Clara no podía dejar de dar vueltas en su cabeza a lo que acababa de ocurrir. Mientras Julian la había conducido hacia una pequeña habitación de servicio en el ala lateral del salón, lo único que pensaba era en cómo había salido todo mal. Podía sentir el calor de la vergüenza aún ardiendo en sus mejillas.
“¿Qué demonios fue eso?” Julian murmuró con irritación mientras cerraba la puerta detrás de ellos. Clara dio un paso atrás, sintiendo el peso de su mirada, que no dejaba de evaluarla como si fuera una especie de experimento fallido.
“No me miren así,” dijo Clara, cruzando los brazos con la típica actitud desafiante que usaba cuando se sentía acorralada. “Solo… tenía que hacerlo. Fue parte de una apuesta.”
Julian la miró fijamente, y Clara se dio cuenta de que no era un hombre que usara palabras innecesarias.
“¿Una apuesta?” repitió él, alzando una ceja. “¿En serio? ¿Esto era parte de un juego para ti?”
Clara trató de mantener la calma, pero la situación era completamente incómoda. Se apoyó contra la mesa de centro, mirando hacia el ventanal que daba al jardín, donde los sonidos de la boda aún llegaban de fondo. El ajetreo del evento seguía, pero aquí estaba ella, en una habitación aislada, con un hombre que claramente no estaba impresionado con su actuación.
“Sí. Y si lo lograba, mi amigo me limpiaba el departamento durante todo un mes,” confesó, soltando una risita nerviosa. “¿Te suena tonto?”
“Suena ridículo,” replicó Julian, dando unos pasos hacia ella. “Y también suena como si no tuvieras idea de cómo manejar una situación.”
Clara giró hacia él, molesta por su tono. “¿De qué estás hablando? Yo me metí, hice la gran entrada, la frase de la película, ¡lo hice perfecto! Claro, no contaba con que… con que… bueno, con que fueras tú, el padrino.”
“Lo que significa que sé perfectamente qué tipo de personas pueden llegar a hacer esto,” respondió Julian, su voz volviendo a la calma, pero con una dureza que le hacía sentir a Clara como si estuviera en juicio.
“¡No es como si hubiera arruinado la boda!” Clara hizo un gesto con la mano. “Solo interrumpí un poco. Un minuto y todo terminó.”
“¿Un minuto? Estuviste a punto de arruinar un día muy importante para dos personas. A la novia la tienes llorando, y Benjamin...” Julian la miró a los ojos, su mirada implacable. “No sé cómo no te avergüenzas.”
Clara frunció el ceño, caminando hacia la ventana. La verdad era que no se sentía tan avergonzada. Había logrado lo que quería, y aunque las consecuencias no eran las que había anticipado, no le importaba tanto. A fin de cuentas, había ganado la apuesta.
“Lo hice por diversión, Julian. Si no tienes sentido del humor, te lo puedo explicar de otra manera.”
“Lo que hiciste no tiene nada que ver con el humor. No me parece gracioso que estés jugando con los sentimientos de los demás,” dijo Julian, acercándose aún más. Su tono era firme, pero algo en su mirada decía que no solo estaba molesto por lo que había sucedido, sino que algo más le inquietaba.
Clara se giró hacia él con una ligera sonrisa de desafío. “¿Qué harás, impedirme irme?”
“Te vas cuando yo lo diga,” respondió Julian, con una calma peligrosa. “Y ahora… te quedas aquí. Al menos hasta que me dé la gana de dejarte salir de este lío.”
Clara sintió una punzada de frustración. No solo estaba atrapada en una habitación con Julian Cole, el hombre más perfecto, controlado y... ¿frío? que jamás había conocido, sino que también era evidente que no pensaba soltarla tan fácilmente.
“Esto no tiene sentido. ¿Por qué no podemos simplemente olvidarnos de esto?” Clara no podía entender por qué se estaba metiendo tanto en la situación. Después de todo, él no era quien había hecho la apuesta, ni quien estaba involucrado.
“Porque no eres tan inocente como aparentas, Clara,” respondió Julian en voz baja. “Sabes muy bien que las cosas no siempre salen como uno espera. Y aunque no lo creas, esto va a afectarnos a todos.”
Clara se quedó en silencio por un momento, mirando su reflejo en el cristal de la ventana. Tenía la sensación de que algo más se estaba desarrollando, algo que ella aún no entendía.
La puerta se abrió de golpe, rompiendo el tenso silencio. Benjamin, el novio, apareció en la entrada, con la camisa desabrochada y el rostro pálido. No parecía molesto, más bien confundido.
“Julian,” dijo, mirando a Clara, “¿qué está pasando aquí?”
Clara levantó una mano, como diciendo “no me hagan más preguntas”. “Lo siento, Ben. Todo esto es un malentendido, ¿vale?”
Benjamin, a pesar de la confusión, sonrió de manera relajada. “Está bien, Clara. Solo…” miró a Julian. “¿Te la llevas?”
“Sí. No es lugar para ella.” Julian lo miró fijamente, luego volvió a Clara. “Salimos de aquí.”
Clara echó un vistazo a Benjamin, quien todavía parecía estupefacto, y suspiró. “Esto no ha salido como lo planeé en lo más mínimo.”
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 26.01.2025