No estaba en el plan

Capítulo 10: La verdad oculta

El caos estalló en el momento en que la puerta se abrió de golpe. Clara no pudo evitar sobresaltarse, su corazón latía con fuerza mientras observaba a las figuras que se precipitaban hacia la habitación. Julian actuó rápido, levantándose y colocando su cuerpo entre ella y las puertas abiertas, como si su presencia fuera la única barrera entre Clara y algo mucho más peligroso.

—¿Qué demonios está pasando aquí? —preguntó uno de los hombres que entraron, su tono grave y tenso.

Clara no pudo evitar notar que eran más de los que había anticipado, y sus rostros estaban marcados por una urgencia palpable. Los otros miembros del equipo de Julian comenzaron a moverse rápidamente, como si esperaran este tipo de interrupción.

—No es el momento, Alex —respondió Julian, sin apartar los ojos de la pantalla—. Necesitamos proteger estos datos antes de que desaparezcan. Luego explicamos.

El hombre que había hablado, Alex, frunció el ceño y se acercó a la mesa donde Julian y Clara estaban trabajando. El ambiente en la habitación había cambiado de inmediato, ahora cargado de tensión. Todos sabían que algo grande estaba en juego, y el hackeo al sistema solo había sido la punta del iceberg.

Clara sintió cómo la presión aumentaba. Aunque no entendía del todo lo que sucedía, la sensación de que estaba atrapada en medio de algo mucho más grande que ella la hizo sentir pequeña, vulnerable. Los hombres comenzaban a intercambiar palabras en voz baja, pero sus miradas nerviosas no dejaban espacio para dudas: algo mucho más peligroso estaba ocurriendo.

De repente, la pantalla parpadeó nuevamente, esta vez mostrando un archivo que Clara no había visto antes. Era una serie de documentos cifrados con nombres y números que no le decían nada, pero había algo en los símbolos que le resultaba inquietante. Julian los observaba detenidamente, su rostro tan serio como nunca antes.

—Esto es…— murmuró Clara, acercándose a la pantalla para poder leer mejor los documentos. La información que contenían parecía un rompecabezas de claves y códigos, algo muy fuera de su alcance, pero incluso ella podía percibir que algo no estaba bien. Era como si hubiera tocado una puerta que no debía abrir.

—¡Espera! —exclamó uno de los hombres, acercándose rápidamente hacia Julian—. No lo abras. ¡Es demasiado arriesgado!

Pero era tarde. Julian ya había comenzado a descifrar los documentos, y el archivo comenzó a desplegarse en la pantalla. La habitación se llenó de murmullos nerviosos, pero Julian no parecía darse cuenta de la creciente preocupación a su alrededor. Estaba completamente absorbido por lo que había descubierto.

—Esto… esto no puede ser cierto —dijo Julian, su voz baja, pero llena de una preocupación evidente—. Están aquí. Los hemos estado buscando, y ahora sabemos dónde están.

Clara miró a Julian, confundida, mientras la tensión crecía en el aire. La pregunta que había estado evitando por fin estalló en su mente.

—¿Quiénes son ellos? —preguntó Clara, sin poder contener más su curiosidad.

Los ojos de Julian brillaron con algo cercano a la desesperación, algo que rara vez mostraba. Clara nunca lo había visto tan vulnerable, tan humano, y eso solo alimentaba su intriga.

—Son los mismos que están detrás del hackeo —dijo Julian, tomando aire con dificultad. Parecía como si una pieza clave del rompecabezas acabara de encajar, pero también como si eso lo hubiera dejado más cerca del borde de algo mucho más oscuro—. Ellos son… los que controlan todo esto. Son la razón por la que todo está sucediendo.

Clara no entendió por completo, pero lo que sí comprendió era que este no era un juego. No solo estaba involucrada en algo mucho más peligroso de lo que había imaginado, sino que ahora las piezas encajaban de una manera aterradora.

—¿Qué significa esto? —preguntó Clara, más por impulso que por necesidad de una respuesta concreta.

Julian se giró hacia ella, y por un momento, sus ojos se encontraron en un intercambio silencioso. Luego, suspiró, como si se estuviera preparando para decir algo que cambiaría todo.

—Significa que estamos en la mira. Ellos saben que estamos detrás de su red. Y si no actuamos rápido, todo lo que hemos hecho, todo lo que hemos descubierto, podría desaparecer. Y tú, Clara, podrías estar más involucrada en esto de lo que te imaginas.

Clara sintió que el aire a su alrededor se volvía denso, pesado. El hecho de que la mencionara directamente le hizo sentirse aún más atrapada. Ella solo había venido a una conferencia, se había visto envuelta en algo que parecía inofensivo, pero ahora todo había dado un giro inesperado.

En ese momento, el sonido de pasos acelerados comenzó a acercarse por el pasillo. Clara vio cómo los hombres de la sala se tensaban, preparándose para lo que fuera que estuviera por venir. Los murmullos cesaron, y un silencio incómodo llenó la habitación.

Julian miró rápidamente a su alrededor, y antes de que alguien pudiera moverse, cerró el archivo en la pantalla con un clic rápido.

—Tenemos que irnos. Ahora —ordenó con firmeza.

Clara apenas tuvo tiempo de reaccionar. Los hombres comenzaron a moverse hacia la puerta, tomando los dispositivos y los archivos. Todos estaban tan enfocados en salir con rapidez que nadie notó el detalle que Clara acababa de ver en la esquina de la pantalla antes de que Julian la cerrara. Un código, una secuencia de números que no coincidía con nada que había visto antes. Algo que sugería que, tal vez, Julian no era el único involucrado en el secreto que acababa de descubrir.




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