No fui yo.
—¡Kyle, allí!— Amanda señalo su escritorio. —¡Estoy segura de que la vi meterse allí!— exclamo temerosa por la abeja que rondaba en su habitación.
Abrí la ventana y luego me apegue a la pared para ver el espacio entre esta y el escritorio, intentando buscar a la entrometida abeja. Pero... lo reconozco, estoy mas asustado que Amanda. Podrá cagarme en los pantalones si no estuviese frente a mi novia.
Corrí su escritorio intentado hacer que vuele y la vi cruzar justo delante de mis ojos, el grito de Amanda no ayudo a la situación y me hizo gritan a mi también para correrme de allí lo mas rápido posible, quedándome en la puerta de su dormitorio y respirando agitadamente para así verla a ella, la cual también me estaba mirando.
Ambos oímos un zumbido y regresamos la vista a la ventana, donde tuvimos el alivio de ver al insecto irse.
Amanda dudo unos segundos pero se acerco rápidamente a cerrar para que ya nada mas entre de imprevisto y quedándose en su lugar viendo a través de ella, la oí reírse. Primero despacio y después mas fuerte.
—Kyle.— llamo ella.
—¿Que?
—Kyle.— ella intento no reírse, por lo que sonreía muy ampliamente.—¿Qué es ese olor?
—¿De que estas...?— hice una mueca de asco en cuanto lo sentí y cubrí mi nariz. —¿Qué mierda?
Ella se volteo divertida a mi.
—Kyle, ¿Te tiraste un pedo?— dijo aguantando la risa.
—¿Qué no?— ella rio ante mi respuesta.
—¿Te tiraste un pedo del susto?— Sonreí al escucharla y negué.
—No, escucha, yo no fui— Rei y me pare frente a ella. —¿Fuiste tu? ¿Te tiraste un pedo del susto, tu?— ella golpeo mi hombro suavemente
—Oye, ¿Cómo puedes culpar a tu novia de esas cosas? Las chicas no hacemos eso.— intento excusarse avergonzada pero con un cierto tono de diversión en su voz.
—Amanda, yo se que no fui el que se lo tiro.—Relamí mis labios y ella me miro a los ojos, estaban cristalizados de tanto haberse reído, su cabello rojizo oscuro estaba un tanto desordenado y su boca amenazaba con sonreír mostrando dientes pero ella estaba dando toda su fuerza de voluntad para no hacerlo.
—Si me lo tire— confeso después de estar callada un rato y apoyo su frente en mi cuello— Es que me diste miedo cuando corriste de repente.
No pudimos evitar reír y de molestarnos entre nosotros sobre ese incidente el resto de la tarde que pasamos juntos.