5 meses antes...
Me gustaba. En verdad me gustaba. Pero sabía que eso que estaba pasando no podría ser verdad. El chico que me gusta desde hace tres años estaba ahí conmigo y quería besarme. Solo podía pensar en que era un reto o algo así. Estábamos sentados en las escaleras, manteníamos una plática casual de amigos pero al mismo tiempo podía ver como se iba acercando lentamente, posaba su mirada en mis oscuros ojos y luego saltaba a mis labios, mientras tanto yo dejaba caer mi cuerpo hacia atrás hasta que unos fríos ladrillos me detuvieron, toqué la pared y no tenía hacía dónde más correr. Nunca había dado un beso en mi vida, no por que nadie me quisiera besar o porque mis padres me lo hubiesen prohibido, sino porque siempre supe que quería que fuera un beso especial, con la persona correcta, al fin y al cabo solo tendría un primer beso y tenía que ser perfecto. O al menos eso esperaba. No quiero sentir que mi primer beso es por un juego.
— No, Santino — dije de repente mirándolo a sus ojos café oscuro, fue más como un susurro debido a lo nerviosa que me encontraba en aquella situación.
Él no se esperaba esa reacción. Asintió y adoptó una postura más erguida, inmediatamente me relajé al ver que me libré de aquella situación. Aunque presentía que el ambiente se tornaría incómodo.
— Perdón. — dijo unos pocos segundos después pasando sus dedos entre su cabello castaño oscuro — no era mi intención hacerte sentir incómoda. ¿Nos podemos acostar aquí un rato? — preguntó señalando al descanso de las escaleras.
Asentí. Estuvimos varios minutos mirando al techo. Ninguno de los dos se atrevía a decir palabra alguna. En un momento Santino buscó mi mano con la suya. Rozó mis dedos y la sujetó. Fue lo único que hicimos hasta que por fin pronunció:
— Fue un reto que me pusieron.
— Lo imaginé — respondí firme. Tenía razón aunque en el fondo no quería que fuera verdad. — No te preocupes.
Una parte de mí siempre pensó que aquello del supuesto reto no era cierto pero que a él le daba pena admitir que yo le gustaba también. Teníamos 14 años, no es que esperara más de aquella situación.
10 semanas después...
Hoy era su cumpleaños. Últimamente habíamos estado un poco distantes pero era porque ahora estábamos en salones diferentes en la escuela. Aún así nos escribíamos constantemente por chat.
Mi celular sonó. Era una notificación así que lo desbloqueé para revisar.
Santino D'amico:
Luna, olvidé invitar a la gente a mi cumpleaños jeje, ¿quieres venir? Es a las 7 p.m. en mi casa. 6:08 p.m.✔✔
Claro que quería ir, el problema eran mis padres, los anteriores años no me habían dejado ir porque no lo conocían o porque algo se presentaba. Salí corriendo de mi habitación a preguntarle a mi mamá, rogando mentalmente porque dijera que sí y así fue. Ella sabía que mantenía tragada de él así que accedió. Cogí mi celular y rápidamente contesté.
Luna Greco:
Claro, me encantaría. Me pasas la dirección entonces y allá te veo. 6:10 p.m. ✔✔
Me cambié y mi mamá me llevó en el carro, sabía que vivíamos a unas cuantas calles pero en sí no sabía por dónde y no hallábamos la dirección así que le hice una llamada para que viniera a buscarme y así fue. Resultó que estaba en el esquina de la calle donde él vivía.
Nos saludamos y le deseé una vez más un feliz cumpleaños. Mientras llegábamos a la casa le pregunté cómo había estado su día. Nos detuvimos y deslizó a la izquierda una reja blanca para entrar al antejardín. La cerró y buscó la llave de la puerta. Nada que abría la puerta y me empecé a poner nerviosa.
Oh no. Oh no. Oh no.
Me tomó de la cintura y me pegó hacia él. Con su otra mano me sostuvo la cara y fue entonces cuando me besó. Mi primer beso fue robado. Rápidamente me hice hacia atrás. Estaba sorprendida. Iba a decir algo cuando de un momento a otro fue como si alguien hubiera pulsado un botón de replay porque volvió a suceder solo que esta vez no me pude zafar, me sostuvo con más fuerza. Debo decir que en mi mente estaba saltando de la felicidad. Él me había besado, el chico que tanto me gustaba.
— ¡Santino! — exclamé en un susurro — ¿por qué lo hiciste?
— No sé. Sólo sentí que debía hacerlo. No volverá a pasar, lo prometo.
No dije nada y por fin abrió la puerta, pero el resto de la celebración fue muy incómoda.
2 días más tarde...
— ¡Tenes que contarme todos los detalles! — dijo Amelia casi saltando de felicidad.
¿Cómo se habrá enterado? - Me pregunté.
Estábamos en la hora de descanso, charlábamos mientras comíamos la merienda cuando de repente una personita carismática con ojos color miel se aproximaba a nosotras, Camille.
— Luna, acompáñame para presentarte a alguien que te quiere conocer —dijo mientras me tomaba del brazo y me jalaba para que me parara.
— ¿Qué? ¿A mí? — respondí sorprendida. Siempre a las que querían conocer era a ella o a Michelle, pero ¿a mí?, ha de estar bromeando.
Negué varias veces hasta que desistió. La verdad no me quiero exponer de esa manera, no tengo nada de especial como para que un muchacho me quiera conocer.
En ese momento Santino y sus amigos llegaron a donde estaba sentada. No habíamos hablado desde su cumpleaños y por supuesto tampoco planeaba hacerlo así que me giré para seguir conversando con Amelia. Le pregunté que cómo se había enterado y no me quiso decir, me dijo que había sido un pajarito. O dos. Y tenían nombre y apellido. Solo se lo había contado a Camille y a Michelle así que era obvio, seguro ya todo el grupo lo sabía, y eso que les advertí que no le dijeran a nadie. Michelle estaba escuchando música sentada al otro lado de Amelia.
—Michelle —dije alzando la voz para que me pudiera escuchar. Se quitó uno de los auriculares y me hizo un gesto indicando que hablara — ¡Les dije que no contaran nada!
Ella se rió.
— Perdón Lunita, pero una noticia así era digna de ser contada.
Le tiré la envoltura de lo que estaba comiendo y ambas volvimos a lo que estábamos haciendo. A los pocos minutos sonó el timbre indicando que el descanso había terminado. Camille, Michelle y yo nos dirigimos al salón de Español, no hacíamos mucho en esa clase.