No estaba en el plan

Capítulo 7: El Juego de las Apariencias

El día siguiente a la conferencia, Clara se despertó con una sensación de incomodidad en el estómago. Aún no podía sacar de su cabeza el encuentro con Julian. La forma en que sus ojos la observaban, tan intensamente, como si estuviera desentrañando cada pensamiento que cruzaba por su mente. No sabía si sentirse molesta o intrigada. Quizás ambas cosas.

Mientras se preparaba para otro día de trabajo, sus pensamientos vagaron de nuevo hacia el hombre que había irrumpido en su vida como si fuera parte de un guion del destino, uno que ella no había escrito. Julian, con su postura perfecta, su calma inquietante y su manera de hablar, tan precisa, como si todo estuviera calculado.

"Tal vez debería dejar de pensar en él", se dijo a sí misma mientras terminaba de ponerse los zapatos y recogía sus cosas. Tenía una reunión importante esa mañana con un cliente potencial. El trabajo, al menos, era una distracción segura.

Llegó a la agencia, y como siempre, la oficina estaba llena de actividad. Las computadoras sonaban, las conversaciones de fondo se mezclaban con las llamadas telefónicas y los teclados se convertían en una sinfonía de productividad. Clara se sumergió rápidamente en su rutina diaria, atendiendo correos, organizando campañas y gestionando el flujo de trabajo. Pero algo no era igual. Algo seguía rondando en su mente.

A media mañana, Rob se acercó a su escritorio.

—Oye, Clara, ¿cómo te va? —preguntó él, sonriendo de lado como siempre.

—Bien, nada nuevo. Un par de clientes nuevos, ya sabes, la rutina. ¿Tú qué tal?

Rob se encogió de hombros, su rostro denotaba un poco de cansancio, pero no de estrés. Siempre parecía mantener la calma.

—Ya sabes, trabajando como siempre. Oye, ¿alguna vez has pensado en asistir a más eventos de este tipo? Lo de ayer estuvo bastante bien. A mí me parece que conocí a algunas personas interesantes.

Clara lo miró fijamente, tomando un sorbo de su café. Un par de personas interesantes. La imagen de Julian apareció en su cabeza, y enseguida la desechó. “No más pensamientos sobre él", se dijo una vez más.

—No soy fan de esos eventos. Ya sabes que prefiero los proyectos prácticos, poner manos a la obra. ¿Tú qué opinas? —respondió, tratando de desviar la conversación.

—Lo entiendo, pero hay algo de lo que no puedes escapar, Clara. A veces tienes que salir un poco de tu zona de confort. Había un tipo ayer que estaba muy metido en todo el tema del marketing, ¿cómo se llamaba? Julian Cole. No sé qué hace, pero no parece ser uno más del montón. ¿Lo conoces?

Al escuchar el nombre, Clara sintió un pequeño golpe de sorpresa en su pecho. ¿Julian Cole? Era imposible que Rob estuviera hablando de él. Pero ahí estaba, la oportunidad de obtener algo de información sobre el misterioso hombre que se había cruzado en su camino.

—No, no lo conozco —dijo Clara, intentando disimular su inquietud. A veces, mentir era la mejor forma de lidiar con las sorpresas que la vida le lanzaba.

Rob, ajeno a sus pensamientos, continuó.

—Sí, es raro. El tipo parecía estar en su propio mundo, pero aún así, logró captar la atención de todo el mundo. A mí me pareció interesante, como si supiera más de lo que estaba dejando ver. Tal vez deberíamos aprender algo de él. Bueno, lo dejo por ahora, nos vemos después.

Clara se quedó pensativa. Julian Cole. ¿Qué hacía un hombre como él en un evento como ese? Y más importante aún, ¿qué quería de ella? Había algo en su presencia, algo que parecía fuera de lugar, pero al mismo tiempo, tan natural.

Esa tarde, Clara decidió que necesitaba hacer algo para distraerse. Estaba cansada de que sus pensamientos giraran siempre alrededor de él. Así que, al salir de la oficina, se dirigió a su lugar favorito en la ciudad: una pequeña librería-cafetería donde pasaba horas leyendo y desconectando del mundo exterior.

Al llegar, se acomodó en su rincón habitual, ordenó su café y comenzó a leer un libro que había estado posponiendo. Pero su tranquilidad duró poco. La campanita de la puerta sonó, y al levantar la vista, se encontró con la última persona que esperaba ver.

Julian Cole. De nuevo.

Esta vez no estaba en un evento profesional ni rodeado de gente importante. Estaba solo, con una taza de café en la mano, mirando por la ventana como si estuviera buscando algo más allá del cristal.

Clara sintió cómo una ola de incomodidad la envolvía. ¿Qué hacía él aquí? Y lo más importante, ¿por qué tenía que ser en su santuario, en su lugar tranquilo?

Intentó ignorarlo, pero el destino tenía otros planes. Julian caminó hacia ella, y sin preguntar, se sentó en la silla vacía frente a ella.

—Hola, Clara —dijo con esa calma que ya la molestaba, pero que, al mismo tiempo, no podía evitar encontrar intrigante.

—¿Cómo sabes que vengo aquí? —preguntó, sin rodeos, mientras cerraba su libro de golpe.

—Digamos que he aprendido a observar —respondió Julian, mirando a su alrededor con tranquilidad—. Este lugar tiene algo especial, ¿verdad? Es como si el tiempo se detuviera aquí.

Clara no respondió. Estaba demasiado sorprendida para encontrar las palabras adecuadas. En ese momento, Julian la miró fijamente.




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