Clara Morgan alisó el dobladillo de su vestido negro y ajustó el pequeño broche en su cabello. Había elegido un atuendo lo suficientemente elegante para mezclarse con los invitados, pero no tan llamativo como para atraer atención innecesaria. Caminaba con paso seguro hacia el salón principal, donde una suave melodía de piano flotaba en el aire.
“Noah, ¿seguro que esto es una buena idea?” había preguntado hace una semana, mientras él se reía a carcajadas desde su lugar en el sillón.
“Vamos, Clara. ¿Qué tan difícil puede ser? Entras, dices la frase, y te largas. Fácil. Además, te prometo que limpiaré tu departamento todo el mes. Lo necesitas más que yo.”
“¿Insinúas que soy desordenada?”
“No lo insinúo. Lo afirmo. Hazlo o eres una gallina.”
Eso había sido suficiente para convencerla. Clara nunca retrocedía ante un reto, incluso si era absurdo. Lo que Noah no sabía era que ella planeaba ganar esa apuesta con estilo.
De regreso al presente, Clara se detuvo frente a las puertas dobles del salón, tomó aire y las empujó con delicadeza. El salón era impresionante: un techo alto decorado con arañas de cristal, flores blancas adornando cada rincón, y mesas elegantemente dispuestas rodeadas por invitados vestidos como si hubieran salido de una revista de moda.
Escaneó la habitación con rapidez. Los novios estaban de pie frente al altar, bajo un arco de flores que parecía sacado de una película romántica. Reconoció al novio enseguida: Benjamin Foster, con su cabello perfectamente peinado y una sonrisa impecable. A su lado, Natalie Pierce, la novia, brillaba con un vestido ajustado que probablemente había sido confeccionado a medida.
Clara avanzó con seguridad, sosteniendo una copa vacía que había recogido de una bandeja en la entrada. Caminaba como si fuera parte del evento, asintiendo de vez en cuando a los invitados, que apenas le prestaban atención. La música se detuvo justo cuando el sacerdote comenzó a hablar.
“Estamos aquí reunidos para celebrar la unión de Benjamin Foster y Natalie Pierce…”
Clara se acomodó en un lugar estratégico, justo al final del pasillo central. Su corazón latía con fuerza, pero su rostro no lo mostraba. Había memorizado el momento exacto en el que debía actuar: justo antes de que el sacerdote pronunciara las palabras fatídicas.
“Si alguien tiene algo que decir para impedir este matrimonio, que hable ahora o calle para siempre.”
Ese era su momento. Clara dio un paso al frente y alzó la voz con confianza:
“¡Yo me opongo!”
El efecto fue inmediato. Los murmullos comenzaron a extenderse por el salón como una ola. Los invitados se giraron hacia ella con expresiones que iban desde la sorpresa hasta la incredulidad. Natalie giró lentamente hacia Clara, sus labios apretados en una línea delgada, mientras que Benjamin simplemente parpadeó, como si estuviera intentando procesar lo que acababa de suceder.
Clara sintió cómo el calor subía a su rostro, pero no iba a retroceder ahora.
“Lo siento, pero… no puedo quedarme callada. Esto no está bien.”
Un murmullo más fuerte recorrió la habitación, y entonces lo vio. A la derecha del altar, de pie junto al novio, estaba Julian Cole. Alto, con el cabello castaño oscuro perfectamente peinado hacia atrás y un traje que parecía hecho a medida. Sus ojos, un azul penetrante, estaban fijos en ella, pero no de la manera en que alguien mira a una desconocida. No, su mirada estaba cargada de una mezcla de sospecha, irritación y algo que Clara no pudo descifrar.
“¿Quién demonios es ella?” murmuró Natalie, rompiendo el silencio con un tono que podría haber cortado vidrio.
“Eso es exactamente lo que me gustaría saber.” La voz de Julian fue grave y calmada, pero lo suficientemente fuerte como para que todos la escucharan.
Clara levantó la barbilla, intentando mantener la compostura.
“Soy…” Se detuvo un segundo. Improvisar nunca había sido su fuerte. “Soy una amiga de la familia.”
“¿De cuál familia?” preguntó Julian, cruzándose de brazos mientras sus ojos se estrechaban.
Clara sintió un leve temblor en sus rodillas, pero lo disimuló con una sonrisa que esperaba pareciera confiada. “Eso no importa. Lo que importa es que esto… este matrimonio… no debería suceder.”
Los murmullos se convirtieron en un murmullo más fuerte. Benjamin finalmente reaccionó, dando un paso al frente.
“Disculpa, pero… ¿qué está pasando aquí?”
Clara abrió la boca para contestar, pero antes de que pudiera inventar algo más, Julian caminó hacia ella, cerrando la distancia en unos pocos pasos. Ahora que estaba más cerca, Clara podía ver la ligera tensión en su mandíbula, el ceño fruncido que parecía ser su expresión predeterminada.
“Señorita, con todo respeto, si no tiene nada concreto que aportar, le agradecería que abandonara el salón.”
“Oh, no puedo irme todavía. Hay cosas que deben decirse.” Clara sabía que estaba al borde del desastre, pero la mirada de Noah cruzó por su mente. No iba a rendirse tan fácilmente.
“Y esas cosas son…” Julian la miró expectante.
Clara tragó saliva.
“Que… el amor verdadero no debería ser apresurado.”
Un silencio incómodo se extendió por la sala. Julian arqueó una ceja, claramente poco convencido, mientras Natalie apretaba los dientes, furiosa. Clara sabía que estaba a segundos de ser escoltada fuera del lugar.
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 26.01.2025