No diré que es amor

Una tarde de trabajo… y pantis.

El fin de semana Roxanne se debatió el ver aquel programa o no, no era de su particular interés pero recordar la alegría que tenía Cassandra al hablar de ese programa tan raro, lo reconsidero; para ver esa sonrisa de nuevo, tendría que ver el programa y poder tener tema de conversación, e incluso pensó en hacer notas pero prefirió dejarlo así.

 

            El domingo llego, Roxanne se preparó con sus pijamas rosadas, su cabello trenzado, preparo un vaso con leche y unas galletas. El programa inició, comenzó a verlo con interés, escuchando con atención todo, aunque como no estaba tan acostumbrada a desvelarse termino cayendo a mitad del programa.

 

Receso.

 

—¿Quién está listo para hablar? —Cassandra acomodo su cabello y sacó su libreta buscando sus apuntes sobre el programa. Roxanne la miro comiendo con calma, sorprendida de los apuntes y pensando que debió hacer algunos — primero y antes que nada, ¿pudiste verlo Roxi?

 

—Uh… no, me quede dormida en algún punto —negó avergonzada, bebió un poco de su jugo de uva y comenzó a hablar con calma, pero demostrando una sonrisa genuina e incluso notándose algo de emoción — me gustó mucho, incluso antes de iniciar te explica que eso de los Doppelgängers y las teorías sobre su existencia, que son, que pueden ser, que hacer si te encuentras con uno o que puede pasar si llegas a ver a tu propio gemelo.

 

—Oh sí, sí en eso tienes razón. Es muy interesante eso —Franki se metió con una sonrisa, comenzando a platicar del programa. Roxanne guardo silencio, comiendo mientras hablaban de un lado a otro e inclusive de lo que no alcanzó a ver — los fallos en la realidad también lo son… yo un día vi un perro que estaba quieto, como estatua, pero cuando un niño se acercó se movió como si nada.

 

            Cada uno comenzó a hablar de sus experiencias, pasando a hablar de cosas paranormales en general, inclusive Roxanne aportó con anécdotas que su nana suele contarle algunas noches. Finalmente el receso termino y todos volvieron a sus respectivos salones, Cassy aprovecho de que en algunas clases podía estar tan cerca de Roxanne para poder adoctrinar y llevar al buen camino de su serie favorita, y la rubia solo escuchaba todo con atención, asintiendo y haciendo anotaciones de lo que podía.

 

A lo lejos Jeny las observaba con cierta molestia. Su mejor amiga entretenida, haciendo esos ojitos bonitos, poniéndole atención a lo que otra chica decía y la que no era cualquier chica sino aquella que siempre discutía con su mejor amiga. Frunció ligeramente el entrecejo, apretando el lápiz entre sus delgados dedos, preguntándose de que hablaran, si sería remplazada por aquella bruta castaña.

 

—Deja de gruñir así Jeny, seguramente solo hablan del trabajo que debemos hacer todos —hablo un chico a su lado, de nombre Rubén, pero ella no se molestaba en recordarlo, solo le dirigió una mirada de molestia — no me mires así, mejor ayúdame que si no lo haces le diré a la maestra que no estás haciendo nada de nada.

 

—Mejor calla Darío

 

—Rubén…

 

—Sí, sí como sea guarda silencio y hagamos ese estúpido trabajo —Jeny ya molesta se puso a hacer el trabajo.

 

            Más adelante, ninguna de las dos chicas ponía atención, apenas si trabajaban, más entretenidas en su charla común, como si siempre hubieran sido las mejores amigas del mundo.

 

—Nunca pensé que tus calzoncillos fueran tan adorables —murmuro aquello entre pequeñas risitas, ganándose un golpecito en la cabeza de parte de Cassandra, la cual se puso roja como tomate por aquello — eso duele~

 

—Te lo mereces por abrir la boca Roxanne, esas cosas no se dicen aquí y menos eso —murmuraba con furia, teniendo la necesidad de cubrir cualquier espacio por donde pudieran ver sus curiosas pantis de lazos y estampados adorables. — ¿qué acaso tu no usas de esos?

 

—¿Hmm?, ¡Oh, no, no, no! Nada de eso, los míos son de esos que muchos llaman de abuelita. Son cómodos, te cubren como un short y al ser de un solo color sin ningún encaje ni nada nadie puede notar que lo traes puesto —la jovencita mimada hablaba con calma, sin ningún atisbo de pena o vergüenza, sorprendiendo a la castaña. Tomó un poco de aire, pensando en lo que diría — aunque ahora si tengo los que me prestaste, ¿quieres ver?

 

            Cassandra iba a replicar, pero se contuvo, mejor siguió trabajando aunque por andar conversando no pudieron terminar el trabajo a tiempo y ahora debían terminarlo para entregar la próxima semana, quedando que uno de esos días se juntarían para hacerlo.

 

 

 

 

 

Viernes. Después de la escuela.

 

Ambas chicas estaban en la entrada de la escuela, esperando a ser recogidas por el chofer de la rubiecita. Conversaban con tranquilidad e incluso Cassandra se sorprendía de la confianza que esta tomaba con facilidad, pues ya estaba colgada de su brazo mientras hablaban, manteniendo una distancia que para ella no era del todo cómoda.




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