisa al verla tan desordenada, como aquella pequeña niña que él sentía que aun era. — vamos, debes ordenar tu cabello.
—¿Hmm?... ¿mi cabello? —murmuro aun adormilada, talló sus ojitos miel mientras soltaba un bostezo para nada femenino. Después de unos segundos miro a su padre, entregándole una pequeña sonrisa —lo siento, lo siento...
Soltó una pequeña risa mientras acomodaba sus largos cabellos ondulados, atándolo en una coleta alta, acomodando su uniforme. Catorce años, cursaba el segundo año de secundaria; era una chica bastante normal, no destacaba en muchas cosas más porque ella no quería destacar que porque no brillaba en algo. Sus calificaciones eran buenas, le encantaba la clase de deportes aunque prefería evitar los deportes con pelotas, sentía que era un imán para ellas, era buena con manualidades y dibujando; intentaba un poco de todo solo por diversión.
Medía 1.57, su complexión era bastante común e incluso podría ser considerada como alguien "plana". Era bastante alegre, siempre sonreía a todos, se la pasaba con su grupo de amigos sin molestar a nadie e incluso para muchos podría ser considerada una chica infantil.
—¿Ahora por qué te desvelaste princesa? —Cassandra hizo un puchero pero rápidamente sonrió. No le gustaba ser llamada princesa, ya estaba grande pero como era su papá no le molestaba, era la única persona a la que se lo podía permitir.
—Estaba viendo una serie muy buena, era sobre los planetas, los OVNIs y extraterrestres —exclama arreglando su uniforme, arreglando sus zapatos negros. Su padre sonrió, soltando una pequeña risa por la emoción que su pequeña demostraba — no creo que estemos solos en este mundo, sé que debe haber extraterrestres en este mundo... yo puedo serlo, tal vez tú o ella.
Apuntó su mano hacía una persona que iba saliendo de un auto, siendo esta persona Roxanne Cristen. Cassandra hizo un puchero al ver de quien se trataba. «Seguro ella si es de otro planeta» pensó de mala gana, inflando sus mejillas.
—Bien, bien y trata de no hacerlo mucho o mamá nos va a regañar a ambos —el señor estacionó el auto, volteando a ver a su princesita, su preciada hija que cuidaba mucho — ahora anda, ve que llegarás tarde.
—Claro~ nos vemos papá —tomó su mochila, dejo un beso en la mejilla de su padre y bajo del auto de un salto, miro a su padre moviendo su mano — ten cuidado de camino a tu trabajo, nos vemos~
Acomodó su mochila y avanzó con pasos rápidos a la entrada de la escuela, soltó un suspiro. Cuando sus amigos no estaban esperándola en la entrada se iba de largo a su salón, ese día eso sucedió, sus amigos no estaban así que dando pasos con saltitos se adentró al edificio, yendo a su salón donde recibiría sus clases, deseando no tener alguna discusión con Roxanne.
—¡Hey, Cass! Buenos días —exclamó un chico que iba apresurando su paso para llegar a su lado, la castaña volteo con su preciosa e imborrable sonrisa, sacudiendo su mano con alegría — ¿cómo estas?, ¿miraste la serie ayer en la noche? Yo digo que el profesor Fernando es u...
En ese momento como si fuera mala suerte de Cassandra chocó con Roxanne, haciendo que cayera al piso mientras Cassandra había sido sostenida por su acompañante. Las personas que pasaban por ahí murmuraban, viendo asombrados la escena e incluso comenzaban a rodearles. «Esto es genial, he iniciado el día con el pie izquierdo» hizo un puchero, no quería escuchar los chillidos y reclamos de la chica presumida.
6:04 a.m
Roxanne Cristen despertó apenas sonó la alarma a las seis de las mañana, bostezo y talló sus ojos mirando el techo por unos cortos minutos antes de levantarse. Se dirigió al baño de su habitación y después de asearse salió del baño, lo primero que hizo fue cepillar, secar y peinar su cabello. Su peinado predilecto además de suelto con un lazo eran dos coletas, el cual se peino esa vez, agregando lazos y moños; vistió su uniforme con unas medias blancas y sus zapatos bien lustrados.
—Bien, estoy lista
Sonrió frente a su espejo, dando vueltas, observando como la falda de su uniforme se movía al dar vueltas soltando pequeñas risas inocentes hasta que escucho como era llamada para desayunar. Tomó su mochila y bajo al piso de abajo, dejó la mochila en la sala y fue al comedor donde sus padres y sus hermanos menores donde solo se sentó y comenzó a comer en silencio, observando a todos.
—Señorita Roxi, ¿esta lista para irnos a la escuela? —el chófer se acerco sonriéndole a la chica de cabello claro, sentándose cercano a ella. La joven levantó su vista dándose cuenta que estaba sola en el comedor.
—Um... sí, vamos, se hace tarde, ¿no? —Roxanne sonrió, se levantó de la mesa y siguió al chófer, que ya llevaba la mochila de ella. Sonrió un poco, dando saltitos mientras iba a su lado — ¿cómo has estado Greg?
—Oh bien, todo ha estado bastante normal...
Conversó con el chófer un poco, daba vagas respuestas mientras su mente viajaba en asuntos que le estaban preocupando en esos momentos pero no sabía con quien los podía comentar. Es una chica de catorce años, 1.65 de estatura algo bastante extraño para alguien de su edad, su cabello es entre castaño y rubio, un poco largo y lacio; ojos azules y tez clara con algunas pecas. Era la chica perfecta de la escuela, la más desarrollada, una de las más inteligentes y deportistas.
Editado: 22.06.2024